Los comités de bienvenida
Por Lea Ross
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Falta una semana de las elecciones en las PASO. Y los calores de 30 grados, que se vivieron en algunas regiones del país, refuerzan más las tensiones vivientes entre las distintas variantes entre lo local y lo global, la izquierda y la derecha, la del pueblo y la de la oligarquía, la del Estado y del Mercado. Mucha cantidad y poca calidad.
Estado y Mercado
Manuel Fontenla es catamarqueño por adopción, tiene un doctorado en Estudios Sociales, licenciado en filosofía, y es un activista contra la megaminería. Escribió hace poco un artículo titulado “Sin luchas por el poder: Una mirada histórica a la coyuntura electoral”. Plantea que una de las “más fuertes oposiciones fundantes en la política argentina” ha sido la de pueblo contra la oligarquía. El primero, tiene como espacio de construcción o disputa de poder en el Estado. El segundo, lo hace a través del Mercado. Por ende, la ecuación para el pueblo era Estado-Máximo-Mercado-Mínimo y a la inversa para la oligarquía: Estado-Mínimo-Mercado-Máximo. Pero en los años noventa de Carlos Menem, la fórmula se cambió por Estado-Máximo-Mercado-Máximo. No es que el Estado se destruyó o se redujo para ceder ante el avance del Mercado, sino que se potenció mediante leyes y reformas estatales: “En todos los planos de la vida social, en la salud, la educación, las políticas públicas, la cultura, el transporte, el Estado extendió sus ramas, brazos y raíces para llevar el Mercado a todos los rincones”.
“No hay ya ninguna disputa por el poder en las alternancias de identidades. Macrismo, peronismo, larretismo, kichnerismo, progresismo, derecha (¿massismo?), nadie disputa la alianza de poder entre Estado y Mercado. Esa, que fue una de las dicotomías fundamentes de la política argentina, ya no existe”, señala el autor. Aclara, sin embargo, que, en la historia política reciente, se pueden encontrar “hitos puntuales” que han inclinado la balanza hacia un lado y el otro, sea donde el Estado recupera poder frente al Mercado, como la cancelación de la deuda con el FMI de la mano de Néstor Kirchner, o en el sentido contrario como fue avalar la fusión entre Cablevisión y Multicanal, también aprobada por Kirchner. Más allá de ello, sostiene que la soldadura que mantiene firme aquella alianza es el extractivismo, del cual mantiene un marco normativo preñada en el mismo periodo noventista.
Un peronista de vieja guardia podría replicar ese comentario aseverando que la oligarquía es “anti-mercado”, en el sentido en que se limita a ser un terrateniente que solo recibe la renta proveniente de sus tierras, sin un afán de ser un emprendedor. Consultado por La Luna con Gatillo, Fontenla le responde a ese hipotético sujeto: “Hoy producir es producir financieramente. Y la oligarquía lo hace a montones. Produce big data, produce activos financieros, produce crédito”.
Antes, para la dirigencia de arriba, la polémica no está en la separación Estado-Mercado, sino en la grieta. Pero ahora, la grieta se trasladó a una cuestión geográfica. De a poco se va escalando sobre el rol que tiene el innegable centralismo porteño, frente a las desigualdades que se viven en el país. El panorama es parecido, precisamente, a las expectativas forjadas en la figura de Menem, emulando a ser un caudillo a lo Facundo Quiroga, dispuesto a salvar a la patria federal, luego de la hiperinflación alfonsinista. El puerto es el chivo expiatorio.
Las bienvenidas
El Hotel Edén fue prácticamente quien dio origen a la ciudad turística de La Falda, en una de las zonas serranas cordobesas. Dentro de sus habitaciones, se hospedaron reconocidas figuras nacionales e internacionales de finales del siglo 19 y del 20. Uno de sus mitos es que dentro sus huéspedes estuvo Adolf Hitler. Es viernes 4 de agosto del presente año. Gerardo Morales termina de tener una reunión con algunos intendentes radicales del valle. Se trasladan en vehículos particulares para un pequeño auditorio para un acto proselitista, dentro del mismo predio hotelero. Al otro lado del alambrado, una treintena de manifestantes le gritan: “Como a los nazis, les va a pasar”.
Conformada por activistas de los valles de Punilla y Paravachasca, la manifestación es en repudio a los hechos represivos y los cambios en la Constitución provincial donde, entre otras cuestiones, prohíbe los cortes de calle y de ruta. Desde algunas comunidades, sostienen que detrás de esas restricciones está el avance de territorios para el negocio del litio. Ya había pasado el Tercer Malón de la Paz por la ciudad de Córdoba, iniciada desde la Puna de los salares, y no fueron atendidos por la Corte Suprema de Justicia. La Procuración General de la Nación exigió que los supremos tomen cartas en el asunto sobre lo ocurrido en la Asamblea Constituyente.
“Vayan a laburar”, le grita uno de los militantes radicales a quienes repudian la presencia de Morales. En la actividad, es notoria la presencia de trabajadores municipales, sin mucho color y sonido, más que un pequeño grupo con trompetas.
Morales no es solo el gobernador de Jujuy, el precandidato a vicepresidente de Horacio Rodríguez Larreta o el inquisidor de una reforma constitucional. Es también el principal cabeza actual de la Unión Cívica Radical. Y a pesar del histórico paso del radicalismo en la provincia de Córdoba, los pronósticos indican que el votante promedio cordobés que prefiere por Juntos Por El Cambo, optaría por Patricia Bullrich antes que por el actual jefe de gobierno porteño. La desesperación del larretismo (¿y el moralesismo?) se hace notar por las pancartas repletas de “Larreta Presidente” en los principales puntos de circulación vehicular y peatonal de la zona, cuyas ciudades pegadas una con la otra (Valle Hermoso, La Falda, Huerta Grande y Villa Giardino) obtuvieron triunfos radicales en sus respectivas elecciones municipales, pero que no terminan siendo un cheque en blanco para el capataz de CABA.
El presente cronista no logró alcanzar al dirigente jujeño, en un ámbito donde no había ni un medio de comunicación provincial. Y algunas de quienes trabajan en radios comunitarias de la zona comentan que se sintieron intimidadas por los organizadores del evento. Medio en broma les digo: “Y qué esperaban, si está Morales”. Medio en broma, medio en serio.
Un colega me pasa un registro sonoro del breve momento que tuvieron otros medios locales con el gobernador. Ahí le preguntaron jocosamente sobre la treintena de personas que repudian su presencia: “Sí, es el comité de bienvenida. Es mi club de fans. Yo los quiero mucho, aunque ellos no me quieran a mí”.
Tres cordobesismos
Morales volvió a confirmar que el precandidato cordobés Juan Schiaretti es un “rival”. Pero sí acuerda que esa rivalidad puede durar hasta en la previa de las elecciones de octubre. Tanto él, como el “Gringo” y el “Pelado” Larreta coinciden en que pueden construir una megalianza, o “frente de frentes” como les gusta decir, para conformar una coalición que permita ensanchar la avenida del centro. Pero claro, primero Larreta le tiene que ganar a Bulrrich en la interna.
En contraposición, Sergio Massa, con el afán de sacarse de encima a todo lo que tenga que ver con el kirchnerismo, no descarta de una posible alianza con el próximo gobernador de Córdoba: Martín Llaryora. Éste último, tampoco lo haría, siempre y cuando el “massismo” contenga todo aquello que tenga olor a letra K o cualquiera otra cosa progre.
Por tal motivo, podemos apurarnos a contemplar tres posibles variantes del peronismo hegemónico cordobesista, diseñadas en base a las especulaciones que tienen en el panorama nacional de supuesta descentralización porteña. El “schiarettismo” es aquel que empuja con que Juntos Por El Cambio se divida y cambie de nombre, que implicará la salida de la ex ministra de seguridad de Mauricio Macri y que conforme una acuerdo con Javier Milei, creando un panorama electoral donde solo quede centro y derecha. Desde esa mirada, el Mercado mantendría ese fuerte lazo con un Estado más eficiente, del cual no lo garantizaría una Bullrich que solo promete reprimir mientras pone una cámara de televisión en el interior de la supuesta bóveda del Banco Central, y un Javier Milei con poca claridad sobre cómo aplicaría sus recetas.
Sobre ese panorama de acorralar el sector reaccionario, lo comparte con el “llaryorismo”, solo que quizás no aceptaría darle la espalda a Massa como presidente, teniendo presente que el ala “delasotista”, más disperso, aceptaría encolumnarse por quien fue el aliado de José Manuel de la Sota, al compartir un frente en común en el año 2015.
Por último, quedaría la duda si emergería el “passerinismo”, en referencia al ganador de las elecciones de la capital, y con fuerte presencia en los canales de televisión afines al kirchnerismo, Daniel Passerini, y que ocupó distintos cargos provinciales de la mano de Schiaretti y que a la vez siendo el vice de Llaryora nunca tuvo un cortocircuito a la vista. Un pragmatismo con buenos modales, manteniendo la cautela, de no apurarse en sacar conclusiones, asomando de a poco un posible amanecer.
De cualquiera manera, la “nueva era” que prometió Llaryora no le será fácil. No solo porque tendrá una legislatura sin quorum, ni un tribunal de cuentas que estará en manos de un delfin de Luis Juez dispuesto a realizar carpetazos judiciales, sino también por un quiebre en el sostén sindical. El viernes pasado, hubo elecciones en el gremio de docentes UEPC y en el distrito de la ciudad capital perdió la lista oficialista (muy apegada a los intereses del gobierno provincial), algo que no ocurrió prácticamente desde el retorno de la democracia, y que el triunfo fue para una oposición conformada por dirigentes del Frente de Izquierda Unidad. Eso lleva a un pronóstico de un endurecimiento de protestas de maestrxs y profesores, por parte de un sindicato que, históricamente, es uno de los más pesados y más dialoguistas con la patronal.
Por si fuera poco, en la provincia de Córdoba acaba de iniciar la temporada de incendios, que arrancó con el arrasamiento de más de 700 hectáreas en el cerro Uritorco, donde centenares de bomberos, brigadistas y vecinos/as autoconvocadas de la zona estuvieron cinco días seguidos combatiendo las llamaradas, y atendiendo a familias desalojadas en el faldeo, a la altura de Capilla del Monte, ante el riesgo de la quema de viviendas. Finalmente, se espera el cierre del juicio por el asesinato de Joaquín Paredes, el adolescente muerto por una serie de disparos efectuados por un escuadrón policial en el pueblo de Paso Viejo, Cruz del Eje, contra un grupo de pibes que violaban la cuarentena. Es el tercer juicio de este año sobre casos de gatillo fácil que ocurrieron en el actual mandato de Schiaretti, junto con los de Isaías Luna y Valentino Blas Correas. Cuando se realizó la primera audiencia, una de las madres de víctimas asesinadas comentó en una radio abierta frente a los tribunales: “El responsable de la policía es el gobierno de Córdoba. El electo gobernador Martín Llaryora prometió que se venía una nueva era para Córdoba. Espero que cumpla con su promesa”.
Gambetas de zurdas
Para las próximas elecciones de las PASO, todo indica que los dirigentes de izquierda que más votos cosechen serán Juan Grabois (con todas las expectativas de perder en la interna contra Sergio Massa) y Myriam Bregman (con todas las expectativas de ganar en la interna contra Gabriel Solano). Por ende, la dirigente trotskista sería la única izquierdista con presencia en las elecciones de octubre.
Esto lleva a plantear sobre la magnitud, y por lo tanto nivel de relevancia, que tendría el porcentaje de votos que acumule el precandidato de Unión Por La Patria. No solo para el oficialismo nacional, que se preguntará hasta qué punto conforman un núcleo duro dispuesto a taparse la nariz a la hora de votar a Massa para dentro de dos meses. Sino también para el propio Frente de Izquierda, que espera tener la expectativa de atraer al desencantado kirchnerista por el panorama que afronta.
Ambas fuerzas partidarias de izquierda están presentes en determinadas marchas contra Morales o en caminatas contra la apropiación del Lago Escondido por parte de Joe Lewis, cuyos registros son a veces usados como parte de los spots de campaña. Pero en el caso de Grabois, instala temas que no solo apunta a la denuncia, sino también en la necesidad que se deban generar construcciones alternativas, sea desde emprendimientos agroecológicos o cooperativas de trabajo en la construcción o el reciclado. Temas que para el trotskismo se mantiene totalmente ausentes, ya que por el momento solamente opta por la apropiación de los medios de producción.
Quizás eso tampoco sea casual entre la insistencia de mantener una línea de discurso urbanocéntrico para una (donde el FIT-U tiene concentrado sus principales votos en las grandes ciudades) y ruralcentrista para la otra (con la insistencia de repoblar los campos agrícolas). Es desde esa tensión entre lo urbano y lo rural, entre el afán de construcción desde las grandes ciudades o desde las experiencias en localidades más pequeñas, en donde las distintas variantes de izquierdas deberían generar esa alquimia equilibrada, permitiendo así no solo pensar en la magnitud voraz del Estado y del Mercado, sino de cómo pueden ser cambiados en su totalidad.