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Bolivia: Los dilemas del MAS y el proceso de cambio

Tres miradas sobre la crisis política que vive el país de las mamitas en el campo popular. El politólogo Fernando Mayorga, el militante campesino Wilson Mamanis y un grupo de ex-masistas que apoyan la quinta reeleción del Evo Morales.

En medio de una crisis económica con una importante inflación de los alimentos básicos, falta de dólares y combustibles y un agotamiento de las reservas de gas, el presidente de Bolivia, Luis Arce, tiene la segunda peor imagen de América Latina, después de la peruano Dina Boluarte. Lo más curioso es que su principal opositor, es su antecesor, el ex presidente Evo Morales, quien fue el responsable de ungirlo, desde Argentina, como candidato en 2020. Algunos dicen que contrariando la voluntad de las bases.

¿Similitudes con la Argentina? Salvando las distancias: si. Fernando Mayorga asegura, de todas maneras, que Arce, no es Alberto Fernández. Que en algún momento avanzó en una estrategia agresiva de disputa, a través de los recursos del Estado, coptando organizaciones sociales y sindicales y, sobre todo, el aparato judicial. Gracias a ello, el Tribunal Constitucional Plurinacional declaró inhabilitado al Evo Morales y falló a favor de la dirigencia arcista para que se quede con el control del MAS o Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos.

Otras voces me dicen que, calladito, Arce está haciendo mejor gestión que Evo, y que por eso lo boicotean. Que además no es lo mismo gobernar con full reservas de gas y precios internacionales altos. Que ha dado más empoderamiento a las base sociales y sindicales. Y que en una de esas, a pesar de las encuestas, logra la reelección.

Atrincherado en El Chapare, prófugo de la Justicia por una causa de trata de personas y abuso sexual a cambio de favores políticos, Evo Morales promete ser candidato a presidente a pesar de todas las contrariedades. Incluso la falta de apoyo popular, que de todas maneras, lo sitúa al frente de las encuestas con un 20% de votos. La histórica región selvática y cocalera donde se formó es, para algunos, un bastión de resistencia y esperanza a lo zapatista. Para otros, un nido de corruptos y narcotraficantes.

Desde el arcismo y otros sectores hoy desvinculados al MAS lo acusan a Evo de haber ejercido un poder desmedido en la conformación de las listas para las municipales de 2021. Incluso forzando a que algunos candidatos se retiraran o fueran expulsados del MAS como la actual alcaldesa de El Alto, Eva Copa, o de Cobija, Ana Luisa Reis. En La Paz resultó gobernador Santos Quispe, hijo de Felipe Quispe, eterno rival político de Evo Morales y uno de los artífices de las revueltas que tumbaron el gobierno de facto de Jeanine Añez y devolvieron la democracia a Bolivia.

Desde el arcismo también aseguran que Morales y su facción dentro del MAS son los responsables de boicots al gobierno que van de rumores sobre la falta de dólares, bloqueos en las rutas y en el Senado, donde su bancada no permite aprobar préstamos internacionales que permitirían suavizar la falta de dólares y combustible.

Miles de militantes del MAS se han desafiliado y planean hacer un nuevo instrumento político. Denuncian la detención por “instigación a la violencia” de los dirigentes Humberto Claros, de la histórica Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y Ramiro Cucho, del Consejo Nacional de Ayllus y Markas del Qollasuyo (Conamaq). Casualmente ambos afines al evismo.

Las internas en Bolivia, son a la boliviana.

En Cochabamba, Mayorga me cuenta que hace rato es necesaria una renovación generacional del MAS, con una autocrítica y un nuevo plan estratégico. Con nuevas figuras que ya han demostrado su capacidad de gestión como, las ahorita retiradas de la política partidaria, Adriana Salvaterra o Gabriela Montagno; la ex presidenta del senado y actual alcaldesa de La Paz, Eva Copa; o el actual presidente del Senado Andrónico Rodríguez, del riñon de los cocaleros y Evo Morales, a quien todos postulan como candidato salvo el propio Morales y las federaciones cocaleras, que un ampliado especial aclararon que no sería candidato.

Mayorga me presentá a Wilson Mamanis, secretario del Instrumento Político de la Federación Sindical Única de Campesinos de Cochabamba (FSUCC), organización afin al arcismo. Dice que las bases no tienen internas, que hay que dejar paso a nuevas generaciones, y que Andrónico Rodríguez podría ser un candidato de unidad.

En La Paz me encuentro con ex-militante del MAS desencantados con Arce, a quien incluso tildan de traidor. Me dicen que están a tiempo de reconstruir un instrumento político y que Morales es el único candidato posible y razonable para las elecciones de agosto de este año.


Ahí nomás llegan. Paola Hockofler, parte de la Coordinadora Nacional Urbana que organizó la resistencia al golpe de Estado de 2019. Federico Jove, cocalero del Consejo de Federaciones Campesinas de Los Yungas y fundador del MAS. Suseth Rodríguez, una de las tantas compañeras que tuvo que exiliarse en Argentina tras el golpe y acompañó a Evo Morales en esos momentos difíciles. Y Saúl Paredes, militante de El Alto. Luego se nos sumarán otres compañeres en los cafecitos clandestinos de la calle Sagárnaga allí donde otres militante planearon otras resitencias, a la narcodictaduras de los setenta

Mientras tanto, la derecha rancia y añeja de Tuto Quiroga, Samuel Dorio Medina o Manfred Reyes Villa se pone la servilleta y en la calle, las caseritas, putean en colores por los precios, la falta de combustible, los casos de corrupción de ambos lados del mostrador del MAS, la luchas y eternizaciones en el poder, la oportunidad histórica que se ha perdido, y algunas incluso preguntan: “¿Y en Argentina? ¿Milei?¿Milagro económico no?”

Cualquier parecido con el progresismo, peronismo, kirchnerismo argentina, no es pura coincidencia.

Con ustedes les entrevistades: