Economía popular y solidaria: la emulación de un proyecto
Comentario al libro Economía popular, entre la emergencia y la estrategia, de José Luis Coraggio y Érika Loritz (CICCUS editorial).
Por Mercedes García*
“¿Cuál es finalmente tu concepto de economía popular?”, fue la pregunta que realizó Susana Hintze y que incentivó al profesor José Luis Coraggio a detenerse y escribir una respuesta asertiva y concisa. Tras más de cuatro décadas dedicadas al estudio del campo de la economía popular, social, solidaria, el libro Economía Popular, entre la emergencia y la estrategia, es la obra cumbre donde el economista argentino plantea junto a la magíster en Economía Social Érika Loritz, un riguroso abordaje teórico-metodológico que logra plasmar en papel gran parte de los debates del sector. Con su templanza, espíritu crítico y una vida académica y militante dedicada al proyecto de “Otra Economía” (posible, existente y necesaria), alterna a la hegemónica capitalista, el autor y la autora logran no sólo responder a la pregunta motivadora de Hintze sino que desarrollan con suma agilidad y agudeza la propuesta de la economía popular solidaria como síntesis de proyecto de país.
“El término se me ocurrió en los años ochenta”, relata José Luis en una de sus tantas clases. A sus 85 años su acto de enseñanza revolucionaria continúa. El libro plantea a la economía popular como la economía de quienes viven o quieren vivir de su trabajo, la economía de los y las trabajadoras. En la definición incluyen a la diversidad de situaciones de la heterogeneidad laboral, sean vidas asalariadas o vidas sin salarios. Se diferencia de la noción de economía popular que colocó en agenda la CTEP (luego devenida en UTEP) en los últimos años en Argentina. Una visión de economía popular vinculada al sector excluido del trabajo “formal”, trabajadores y trabajadoras con derechos conculcados, trabajadores que se “inventaron su trabajo” por necesidad en la mayoría de los casos y elección en una porción minoritaria de casos. En principio sostengo que ambas posiciones no son antagónicas ni tienen que estar de acuerdo una con la otra. Cada cual ocupa su rol y su función en la sociedad. El sindicato de la economía popular representa al sector que se encuentra en mayor “emergencia” (término del libro) por responsabilidad histórica de representación, el deber ético de “comenzar por los últimos de la fila”. Por otra parte, es deber de quienes construyen teoría, visibilizar las prácticas y valores a partir de la sistematización de las experiencias, proponer a partir de visiones críticas las heterotopías necesarias y los marcos interpretativos que acompañen el desarrollo de los movimientos populares. A su vez, en el capítulo seis, dejan en claro el rol central y clave del Estado para planificar el desarrollo de una economía popular estratégica y plantean trece lineamientos de acción para reorientar las políticas públicas.
Economía Popular, entre la emergencia y la estrategia es un libro académico y amigable. Dos cuestiones que en principio resultan muchas veces difíciles de hacer coincidir. Un logro inobjetable del maestro Coraggio en su trabajo de escritura junto a Loritz.
La obra es un hecho político sustantivo para el salto cualitativo de la propuesta de Economía Popular Solidaria (EPS). Que toda la sociedad pueda comprender y acuerpar la terminología, aún continúa siendo un desafío a encarar. Es decir, el libro arriba significativamente al acto pedagógico de simplificar y acercar los conceptos que el profesor desarrolló a lo largo de su trayectoria frente a las aulas. Nociones, entre otras, como la de economía mixta (lógicas económicas que conviven, compiten o se articulan), la unidad doméstica (como la unidad principal de la EP encarnada en la familia o la comunidad, según corresponda el caso), o los múltiples principios que organizan la economía real, la economía social (la palabra “social”, detrás de “economía”, como crítica a la teoría neoclásica liberal que utopiza con un mercado perfecto donde las personas se limiten a entenderse como competencia). Son muchos los términos a desandar porque los sentidos comunes de la actualidad son la mayor victoria del neoliberalismo. Si bien la mayoría de las personas viven, respiran y se rigen por la economía real, los principios del mercado autorregulado ganan hoy en el terreno de la construcción de subjetividad. Es esa la gran lucha que plantea el libro. Lucha material y simbólica de hacer otra economía, otras maneras de trabajar, otra educación, otra salud, otra política para construir otra sociedad que tienda a la emancipación y a la construcción de comunidad.
Coraggio y Loritz entonan en la segunda parte del libro (capítulo ocho y nueve, fundamentalmente) una apasionante historización de los últimos años de acumulación organizativa en Argentina. Relatan el devenir del movimiento piquetero y su posterior articulación con la CTEP/UTEP, trazando algunos puentes, similitudes y diferencias (en palabras de sus autores) entre movimientos. Relato encarnado, relato vívido, relato que atravesó sus cuerpos y el de tantas militancias. Se resume de manera esquemática en la línea de tiempo que nos regalan al final, útil para formaciones en los múltiples rincones de la Patria Grande.
En el capítulo once se concluye con “la posibilidad y potencialidad de la EPS”. Allí se realiza una mención de los “sujetos sociales” que encarnan, organizan y lideran tal proceso. Queda por agregar el rol que cumple este libro, entre otros, el de desarrollar teoría para tal proceso. Planificar la economía popular resulta un gran desafío aún incierto. El “Plan de desarrollo humano integral” elaborado por “Argentina Humana”, espacio liderado por Juan Grabois, resulta para Coraggio un gran acercamiento a una posible planificación de la economía popular en el país. Coraggio encuentra en el dirigente social devenido en precandidato a presidente uno de los máximos dirigentes de la actualidad con posibilidad de construcción y de desarrollo político del sector. Y por eso resalta que dicho plan debe ser conformado de manera amplia, participativa y democrática. Pero por sobre todas las cosas, enfatiza que, a partir de la autocrítica constante, resulta necesario afirmar la emulación a ser mejores personas, continuamente, y a deconstruir la idea del otro/a como competencia, y a practicar el “ser comunitario” para tejer la solidaridad con cada lucha que surja desde el pueblo.
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Hacemos un salto cuántico y nos remontamos al 22 de octubre de 1964. En el escenario se prepara para hablar Ernesto Guevara en la Asamblea de Emulación del Ministerio de Industrias. En su discurso se resaltan dos cuestiones relevantes. La primera es su acto pedagógico, la gran interacción que entabla El Che con las y los trabajadores presentes. La segunda es el ensalzamiento de los distintos puntos que se califican en la emulación de la revolución cubana: producción, calidad, ahorro, ausentismo, capacitación, trabajo voluntario, trabajadores emulando. Para Guevara la emulación:
“Se trata de que la emulación tenga siempre un carácter fraternal, y se trata de ver siempre el fin de la emulación, que es el fin de crear más riquezas, de crear más bienes de todo tipo para que nuestro pueblo tenga más cosas a su alcance, para que vaya alcanzando la categoría de país socialista. Porque todavía hoy no tenemos nada más que la categoría de país que está construyendo el socialismo, que está en este primer período de transición, donde todavía quedan muchos rezagos de épocas anteriores en las relaciones de producción incluso, y sobre todo en la conciencia de la gente”.
Después de leer esto me surge la pregunta: ¿resulta conveniente fomentar la competencia en la vida compleja de la economía popular? Todo indicaría que no, que mayor sufrimiento sería causado. Sin embargo, pensar de manera estratégica nos sitúa a encontrar un “para qué” colectivo que motive, que enseñe, que nos impulse colectivamente a mejorar. No la competencia “pisa-cabezas”, individualista, egoísta, sino un rumbo colectivo.
Por último, quisiera destacar que el libro invita a reflexionar sobre lo siguiente: en un mundo de continua incertidumbre, una de las pocas certezas que aparecen es que el actual sistema económico hegemónico amenaza nuestra propia existencia. Es tarea de quienes sentimos identificación e interpelación con la propuesta de la economía popular solidaria preguntarnos, entonces cómo mantendremos viva la idea de que la experiencia colectiva es posible, necesaria, sostenible y saludable ¿De qué manera es posible mejorar colectivamente (“emular”, en términos del Che) para dar cauce al proceso de transformación económica y social que institucionalice una economía popular solidaria?
Quizá Guevara nos susurre al oído:
“Pero todos ustedes tienen que recoger en lo que valga el ejemplo, convertirse también en ejemplos vivos, en impulsores de la administración y de los directores, en engranajes conscientes del gran mecanismo de la producción, y en motores que van impulsando cada vez más fuerte este carro que empezó muy débil, con una carreta, casi sin moverse, tirada por bueyes, que ya medio hemos empezado a ponerle alguna rueda de tractor pero que aspiramos a que en el futuro ande sin tocar el suelo, con aviones a chorro, por lo menos. Esa es nuestra tarea, compañeros. ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!” (Ernesto Guevara, 22 de octubre de 1964. Discurso en la Asamblea de Emulación del Ministerio de Industrias).