Marx, Plutón y la Era de Acuario
Por Yunga
Imagen de portada hecha por IA.
El pasado 20 de enero Plutón entró en la constelación de acuario por primera vez desde 1798. El progresismo academicista ríe pedante y exclama “¡Los astros no intervienen en la historia!” mientras descorchan una sidra en año nuevo o festejan el 1 de cada mayo. La historia es, en gran medida, cíclica. Por supuesto no es circular, pero sí espiralada. Desde que el mundo es mundo a los giros a la derecha le siguen giros a la izquierda y viceversa. Cientos de páginas invirtieron Marx y Hegel en intentar expresar esta dinámica dialéctica. Algunos ciclos duran un mes (como la Luna), otros un año (como la Tierra), otros dos (Marte) y otros quizás 247 años, como Plutón. Creer o reventar. Y al que le reviente, siempre puede tomarlo como una división completamente arbitraria del tiempo. Una forma de dividir los últimos dos siglos y medio en 12 intervalos que nos facilita distinguirlos y compararlos.
La última Era de Acuario (es decir, la última vez que el pseudo-planeta de mayor órbita de nuestro sistema solar estuvo en acuario) fue entre 1778 y 1798. El 6 de febrero de 1778, siete días después de que este fenómeno astronómico sucediera, Francia firmó un Tratado de Alianza en el que se comprometía a luchar contra los británicos en favor de la independencia norteamericana. Esta alianza empezó con el pie izquierdo: unos meses más tarde una tormenta destrozó la flota francesa, dejando al general John Sullivan sin los refuerzos planeados, fracasando así en el plan de tomar el puesto británico de Newport, Rhode Island. Curiosamente (o no) hay una correlación astrológica para este suceso: todos los años Plutón pasa unos meses retrogradando (es decir, debido a la posición relativa de la Tierra, vemos como si el astro retrocediera), por lo que en esos meses Plutón había vuelto a capricornio. Recién en diciembre de ese año volvería a entrar definitivamente en acuario.
Durante los siguientes tres años, gracias a la alianza entre el Compte de Rochambeau y Washington, el frente francoamericano logró una serie de batallas decisivas para la independencia que terminaron con el asedio de Yorktown, en octubre de 1781. La participación militar de Francia (cuyo interés era obviamente más económico que moral) no sólo inspiró a la burguesía francesa a renegar de su monarquía, sino que el gasto de la guerra agravó la crisis y propició las bases para la Revolución Francesa de 1789.
A pesar del encanto con el que recordamos a la Marianne en tetas, fusil en mano y bandera en alto, la de 1789 es (como casi todas las de ese periodo) una revolución burguesa. Es decir: a costa de la explotación del proletariado y las colonias. Liberté, Égalité, Fraternité vale para una pequeña porción de la República (el sufragio universal masculino no llegaría sino hasta 1848, que por cierto tuvo como consecuencia la elección popular del sobrino de Bonaparte y la restauración de la monarquía, demostrando una vez más que la historia es siempre cíclica).
Entre 1792 y 1793, sobre el final de la última Era de Acuario, la flamante nueva República se engolocinó con la guillotina y El Comité de Salvación Pública, liderado por Robespierre, ejecutó a 50.000 personas en el periodo que se conoció como El Terror. Finalmente, en 1795, el cuerpo legislativo de la Revolución Francesa derrocó a Robespierre y durante los últimos años de Plutón en acuario comenzó una fase más moderada de la revolución que se extendió hasta 1799, año en el que Plutón entró a Piscis y comenzó el régimen expansionista del Cónsul Napoleón Bonaparte.
Plutón es un astro asociado con el poder, la transformación y la regeneración. Acuario, por su parte, se asocia a la innovación, la libertad y la originalidad. La combinación de ambos significados implica revoluciones, pero también lo impredecible o intransigente. Es cuanto menos curioso que la época asociada al fin del feudalismo coincidiera con ese periodo acuariano. Como es curioso también que los primeros nacionalismos basados en una emocionalidad popular nacieran con Plutón en Piscis. O que una vez consolidadas las independencias (tanto en Europa como en Latinoamérica) los orígenes de los Estados-Nación como los conocemos hoy surgieran en la Era de Aries. O que la producción industrial se cuadruplicara en la Era de Tauro. Etcétera.
Por supuesto, alguien podría decir que este análisis es arbitrario y que si cambiamos el significado de los signos de todas maneras encontraríamos correlaciones; sin embargo, así como es absurdo decir que Dios “no existe” cuando hay millones de personas creyendo que sí y actuando en consecuencia, quizás así también la historia subestima la influencia de la ciencia más antigua de la humanidad. Desde 2008 el capitalismo viene corriendo detrás de un Plutón capricorniano como caballo desbocado, llevándose puesta a la Tierra entera. Finalmente, en marzo del 2023, Plutón dio su primer paso hacia acuario, haciéndonos creer por un momento que una revolución era posible, que un presidente como Grabois podía ser elegido y que al fin se cumpliría el centenario sueño de Tierra, Techo y Trabajo para todes. Sin embargo, la retrogradación del año pasado nos llevó de nuevo a capricornio, y con él, al caballo desbocado, encarnado en el jinete apocalíptico de Milei. Pero hay esperazas. Una nueva Era ha comenzado y la sociedad y los astros no son los mismos que en los noventa ni los setenta ni los cincuenta ni el siglo XIX.
Se vienen tiempos de revolución, pero para eso primero hay que creer (o reventar).