Sobre la “casta” universitaria y la universidad pública: una propuesta anarcosindicalista
Por Yunga
Durante el mes de enero se realizaron en Adiuc (gremio de docentes e investigadores de la UNC) una serie de asambleas entre delegades y afiliades con el fin de pensar un plan de resistencia contra el ajuste libertario. Entre las preocupaciones de les docentes presentes se distinguían dos grandes temas: 1) una mayoría estudiantil que considera que les docentes universitaries constituyen una “casta” y 2) la pérdida de interés en el carácter público de la universidad.
Voy a expresar mis sentimientos respecto a estos dos puntos, para luego hacer una propuesta un poquito radical, en línea con mi pensamiento anarcosindicalista.
1. La “casta” universitaria
Hay en la universidad una gran cantidad de docentes que sienten que no merecen el salario que tienen. Si analizamos la amplia mayoría de los trabajos asalariados, el de la docencia universitaria es de hecho uno de los que mejores condiciones de trabajo tiene. Para empezar, del millón de trabajadores asalariades de Córdoba estimado, unes 400 mil pertenecen al llamado “trabajo informal” (antes llamado “en negro”, pero que hoy por suerte nos da un poco de vergüenza ser tan literales). Comparado con el trabajo en el comercio, de call center, limpieza doméstica, enfermería, atención al público o al de la construcción, les 10 mil docentes de la UNC gozan un “privilegio” laboral (relativo) que les ha llevado a ser considerades una “casta universitaria”.
Cuando se discute este “privilegio” (que en la mayoría de los casos no es más que un sueldo digno) muches docentes caen en la tentación de aclarar que esa diferencia está justificada en la cantidad de formación necesaria para ocupar el puesto. Atrapades en las garras de la meritocracia, esas personas olvidan que sin una igualdad de oportunidades de base, una enorme porción de la población no cuenta con la suerte de poder destinar el tiempo y la energía necesarios como para recibirse de una carrera universitaria (por más pública y gratuita que sea). Por si hiciera falta una imagen más concreta, basta con ir a una marcha y comparar el color de la columna docente con el de les trabajadores del Polo Obrero, para darse cuenta de que hay algo que no está bien.
En la palabra “casta” hay una alusión explícita a la relación de familia. Es curioso que sean justamente liberales quienes traigan esta acusación a la mesa, pues si de algo necesita el capitalismo para sobrevivir es de la ley de herencia. En el caso universitario esta herencia de privilegios es, de hecho, bastante cierta. Bien sabemos que les estudiantes con xadres universitaries cuentan (en general) con un privilegio económico, emocional y formativo que les permite adaptarse con mayor facilidad a las lógicas universitarias. Está claro entonces que no basta con declarar a la UNC pública y gratuita para que la inclusión sea real. Necesitamos desarrollar estrategias que nos permitan aumentar el número de egresos universitarios “de primera generación”.
2. ¿De qué hablamos cuando hablamos de universidad pública?
De los 72 mil millones de pesos del presupuesto universitario 2023 (que se pretende repetir sin aumento en este 2024), 24 mil son generados por la misma universidad (12 de esos 24 provienen de los medicamentos vendidos por el Laboratorio de Hemoderivados), mientras que los otros 48 mil millones dependen de Nación. La propuesta libertaria consiste en eliminar ese subsidio (unos 1.500 mensuales por cordobés) y reemplazarlo por cuotas estudiantiles y capitales obtenidos en acuerdos empresariales. Esto es: privatizarla.
Claramente ninguna persona que guste de pensarse socialista sería capaz de defender esta opción; sin embargo, no hay que dejar que el miedo nos paralice. Podemos ser leales a nosotres mismes y permitirnos confesar que “público” no necesariamente es sinónimo de “justo”, sin que eso implique entregar la institución a las empresas privadas ni restringir el acceso a hijes de trabajadores con bajos ingresos.
En Uruguay, por ejemplo, la universidad pública cobra un impuesto al gradudado. En términos fiscales, a les libertaries les dejaría contentes. Los 100 mil millones que hoy la UNC necesita de Nación para actualizar los salarios de acuerdo a la inflación pasarían, en el sistema uruguayo, a traducirse en una reducción salarial a les (estimemos) 80 mil trabajadores egresades de la UNC (100 mil pesos mensuales por egresade, en promedio, porque por supuesto el impuesto es porcentual y depende del ingreso de le egresade). Si bien esta estrategia me parece de hecho una buena opción para generar autonomía, no modifica el problema de base: la diferencia de oportunidades entre les habitantes a la hora de recibirse de una carrera universitaria.
3. Una propuesta anarcosindicalista
Si Adiuc fuese un sindicato de zapateres, la labor anarcosindicalista consistiría en organizar con les trabajadores la adquisición de máquinas de corte de cuero, de coser, de pegado, un espacio de trabajo y todo lo necesario para reemplazar al patrón por un Consejo de Trabajadores. Siendo, en cambio, un gremio de docentes universitaries, el patrón a reemplazar resulta ser el Estado.
Sin dudas la autonomía adquirida por la UNC (que duplica en años al Estado-Nación) permite cierta independencia en las decisiones tomadas por el rectorado, sin embargo mientras los sueldos sigan dependiendo de la voluntad política del Gobierno de turno, la inestabilidad seguirá presente.
¿Quién entonces estaría dispueste a subsidiar la UNC, generando al mismo tiempo una institución cada vez más aliada a les trabajadores y menos a les capitalistas? Pues nadie más que les trabajadores mismes, en su forma organizada: los sindicatos.
A muchas personas les parecerá horrorosa la idea de poner a la UNC en manos de los sindicatos, entendiendo que hoy muchos gremios están bastante aliados al capital; y sin embargo, no existe otra organización más socialista que una unión de trabajadores. De hecho, mi propuesta no es tanto buscar una universidad económicamente independiente del Estado, sino sobre todo potenciar las alianzas entre les docentes universitaries y el resto de les trabajadores.
La UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular) y la CGT (Confederación General del Trabajo) cuentan con unos 450 mil afiliades cada uno a nivel nación. Estimando por cantidad de habitantes digamos que unes 20 mil cado uno en Córdoba. En la UEPC (Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba) cuenta con 33 mil afiliades (de les cuales un número alto son egresades de la UNC). El Sindicato de Luz y Fuerza, 75 mil. Asociación de Trabajadores del Estado, 8 mil. Teniendo en cuenta que unos treinta sindicatos cordobeses firmaron en 2021 un convenio contra la trata de personas, podríamos estimar unes 400 mil afiliades sindicales. Un promedio de 20 mil pesos por mes por afiliade alcanzaría entonces para poner a la UNC en manos de las organizaciones sindicales.
Una transformación así no se va a dar de la noche a la mañana, pero empieza con un pequeño gran paso: un cupo docente para un sindicato en una facultad afín. Por ejemplo: un cargo de dedicación simple en Sociología para une egresade con más de 3 años de afilición en la UTEP, cuyo sueldo esté asegurado por un porcentaje de la cuota de les 20 mil afiliades de la UTEP (entre 20 y 30 pesos mensuales por persona). Le afiliade no sólo gozará de un trabajo anhelado por muches sino que, motivade y acompañade por el gremio, podría eventualmente participar del Consejo Directivo o presentarse para Decano, empapando así rápidamente a la institución con los intereses de la economía popular.
Lo mismo puede pensarse para cargos no docentes: ¿cómo es posible que, existiendo el Sindicato de Obreros y Empleados de Empresas de Limpieza, Servicios y Afines de Córdoba (SOELSAC), haya facultades contratando empresas de limpieza privadas? Está clarísimo lo importante que sería un cupo docente para sindicatos como SOELSAC o SINPECAF (sindicato de personal de casas de familia), para empezar a desafiar la lógica capitalista, racista y patriarcal involucrada en las tareas de cuidado.
El primer impacto positivo tras la incorporación de docentes por fuera del presupuesto universitario será aliviar la carga horaria de aquelles docentes con un número alto de estudiantes por docente. Por otro lado, así como podrían crearse cargos, podrían generarse becas de estudio (algo que, por cierto, ya sucede en algunos sindicatos, como en el de Luz y Fuerza, que cuenta con residencias universitarias para hijes de afiliades) y por supuesto también otras alianzas de mutuo interés como cursos, comedores y cooperativas de trabajo.
Se nos va la vida luchando por ese sueldo que sí nos parece digno. Basta ya de tener que salir cada cuatro años a exigir que no se privatice la universidad. La democracia representativa está en crisis y todo parece indicar que es la derecha capitalista la que mejor está sabiendo aprovechar el desconcierto político. Es momento de despabilarse, organizarse, autogestionarse. Es, una vez más, nuestra oportunidad para salir del anquilosamiento y generar una nueva forma de gobierno socialista que, como siempre, tendrá que ser impulsada por una alianza entre estudiantes y trabajadores.