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La trompada de Milei

Una serie de miradas y polémicas sobre no sólo qué vimos en las urnas, sino también cómo nos vemos a nosotrxs mismxs.

Por Lea Ross | Ilustración: Fuska.visual

“Ese Milei es un loco”, comenta el chofer de un colectivo interurbano, junto a un pasajero y un inspector de boletos. Precisamente, en su asiento, su humilde servidor lee el libro El loco, sobre la vida privada de Javier Milei, escrito por Juan Luis González. Los tres señores cincuentones especulan que si llega a ganar el extraño de pelo largo, el Congreso de la Nación no le va a permitir aprobar algunos proyectos, y que por ende los seguidores del autopercibido libertario realizarían intervenciones contra el Poder Legislativo en las calles. El pronóstico rememora la toma de poder que ejercieron los seguidores de Donald Trump y Jair Bolsonaro, cuando no reconocían sus respectivas derrotas electorales.

-Igual, hay una sola cosa que sí lo banco a Milei, que es que plantea que la deuda con el Fondo la tienen que pagar los políticos. De ahí lo de hacer desaparecer ministerios y eso…

-Sí, pero también podría pagarlo sacando las jubilaciones.

-No, pero si sacara las jubilaciones será para los de mayores ingresos. Como la de los jueces.

-¡Uh! Eso sí. Esos cobran más de un millón de pesos.

Mientras tanto, un emprendedor de quesos artesanales, que los vende él mismo en una ruta en Trenque Lauquen, le reconoce a un colega periodista lo criticable que es Milei. Pero que aún así, había que votarlo: “Hay que darle una oportunidad. Hay que cambiar la Historia. Después veremos. Pero basta con los mismos de siempre”. Este emprendedor condimenta sus productos con saborizantes vegetales orgánicos para que sean más saludables. Su proyecto lleva un nombre en mapuche.

Por otra parte, en Twitter, se viraliza el testimonio de un empleado público de Salta, entrevistado por un movilero de un canal local: “Yo voté a Milei. Con el sueldo que tengo no me alcanza. Tengo que trabajar de albañil, de changas”. Ante la pregunta si acuerda con sus propuestas responde: “No. Y no lo votaría en otro contexto. Pero lo votaré igual para que haya un cambio. Para mí, y para vos”.

Voces que pululan en todos lados, en cada rincón, y que analistas, pensadores y racionalistas optaron por ningunear.

Yo te avisé

Recibo un mensaje de Whatsapp, de una reconocida militante de luchas socioambientales: “Lea, acá en casa nos acordábamos de vos, cuando nos dijiste que Milei ganaría”. Me quedé pensando: ¿yo dije que ganaría Milei? Sí recuerdo pensar que era pausible que así fuera.

Pero aún así, los resultados electorales de las PASO fueron un baldazo de ladrillos para el amplio sector bienpensante progresista. Una trompada a la pared hacia los buenos modales y el puritanismo por izquierda. Para todxs, pero quizás salvo para una persona: Cristina Fernández de Kirchner.

El 30 de abril pasado -más de tres meses atrás y cuando todavía no se sabía ni quién iba a ser el candidato del oficialismo, ni qué nombre llevaría el frente-, La Luna con Gatillo había publicado el siguiente párrafo:

“[La] reticencia (de Cristina) a ser candidata parte de una base de pronóstico, donde el país vivirá un supuesto balotaje donde el extraño de pelo largo (Milei) tendría su espacio. De ahí que para ocupar la otra mitad de ese ring, la vicepresidenta trata de generar una alquimia entre el cristinismo con el massismo. Todo sea para crear un ambiente a la francesa, donde las dos últimas elecciones presidenciales en Francia quedó polarizado entre un neoliberal Emmanuel Macron y una nacionalista reaccionaria Marine Le Pen, permitiendo el triunfo al primero en ambas ocasiones”.

Lo que presuponíamos que había en las anotaciones de CFK sería el pentagrama que lleva la melodía de los votos. Tanto, como la siguiente imagen que también habíamos publicado en ese informe. Habrá que ver si eso es lo que va a ocurrir, en base a los cómputos del 22 de octubre.

Arriba: Macron – Le Pen. Abajo: M & M.

Qué se vayan todos

El reloj ya me marcaba dos horas del asesinato de un compañero. Son las ocho de la noche en el microcentro cordobés capitalino. Un reducido grupo de organizaciones de izquierda se concentra frente al Patio Olmos, en reclamo de justicia por Facundo Molares, muerto en los alrededores del Obelisco por parte de la Policía Metropolitana. “¡¡¡Qué se vayan todos, que no quede ni uno solo!!!”, se cantaba.

Un par de noches después, los televisores transmitían el triunfo de Javier Milei. No todos los militantes y simpatizantes pudieron entrar al búnker de La Libertad Avanza. Por eso, un puñado de personas optaron por conformarse con los festejos en las calles y en la vereda. Algunos celulares registraron ese momento festivo, con el siguiente cántico: “¡¡¡Qué se vayan todos, que no quede ni uno solo!!!”.

El “Qué se vayan todos” nació del calor de la debacle del 2001, cuando la Convertibilidad que había creado Domingo Cavallo en 1991 se volvía insostenible. En ese entonces, 1 peso = 1 dólar, piquetes y cacerolas, la lucha es una sola. Luego de los asesinatos policiales y la salida en helicóptero, en enero de 2002, la Convertibilidad se quebró, el peso empezó a alejarse del dólar, y los piquetes fueron para un lado, y las cacerolas fueron para el otro. Los primeros, mantuvieron los métodos piqueteros u otras formas de lucha más ligeras. Mientras que las otras, ninguneadas por los primeros, mantuvieron sus cacerolas de la mano de las marchas por el secuestro y asesinato de Axel Blumberg, los “piquetes de la abundancia” sojera en el 2008, las concentraciones del 8N en 2011, y las manifestaciones contra la cuarentena de 2020. Pocos se percataron que esos mismos también adquirirían una identidad política masiva. De ahí, la sorpresa del triunfo de Mauricio Macri en 2015. Y ahora: ésta realidad que estamos viviendo.

Son todo lo mismo

La politóloga María Esperanza Casullo, en una nota publicada hace dos años para Le Monde Diplomatique, advierte que hubo tres momentos de ascensos de nuevas derechas: la UCEDE, el macrismo, y la derecha youtuber hoy. Los tres coincidieron en la presencia estelar de sus dirigentes en programas de televisión y portadas de revistas, incluso con mirada crítica de sus “perfiles”, para mostrar sus “matices”. También se repite ciertas narrativas que atraen “los horizontes aspiracionales de las clases medias urbanas, que (se dice) se identifican exclusivamente con un horizonte de mejoras materiales basadas en el mercado”, sumado a la atracción a un sector juvenil.

Dolarizar, privatizar, demonizar al Estado, todos serían “refritos” de lo que se circula dentro de los espacios liberales de siempre, como así también la defensa a las Fuerzas Armadas o polemizar con “lo políticamente correcto”, con una cierta de dosis de paternalismo hacia “los pobres”. A lo sumo, lo novedoso es que al ser ideas ya muy “cuarentonas” obliga a que sus actuales referentes pongan atención a la “batalla cultural” y a desacostumbrarse de habitar los cómodos estamentos académicos. De ahí que “la dificultad para hablar de economía obliga a potenciar el antifeminismo y el antiprogresismo en el discurso”, aclara Casullo.

Lo que desde aquí podríamos agregar es que para alcanzar el poder, se requerían un mínimo acuerdo con la política tradicional, aún a costa de ciertos principios. A la UCEDE no le costó nada aliarse con el PJ, porque el contexto mundial bajo el recetario del Consenso de Washington fue lo que llevó a que Carlos Menem se afeitara las patillas. Lo contrario para Macri, que tuvo que abandonar su afán de privatizar empresas privadas si quería que las bases de la Unión Cívica Radical le “terceriza” la militancia en los barrios al PRO. En el caso de La Libertad Avanza, es notorio cómo se van sumando reconocidas figuras de la vieja guardia. Ya en las provincias, ingresó algún que otro Bussi en Tucumán o a un Menem en La Rioja. Pero nunca aceptó ser dependiente de ningún aparato preexistente a la hora de juntar votos. De hecho, al no tener estructura, todavía se preguntan cómo lo hicieron.

El origen de los “zurdos de mierda”

En una extensa entrevista radial, el profesor de economía Michael Hudson, de la Universidad de Misuri e investigador en el Levy Economics Institute en el Bard College y ex analista de Wall Street, advierte que estamos viviendo un período de “neofeudalismo”, donde el sector financiero global reemplazó a los grandes terratenientes del medioevo. Advierte que los banqueros emiten gastos para comprar “arte snob y basura de Andy Warhol. Y así, todo ese dinero que se extrae de la economía de la producción y el consumo, se desvía para ese mercado de lujo, financiero y de los bienes raíces”.

El funcionamiento de esto se radica en la llamada deuda ociosa o debt jubilee, donde los países tienen incapacidad de saldar sus pagos al extranjero sin causar desempleo o enajenar su propia infraestructura, y todo bajo la plena conciencia de los acreedores: “En el caso de las deudas del Tercer Mundo, yo puedo garantizarles que, habiendo trabajado durante años en el Chase Manhattan Bank como analista de balanza de pagos, vi que los países no podían permitirse pagar la deuda, salvo si pedían más dinero prestado para pagarlo o privatizando y vendiendo sus bienes nacionales”. El caso de la Argentina enormemente endeudada con el FMI es elocuente, pero no una excepción.

El objetivo que tuvo “el capitalismo industrial era deshacerse de todo el legado del feudalismo. Pretendía eliminar la casta de terratenientes, ya sea con impuestos sobre la renta o simplemente nacionalizando la tierra”. De hecho, “durante todo el siglo XIX, toda la economía clásica luchó para destruir la renta que se apropian los terratenientes”. Hoy, con las grandes financieras manejando esos activos, “todo eso falló y fue reemplazado por un plan de estudios muy orientado a favor de los depredadores”. De esta manera “toda la historia del pensamiento económico se ha reescrito y se ha invertido para que parezca exactamente lo contrario”, de ahí que “la lucha contra el marxismo fue también una lucha contra toda la economía clásica”. Es en esa explicación que el gran ganador de las PASO, Javier Milei, llamó la atención con sus gritos contra Keynes y de afirmar años atrás que Mauricio Macri era un “desarrollista, con bases marxistas”.

La humildad ante todo

Hablando de Alejandro Fantino: no hay dudas que Animales sueltos ha sido uno de los lugares predilectos que infló la imagen de Milei, antes que se viralizara por las cuentas de YouTube y TikTok. De ahí, la ofrenda que le otorgó el gran león al animal suelto, ahora no en un estudio de televisión, sino desde una plataforma en streaming, es decir, que se transmite exclusivamente por internet.

En el libro El loco, se encuentran miradas dispares sobre la llegada de Milei al ámbito mediático. Está la versión del propio Fantino, que dice que fue pura casualidad la visita del liberchongo, que fue por recomendación de un reconocido economista y que lo terminaron convocando, porque en una mesa tenían una silla de más. Pero después, aparecen otras sospechas.

Animales sueltos se filmaba en un estudio televisivo de una empresa, que tiene como accionista a Sebastián Lombardi, amigo o allegado de los hermanos Schlenker, involucrados en asesinatos de narcos y barrabravas. Hoy, Lombardi tiene distintas empresas, de las cuales recibe contratos de La Libertad Avanza para realizar actos proselitistas, a pesar de no contar con empleados propios, otorgando la sospecha sobre malversación de fondos y con sujetos infumables para los “anti-casta”.

Además, Animales sueltos se transmitía por América TV, cuyo accionista minoritario es Eduardo Eurnekián, magnate de la Corporación América, donde trabajó Milei desde 2007 o 2008 hasta 2021. Durante el macrismo, Eurnekián tenía la sospecha que el gobierno de ese entonces le iba a quitar las concesiones de los aeropuertos. De ahí que aparece el economista mediático, diciendo que el presidente M es un “desarrollista, con bases marxistas”.

¿Pero es sincera entonces esa cordialidad entre Fantino y Milei? La Luna con Gatillo le preguntó a Juan Luis González, el autor de El loco, sobre qué lectura tenía sobre eso. Él nos contesto humildemente: “Milei es alguien que está buscando un amigo. Fijensen el gesto con Fantino. Un amigo, un padre, una pareja, un hijo… Él tuvo una vida mucho más dificil que la del 90% de quienes lo critican. Por eso el libro: es para tratar de entenderlo”.

Quizás no sea solo Milei, sino también tratar de entender lo que les pasa a quienes lo votaron.

Eso no es Economía

Volvamos a Hudson, que nos llevará nuevamente a Milei: “Si vos incluís, en tus estadísticas nacionales, los costos por enfermedades, destrucción, calentamiento global, subida de nivel del mar y contaminación por el petróleo, verás que para ganar solo unos pocos millones de dólares para una compañía petrolera, se causarán perdidas por mil millones de dólares a nivel mundial”.

“Pero los economistas llaman a eso externalidad -continúa el ex lobo de Wall Street-. Y eso no es realmente una externalidad, porque es real. Debe ser interno. Debería ser parte del modelo. Pero los economistas dicen que si eso no demuestra que el 1% más rico está salvando a la humanidad, entonces eso es externo a su análisis. Solo se fijan en qué hacen los ricos para ayudar a la sociedad. No estamos mirando lo qué hacen los ricos que lastima a la sociedad, porque eso ya no es economía”.

El capitalismo no funcionaría. Para que funcione, hay que ocultar esos miembros dentro de la ecuación. Si se le pregunta a Milei qué piensa del cambio climático, no tiene ningún en problema en decir que, al igual que los feminismos, es un invento del “marxismo cultural”, ante el fracaso de la Unión Soviética y de no poder tener llegada al sector obrero. La realidad es que si aquello es real, sus cálculos no le estarían funcionando.

No proceda

Pifiaron las encuentas. Pero otro que la pifió fue, curiosamente, otro que votó por Milei. Carlos Maslatón, influencer y panelista del programa Duro de Domar en C5N, planteaba que Massa era el mejor candidato para el oficialismo, porque no era verdad que la “gente la pasaba mal”. La clave era el concepto de economía barrani: es decir, la economía que no factura. La alta pobreza que mide el INDEC es una medición que no abarca a toda la sociedad. Esos cómputos se le escapa que el actual crecimiento económico que vive el país no solo se “derrama”, de manera muy tardía o floja, en la economía formal, sino también en distintos emprendimientos que escapan a los registros de la AFIP. Es decir: una alta de demanda de consumo y de pequeñas inversiones que pasa desapercibido ante la mirada del Estado, explicado por la alta informalidad del mercado. La premisa es tan certera como dudosa de su conclusión.

El mundo barrani abarcaría desde el pibe que hace malabares en las calles, el carrero que trabaja solo, el creador contenidos multimedia sin monotributo hasta aquellos que están en los distintos eslabones del narcotráfico y la trata de personas. Pero Maslatón se codea con un universo reducido al barrani, que son los jóvenes que compran y venden activos financieros y criptomonedas, que él mismo los asesora.

A Maslatón le encanta ir a comer en restoranes en Recoleta. Para su humilde servidor, acepta comer barato en pequeños restoranes céntricos. Son esos lugares donde lo que te dura un plato pasan cinco o seis personas ofreciéndote lapiceras, golosinas o un papelito pidiendo ayuda en la mesa. Es decir: venden productos sin facturar, 100% barrani. Ya para la séptima u octava persona, la moza les avisa que ya ofrecieron esos bienes que traen para vender. “Eh, bueno, pero hoy es viernes, necesito laburar”, le contesta el pibe. ¿Será que lo que no le llega de derrame a esos jóvenes es porque se lo quedan los cuatro o cinco vivos de siempre, como dice CFK?

Brotes verdes

17 de agosto de 2020. Hace tres años atrás. Centro de la ciudad de Córdoba. El monumento a Agustín Tosco es intervenida por una serie de afiches con varias consignas. Unos jóvenes le sacan la foto a un DNI. “Estamos afiliando a alguien para UNIDOS”, me explican. “¿Qué es eso?”, les pregunto. “Es un partido libertario… ¿te querés afiliar”, me dicen. Frente al rostro de Tosco, aparecen consignas contra el sindicalismo, el peronismo, el macrismo, el estatismo, el marxismo, el comunismo… Y una fórmula: “Más Alberdi, menos Perón”.

Archivo 2020. Ph: Matías Magnano.

Las marchas contra la cuarentena del año 2020 pudieron ser el inicio de la búsqueda de una identidad colectiva que llevo a emitir el voto por Milei. Acá no solo hubo “viejos chotos”. Hubo un cambio generacional. Las edades son variopintas, no así los modelos de automóviles, que eran todas 4×4. Las familias enteras llevaban a sus niñas, alzándolos con sus brazos, mientras sostenían una banderita. Una anciana dice presente, postrada en una silla de ruedas, aún siendo grupo de riesgo.

-¿Cuántos años tenés?- le pregunto a un simpatizante del liberchongaje.

-¿Cuántos me das?-, me repregunta timidiamente, como si sintiera curiosidad.

-Y no sé… 23, 27…

-Tengo 19-, me responde.

Nuevas narrativas

2 de abril del año 1982. La televisión argentina anuncia el desembarco de tropas argentinas en las Malvinas. Con tan solo 11 años de edad, Javier Milei le dice a su papá y a su mamá que eso era terrible, que al país le iba a ir muy mal en la guerra. El chauvinismo de su padre, un chofer de colectivo, lo llevó a darle una trompada ante semejante acotación, que se volvió lúcida.

Estamos ahora en el 2023. El que viaja en un colectivo, tiene desprecio por el acomodo de los jueces y votó a Milei, porque no siente que su vida cambie porque haya lawfare o porque Cristina está proscripta. Un pequeño emprendedor siente lo mismo que el monotributista que se le acumula su deuda con la AFIP: los progresistas, los izquierdistas y los peronistas no les interesa hablar de impuestos. Una familia sigue esperando su turno en un hospital, mientras se pregunta por qué la televisión insiste en hablar de los recortes de ministerios, si ni siquiera el presupuesto actual logra que los atiendan. Un kiosquero de un pueblo serrano mira con malos oídos a los jóvenes que hablan de “extractivismo”, en lenguaje inclusivo o palabras que nunca llegó a escuchar, y sí empieza a tener simpatía por quien retoma otra que quedaba en el olvido y que siente que es menos restrictivo: libertad. El pibe que tiene desprecio por los canales de televisión hegemónicos no recuerda, ni le interesa, hablar sobre la Ley de Medios Audiovisuales, porque él mismo puede crear sus propios contenidos multimedia. Finalmente, un dirigente de una organización barrial cree que su propio hijo votó por Milei, porque siente que su proyecto de vida será mejor que la que están teniendo ahora.

Nuestros modos de ver nuestras propias realidades están fosilizandosé. La política se vuelve virtual. La rosca no logra dimensionar lo que nos pasa. Se necesita construir nuevas narrativas, más abarcativas y más inclusivas, que logren entendernos a nosotrxs mismes, de escuchar y comprender a quien tenemos al lado y de pensarnos en esa multiplicidad de realidades para volvernos más terrenales. Quien te dice, a lo mejor eso hubiese evitado la trompada que recibió Milei a los 11 años, y así nos conoceríamos de otra manera.