CHARLAS DEL MONTE

Jinetes del pachakuti

Cabalgando la crisis civilizatoria y el revuelo de las amarus serpientes que ponen las cosas patas pa arriba, al ritmo de la ciencia líder de las jinetas del apocalípsis (llegada en los barcos del Tío Alberto), los discursos de la dizque derecha e izquierda se mezclan confusamente. Mientras tanto, les jipis planean su exilio a la montaña.

“Libertad para mi y que se jodan los demás no es libertad. La verdadera libertad es cuando uno sacrifica su propia libertad de estar avocado a una tarea solidaria para que los demás sean libres. Ayudemos a la verdadera libertad de esta sociedad, que va a ser cuando estemos todos vacunados. Ahí vamos a tener la verdadera libertad de hacer lo que queremos. Con la vacuna vamos a salir. Vamos a vacunar a todos los argentinos y argentinas, y vamos a volver a ser felices. No pongamos en duda la palabra de los médicos, no pongamos en duda las vacunas, no pongamos en duda la ciencia”.

Cristina Fernández de Kirchner, citando vagamente a Andre Malraux en su último discurso

“Tengo mis canciones, mi jardín lleno de flores, para todos tus dolores, tengo todos mis amores.
Tengo sobrada energía pa’ pelear con tu mentira, tengo un saldo de poesía pa’ enfrentarme a tu desidia.
Tengo todo lo que se te olvida entre unas palabritas que dan alegría obstruida por tu policía asesina.
Tengo un gobierno K, tengo un gobierno Pro, tengo a Mestre y De la Sota cosechando corrupción.
Tengo una filosofía de vida para usted nociva maligna dañina, a Monsanto con su cáncer de semillas radioactivas
Si esta natural está mal, si está en la farmacia es legal”.

Tranki Punki, Tengo

Por Tomás Astelarra Ilustración: @nico_mezca

El jipi Matías heredó un auto de lujo preparado pa rally, cualquier excusa es buena pal viaje, se ha trasformado en el chofer del pueblo. Arrancamos del Valle una media mañana de domingo rumbo a la montaña con una buena provisión de tabaco, santa yerba y sanguches de miga. Barbijos, permisos truchos y barba afeitada. “Con este auto y sin barba nadie te para. Los hijos del poder pueden viajar a cualquier lado”, afirma. Vamos camuflados de “hijos del poder”, aunque bien conscientes que somos hijos de otro poder, ese que nace de las machis y taitas, de la madre tierra y sus planes, de aquelles que lentamente seguimos construyendo ese otro mundo posible en medio de tanta confusión y mentira en este sangrante y enpandemiado presente patriarcocapitalista. Vamos rumbo al futuro mirando al pasado, como dicen las pueblas originarias.

Del pueblo de Toro subimos una enorme pendiente hasta la zona de Entresierras, un páramo lleno de ríos y monte nativo, con una escuela perdida y cerrada por normas porteñocéntricas, población escasa y alejada de la civilización (y sus crisis). Después de una hora de viaje por la nada vemos pasar una solitaria doña con barbijo. Cruzando un arroyo por un sendero altiplánico arribamos, con provisiones varias, a la ranchada de la cumpa Rosi. Bruja del conurbano de rasgos indígenas y sonrisa hospitalaria, bruja junto a su fueguito, cansada de las contradicciones de la vida jipi en un pueblo turístico del Valle, sin otra fuerza que sus manos y sus pies, compró un pedazo de tierra con las monedas que le robó a los gringos cosechando santa maría en California. Construyó un cocina sobre una piedra donde una salamandra la calienta de los fuertes vientos y hasta una próxima nevada. Al lado una mesa redonda hecha con un carreterel de los cables de electricidad que caminan paralelos al camino de tierra. Cerrando el espacio de mates y charlas, también resguardada por la piedra, una pequeña piecita de paredes de nylon donde improvisó una cama sobre una mesa de carpintero. Debajo de ella una buena provisión de zapallos, alcayotas, nueces, maíces y porotos, un pack de yerba orgánica y unas bolsas de arroz y lentejas. Colgando, una serie interminable de yuyos medicinales. Todavía bajo el resguardo de la piedra y un par de acacias centenarias hay un par de carpas. Una pareja de jipis viajeres que vienen de México y dos muchachos campesinos cuya familia emigró a la ciudad. Trabajan en la construcción de rutas, pero quieren volver al campo. Allí vivieron los mejores días de sus vidas junto a sus abuelos que, luego de años de permanecer con su majada de cabras, finalmente tuvieron que migrar con sus hijos a la ciudad por la enfermedad de Deolinda (la abuela). Don Fabio fue y vino hasta que la muerte de Deolinda lo sumió en la tristeza y decidió aceptar los consejos de sus hijas que le decían que ya no tenía edad pa permanecer en la tierra de sus ancestros. Franco y Martín están cansados de la ciudad y sus mezquindades e irracionalidades. Quieren volver a seguir la tarea de su abuelo. Recuperar la majada, sembrar la huerta y la milpa, recoger las nueces que ahora aprovecha Rosi, cualquier cosa con tal de escapar de este mundo que sienten cada vez más alocado, más como intuición que como esmerado análisis racional enciclopédico.


La cumpa Rosi soño esta tierra en ceremonias de plantas sagradas y temazcales, quiere recuperar el monte nativo y Franco y Martín la están ayudando a tumbar el bosque de acacias que ha avanzado sobre las nativas. Con el dinero de esa madera piensan financiar su proyecto de vuelta al campo. Traen motosierras, un grupo electrógeno, una moto con la que arrastran los palos y un camión imponente. El problema es que la policía no los deja cruzar la montaña con esa carga. Se preguntan como puede ser que la minera del pueblo siguiente valla y venga con el cuarzo que extrae día y noche una multinacional con grandes máquinas. Al punto que han desaparecido una montaña. “Las leyes siempre fueron solo para los pobres”, afirma Franco mientras guitarrea coplas de Yupanqui.
La nieve nos rancha a todes alrededor de la salamandra con frazadas y una botella de caña. Hablamos de este pachakuti y el esfuerzo que implica desandar caminos para volver a los planes de la tierra. De la medicina natural y la plaga de los plásticos. De la ecología trucha y el veneno de los alimentos. Del negocio de las vacunas y el fútbol. Del fin del petróleo y la cotización del agua en Wall Street. De la famosa pandemia y la inutilidad de un barbijo en esos parajes. Del extraño fenómeno de la gente que dice estar imantada por las vacunas y de los médicos por la verdad, cuyo referente fue preso en Rosario y parece que afirman que es cierto lo de los metales de la vacuna y que afectan la inmunidad de la gente al punto que, contrariamente a lo que dicen los medios hegemónicos de ambos lados de la grieta, son los vacunades los que ponen en riesgo la salud de la humanidad y no al revés. La ciencia positivista como nueva líder de los cuatro jinetes del apocalipsis (ciencia, política, economía y religión).
Igual, todo parece muy lejano en ese lejano paraje. Pero la nieve ha bloqueado la salida y nos pasamos dos días de charlas y guitarreadas. Por suerte hay suficiente leña y comida, hasta una bolsa de limones y media docena de hidromiel que trajimos con el Jipi y que con unos vahos de eucaliptu me ayudan a curar una una gripecita (que ya el mismísimo gato empresario desmintió que no es coronavirus). Me acuerdo del Guille que dice que justamente este es el virus de la corona. Por un lado de la corona de ese 1% de la población que cada vez concentran mayor poder económico y político. Por otro lado del chacra corona, que es el que él dice, libera esta crisis si no nos dejamos dominar por la ciencia positivista y todo este bendito descalabro mundial que no hace otra cosa que intentar volvernos locos, apartarnos de la familia, los abrazos, el baile o ritual colectivo, la medicina ancestral, las formas nuevas de economía popular que se ven impedidas mientras que ese 1% de la población sigue extrayendo minerales, vendiendo consumo por internet, haciendo negocio con la salud, desmontando con incendios para sembrar veneno, especulando con el precio de los alimentos y jugando a la timba financiera, entre otras mafias que incluyen el narcotráfico, la venta de armas y la trata de personas.

De vuelta al valle, liberado durante días de ese otro virus llamado redes sociales, intento ponerme al día de las noticias políticas, sociales y económicas. Parece que se lanzó la campaña. En Cambiemos hay terrible interna, incluyendo a un médico positivista radical de apellido Manes. Por su parte, la Cristi, habló en la inauguración de un hospital planteando la ciencia positivista como única opción racional y citando la película de las Brujas de Salem para evidenciar la mentira en ciertos procesos políticos. Habrá que saber si la Cristi sabe o desconoce que también se quemaron brujas en Santiago del Estero, brujas indias, que como todas las brujas, era médicas, y fueron quemadas para el fortalecimiento de la ciencia positivista patriarcal, donde los hombres hasta quedaron con la responsabilidad de llevar adelante los partos. Básicamente, sería una continuación del sincericidio del tío Alberto sobre la llegada de los colonizadores en barcos. Barcos que trajeron la quema de brujas y la ciencia positivista, que invisibilizaron nuestros saberes ancestrales dando nacimiento al extractivismo y la destrucción de nuestra madre tierra (Pachamama). Terraplanistas.


También, explicitando el tema de las faje news, denuncia la vez que un diario italiano dijo que había ido a comprar joyas y sábanas lujosas luego de dar una conferencia contra el hambre en la FAO. A Cristi la bancamos, lo cual no dice que nos tome por boludes, porque sabemos que más allá de su discurso encantador y revolucionario, compra joyas, tapados lujosos de piel como el que exhibe en La Plata y tierras y hoteles, que la sitúan dentro de esa clase privilegiada que tiene la libertad de no pasar hambre ni trabajar esclavizada, de poder hacer “política” y entrar en los restringidos ámbitos institucionales donde no entran las pobres, ni las indias, las poetizas sociales, las negras, travestis, inmigrantes, y toda una serie de desclasadas de la conducción de nuestros destinos. Al punto que tuvieron que hacer piquetes para pedir comida. Pero el gobierno kperonista de los Buenos Aires a través del ministro Blanco vuelve a insistir que el piquete es ilegal respondiendo al viejo transero macrista de vialidad que ahora es intendente de Capitán Sarmiento. Mientras tanto Cavallo elogia el equilibrio fiscal del pibe Guzmán, y Lopez Murphy, olvidando que apenas pudo durar una semana en el ministerio de Economía después de un recortazo a la educación pública, dice que es una locura que el intendente de Avellaneda compre terrenos para el plan de los movimientos piqueteros de Pan, Tierra, Techo y Trabajo, cuando en realidad hay que invertir en salud y educación.


Por otro lado, parece que apareció una nueva enfermedad llamada “hongo negro”, una enfermedad derivada del mal tratamiento de Covid-19. Todavía los medios parecen no enterarse que en el campo les niñes siguen muriendo por la lluvia de glifosato. En los barrios por los tiros de la policía. Los femicidios son moneda corriente y por cuarto año consecutivo el precio de nuestro trabajo pierde terreno frente a la inflación. Si bien no queda otra que apoyar este gobierno aunque no sea “compañero”, aún dejando de lado visiones ancestrales, hay un tibio sabor a nada. O una nada sabor a tibio. Como afirma el periodista Iván Schargrodsky, aclarando que la frase es un poco machista: “Como dice Mario Vargas Llosa, y bien entendió Néstor Kirchner, vos te tenes que comportar con los caballeros como un caballero, y con los canallas como un canalla. Ese es el honor bien entendido lo demás es ser idiota”. Estamos lejos de responder esa inquietud que Manuel Belgrano expreso en La Gaceta en 1813: “Que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es sólo para ellos. Se han elevado entre los hombres dos clases muy distintas: la una dispone de los frutos de la tierra; la otra es llamada solamente a ayudar por su trabajo en la reproducción anual de estos frutos y riquezas o a desplegar su industria para ofrecer a los propietarios comodidades y objetos de lujo a cambio de lo que les sobra. El imperio de la propiedad es el que reduce a la mayor parte de los hombres a lo más estrechamente necesario”. En la revista Hecho en Buenos Aires del climatólogo y geofísico estadounidense Michael Mann dice: “el covid activó la alarma de las pandemias, pero tenemos más alarmas sonando”.

En memoria de Doña Ramona Bustamante. Estas charlas o relatos transcurren en el Valle de Polonia, es decir, Ningunaparte. Son ficción. Ciencia Ficción Jipi. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.