CRÍTICA DE CINE

El Caballero y la Noche: Acerca de Macri y Batman

Por Lea Ross

“En ningún momento, hay más oscuridad que el segundo antes de amanecer”. Fue una de las frases más comentadas de las que brindó el presidente Mauricio Macri la semana pasada. Fue pronunciada durante una entrevista en la radio Cadena 3. Durante el transcurso del reportaje, el dólar estaba a punto de alcanzar los 45 pesos, el cual ya había batido el récord de superar los 44.

Inmediatamente, las redes sociales aseveraron que esa frase fue extraída de la película Batman: El caballero de la Noche (2008). La dijo el personaje Harvey Dent, durante la escena de una conferencia de prensa. Al contrarrestar las burlas, distintos intelectuales y twitteros, alineados al Gobierno, aseveraron que en realidad la frase ya provenía de una publicación del siglo XVII. Según lo asevera el portal de origen inglés Phrases: “El teólogo e historiador inglés Thomas Fuller parece ser la primera persona en haber impreso el proverbio. Su diario de viaje religioso A Pisgah-Sight Of Palestine and The Confines, de 1650, contiene este punto de vista: ‘Siempre es más oscuro justo antes del amanecer’.

“La fuente del proverbio no se conoce. Puede ser el mismo Fuller, o puede haber estado grabando una pieza de sabiduría popular. En 1858, mucho más tarde que Fuller, Samuel Lover atribuyó la noción a los irlandeses, en canciones y baladas: ‘Hay un hermoso dicho entre el campesinado irlandés para inspirar esperanza en circunstancias adversas: Recuerden, dicen, que la hora más oscura de todas es la hora antes del día’”.

Christopher Nolan, director y guionista de la mencionada película sobre el encapuchado, es londinense y estudió literatura en la University College de la capital inglesa. Ahí que el futuro cineasta pudo haber aprendido los escritos de Fuller y haberse visto inspirado para sus proyectos fílmicos. Tampoco sorprendería que la frase haya sido interiorizada por el propio Mauricio Macri, ya que tiene presente en sus bibliotecas compendios referidos al género de autoayuda, que no estarían exentos de aquel proverbio en vilo. Aunque no por eso se descarta que el mandatario lo haya extraído del cine.

La cuestión del parricidio

Inevitablemente, distintos medios de comunicación rememoraron un par de frases que realizó el extravagante new age Alejandro Rozitchner, hijo de León Rozitchner, a la hora de envilecer la figura del presidente como persona, en base al personaje. En septiembre de 2016, en el canal América TV, declaró que “este Gobierno tiene un rumbo muy claro. Ha hecho un montón de cosas. Porque es como Batman. Y va a seguir haciendo un montón de cosas, porque todo va a salir bien”.

Un año después, en el canal de TN, cuando le preguntaron por qué dijo que Macri era como Batman, respondió: “Porque tiene un dinamismo increíble. A mí me sorprende, porque lo miro de cerca, la cantidad de equipos que hay en todos los ministerios, abordando proyectos y tratando de solucionar problemas de toda índole. Lo veo al presidente en reuniones de seguimiento, informado de todos los temas, muy atento al detalle. Es una persona que le interesa lograr algo. Me parece que todo su equipo está enfocado en esa perspectiva y lo veo tan dinámico que, jugando un poco con las ideas, porque creo que el pensamiento tiene legítimamente un rasgo de juego e invención, me parece que podríamos decir que el Gobierno es como Batman, dado su dinamismo. Y porque Batman y Robin son el dúo dinámico”.

Batman, el Caballero de la Noche, aquel que vio ante sus propios ojos el asesinato de sus padres, proclama justicia en una ciudad como Gótica, devastada y manejada por el crimen organizado. Tanto en los comics, como las series y los filmes, Gótica es controlada por dos mafiosos: Carmine Falcone y Salvatores Maroni. “Vamos a combatir a las mafias”, decía Macri. Dentro de esa adversidad, Bruno Díaz –aquel hijo de una burguesía que garantizaba prosperidad- utiliza su ingenio (de detective) para desarmar esas organizaciones, por fuera de las instituciones ya corrompidas. Macri, como hijo de esa supuesta burguesía, trataría de hacer lo que puede. Con la sutil diferencia en que su motor de impulso, con Alejandro como coutch, es la felicidad, el entusiasmo, las ganas de empujar a lograr algo frente a las adversidades. Batman, por el contrario, y tomando la versión de Nolan, toma como impulso el miedo.

Si para Rozitchner y Macri, el optimismo como materia prima del aguante es lo que permite conseguir los objetivos, dentro de un marco como es la meritocracia, para el Caballero de la Noche, ese individualismo en Gótica queda encerrado por culpa del propio miedo. Si el miedo en Gótica es lo que restringe todo cambio social, será el hombre de la máscara que canalice ese poder simbólico, encarado en un murciélago, que pone en reversa la circulación del miedo para que no llegue hacia los indefensos sino a los cabezas de la mafia.

“Como cada vez que un discurso refuerza la realidad, se trata de disfrutar del mundo real y de reprochar severamente toda desviación patológica hacia la crítica, la historia o la rebelión” señala Diego Sztulwark sobre el asesor del presidente. Pero paradójicamente, el fallido planteo de Rotizchner sobre Batman se basa en que refiere a una versión del personaje en otro contexto histórico. Y es que ese Batman, el del dúo dinámico, refiere al Batman que encarnó Adam West, en la serie infantil televisiva de los años sesenta. Allí, lejos de la oscuridad y plagado de alta tonalidad de colores al ritmo del bati-twist, no hay un capítulo que haga referencia a la muerte de los padres de Bruno Díaz, como así tampoco la presencia de mafioso en Gótica. Es más: en aquella serie, Batman tenía una plena confianza con la policía.

Pero fue a partir de las dos películas de Tim Burton (que luego continuaría Nolan) que Batman recordó la existencia de las mafias, la desigualdad social y la degradación propia de las instituciones. La destrucción de la vida como efectos colaterales de un sistema ajustado en esos tiempos. Quizás no sea casual que Batman, la primera película que filmó Burton, se estrenó en 1989.

Tal como lo señaló el colega Mariano Pacheco, a la hora de contraponer la filosofía de León Rozitchner (padre) con Alejandro Rozitchner (hijo): “Se trata del mismo apellido, incluso de la misma sangre, aunque los recorridos existenciales sean muy diferentes, más allá de la diferencia etárea. Se trata de padre e hijo, aunque no de una cuestión de juventud. Paradójicamente, sí de una cuestión de vida. León, padre, está muerto, pero más vivo que nunca. Y con un empuje tan juvenil como el de sus últimos años antes de fallecer, ya viejo. Su hijo en cambio, expresa más bien una pesada vejez, y la muerte misma de la filosofía entendida tal como la llevó adelante su padre”.

Frente a ese parricidio meta-filosófico de Rozitchner a Rozitchner, vemos incluso un proceso émulo en la cuestión política-empresarial de los Macri. La conflictiva relación de Franco Macri con Mauricio Macri fue determinado por el devenir mecánico de los procesos económicos o materiales.

Si el traspaso de León a Alejandro fue delineado por la liberalización de los productos culturales, junto con el desencanto de las ideologías al sazón de la caída del Muro de Berlín, el traspaso de Franco a Mauricio venía por el lado de la liberalización de los mercados. Franco Macri, aquel obrero que se vino con su familia desde Italia (la mafia en Gótica cuenta con apellidos tanos), a trabajar con sus propias manos para construir sus propios emprendimientos, forjar todo un patrimonio con la ayuda del capital, manteniendo acuerdos con los gobiernos de turno, tuvo que tolerar los cambios de rumbo de su propio hijo, alguien que toda su vida se acostumbró a la gerencia y otros puestos de trabajo ficticios, bajo el ímpetu de saltar a la actividad partidaria. La proeza de construir una burguesía nacional quedó sepultada al momento en que se inflaron los globos amarillos. Tanto Mauricio como Alejandro comenzaron a enfilar sus dagas que apuñalaría a sus respectivos progenitores en el año 2001.

Retomando aquella escena, donde supuestamente Mauricio Macri se inspiró sobre el amanecer y la oscuridad, el Guasón amenazó a la ciudad con que va a salir a matar personas inocentes si Batman no revelaba su identidad secreta. En esa conferencia, donde asiste Bruno Díaz dispuesto a cometer su sincericidio, el fiscal del distrito Harvey Dent (y candidato para la alcaldía) anuncia ante los micrófonos, y para sorpresa de Díaz, que él es Batman. Semejante mentira consiste en un plan para engañar al Guasón. Pero ese plan no funciona del todo bien. Ocurre una explosión y a Dent se le quema la mitad de la cara. A partir de allí, dejará de ser aquel rubio, de tez blanca, dispuesto a salvar Gótica con su inminente triunfo electoral, para pasar a convertirse en un super-villano asesino. De la oscuridad, nace un caballero.