Carta a la UTA: una propuesta anarcosindicalista para el sindicato de transporte cordobés
1 ¿Por qué hay colectivos los domingos? ¿Por qué dejaron de pasar por las noches? ¿Qué significa que un transporte sea “público”?
Cada línea de colectivos es el resultado de una negociación entre una empresa y un Estado, involucrando territorios, impuestos, necesidades sociales y, por supuesto, análisis de costo/beneficio. Como resultado de estas negociaciones se fijan horarios, precios, recorridos, condiciones de seguridad e higiene, etcétera. Al ser una negociación, no todas las condiciones convienen siempre al empresario. Los domingos son quizás el ejemplo más claro: a excepción de las horas a las que juega algún equipo grande de fútbol, es normal ver pasar colectivos llevando a una o dos personas. No hace falta ser economista para deducir que a la empresa le convendría ahorrarse la nafta y el sueldo de le colectivere y tener muchos menos horarios los domingos.
A nosotres, obvio, nos indignaría (como nos indigna cuando un domingo pasamos una hora en la parada). ¡Está bien indignarse! El transporte público es un derecho! se apuran a gritar algunes arrancándose los botones de la camisa para mostrarnos su peludo pecho peronista… y está muy bien. De no ser por la indignación de les peronches pechos peludos que defendieron nuestros derechos, quizás hoy todavía nos azotarían en la plaza por no llegar a pagar el tributo feudal.
Y sin embargo, no hay que olvidar que “los derechos” no son una entidad abstracta platónica definida como “todo lo que beneficie a les ciudadanos”. Es cierto que “donde hay una necesidad, nace un derecho”, pero tienen algo de razón los libertarios cuando dicen que los derechos no son gratuitos: resolver una necesidad es siempre consecuencia de una redistribución.
Volvamos al muy concreto caso del transporte. Tengamos en cuenta la empresa estatal de transporte TAMSE, cuyos sueldos dependen directamente de los impuestos de todes les cordobeses (y hasta nacionales). Como la empresa es parte del Estado, se supone que sus ganancias serán ganancias para toda la población. En tal caso (se supone) una de las batallas ya está ganada por la ciudadanía, pues no es necesario negociar con un empresario capitalista dueño de los colectivos que sólo busca maximizar la ganancia. Como la empresa es “nuestra”, basta con ponernos de acuerdo en relación a la frecuencia a la que deseamos que pasen los colectivos los domingos… sabiendo, claro, que esa frecuencia impactará en el precio del pasaje de toda la semana. Surge entonces la pregunta: ¿estaríamos dispuestes a no tener colectivos los domingos a cambio de pagar un 30% menos el pasaje durante la semana?
2 No es mi intención entrar en una lógica del auto-ajuste. Sé muy bien que el aumento del boleto tiene mucho más que ver con los millones de dólares que el Gobierno nacional busca invertir en empresas extranjeras (y que salen de las jubilaciones, educación y transporte), que con la frecuencia con la que circulan el bondi los domingos; sin embargo, si un 75% de la población lleva una década exigiendo un cambio… ¿No cabría al menos empezar a cuestionarnos todas aquellas cosas que a esas personas les gustaría cambiar? Aferrarnos al pasado llorando por nuestros “derechos” (como si la palabra invocase deidades eternas que le otre obviamente debería conocer y venerar) no nos va a ayudar a re-convertir a les herejes libertarios en fieles creyentes de un Estado que lleva cuatro décadas de “democrática” injusticia.
En relación al transporte, por ejemplo: ¿no es incluso anti-ecológico hacer circular un enorme colectivo los domingos para transportar a una o dos personas? Con el avance de las tecnologías de GPS, hoy somos capaces de ahorrarnos la hora de espera en la parada. Basta con entrar a Tu Bondi y ver dónde anda el bus para ir a la parada pocos minutos antes de que pase. Podríamos entonces preguntarnos: ¿qué otras modificaciones es posible hacerle al sistema de transporte con el fin de hacerlo más eficiente (y por lo tanto también más barato)?
Por una cuestión de cantidad de recursos, las multinacionales siempre son las primeras en aprovechar los avances tecnológicos. Plataformas como Mercado Libre y Pedidos Ya supieron aprovechar Internet para ahorrar en locales y empleades, invirtiendo en cambio en envíos y manejo de redes. En relación al transporte, la multinacional Uber es cada día más fuerte. El poder de estas empresas les permite sobrepasar límites de control estatales y obtener mano de obra barata, ignorando los derechos supuestamente conquistados (la jubilación, por ejemplo). Tan fuertes se han vuelto que les gobernantes muchas veces llegan al poder gracias a sus alianzas con estos dueños, como es el caso de Mercado Libre, que ahorra 100 millones de dólares anuales en impuestos.
Denunciar estos abusos es necesario y urgente… pero más urgente me parece expropiar sus tecnologías y utilizarlas en beneficio de los trabajadores. En otras palabras: ganarles en su propio juego.
3 El éxito de Uber surge de dos principios básicos: 1) Permite conocer el costo del viaje de antemano (precio que es a su vez varía de acuerdo a la oferta/demanda) y 2) La posibilidad de utilizar el auto particular para trabajar, con burocracia casi nula para su aprobación (dejando la calidad del servicio al rigor de la puntuación de les usuaries).
El primer punto, aplicado al transporte público, establecería el costo del pasaje de colectivo en 10.000 pesos un domingo. Por supuesto, sabemos que hay gente que trabaja los domingos a quienes no nos gustaría quitarles el transporte, pero podríamos por ejemplo variar el tamaño del transporte ese día. Quizás a ciertos horarios y ciertos días, alcanzaría con minibuses y autos como los que circulan en Bolivia. ¿Qué nos detiene de ofrecerles un rol en el transporte público a todes eses trabajadores hoy explotados por una multinacional? Incluso se podría, mediante una aplicación, juntar dos o tres usuaries con recorridos similares y juntarlos en un único viaje garantizado por un transporte público estatal.
En Empresarios al volante. La producción del servicio de transporte público en la ciudad de La Paz – Bolivia, el caso del grupo “hito 45” del Sindicato Mixto de Transportes “Litoral”, Luis Víctor Alemán Vargas estudia el paradigmático caso de La Paz (ciudad de un tamaño similar a Córdoba) en la que treinta sindicatos garantizan el transporte público.
“¿Por qué el servicio de transporte público en la ciudad de La Paz, es producido por agrupaciones de propietarios de vehículos y chóferes, bajo la denominación de sindicatos de transporte y no por una o varias empresas (públicas o privadas) propietarias de todos los vehículos y contratantes de chóferes asalariados?” se pregunta Vargas y “Para esto, se describe el proceso de trabajo en el transporte público; se analiza la rentabilidad de las unidades económicas de transporte público y; se analiza la organización social en las que se asocian estas unidades económicas. Esto nos ayuda a comprender que la respuesta a la pregunta no sólo depende de las condiciones económicas, sino de las condiciones sociales de reproducción, donde las unidades de transporte dependen de los precios y de los ingresos, pero también del colectivo de transportistas, de la comunidad gremial.”
Los tiempos de crisis nos obligan a repensarlo todo… ¿y qué mejor lugar para buscar ideas que un territorio que lleva dos décadas de relativo éxito en su resistencia al capitalismo occidental? El anarcocapitalismo genera a su vez su peor enemigo: el cooperativismo. El reemplazo de las empresas estatales por sindicatos autónomos (como pasa en el caso del transporte público en Bolivia) es una autopista hacia el sueño marxista: el control de los medios de producción por parte de les trabajadores y la desaparición de los grandes capitalistas.