CRÍTICA DE CINE

Alemania: cine nacional, crisis económica y salud mental

Alemania: cine nacional, crisis económica y salud mental

Por Mariano Pacheco

¿A los noventa no volvemos más? En medio de una coyuntura política nacional en la que el presidente de la nación parece hacer apología constante del menemato (la década infame con la que el país cierra el siglo XX), este film en el que María Zanetti debuta como guionista y directora de largometrajes se centra en la crisis que atraviesa una familia de clase media del conurbano durante el emblemático año 1997, durante los prolegómenos de la recesión que se extenderá hasta fines de 2002 y el inicio de la crisis que se llevará puesto incluso el siguiente gobierno de Fernando De La Rúa (que no tendrá mejor idea que continuar con el “modelo” de su antecesor).

“Alemania” está poblada de marcas de época, algunas más directas y otras menos explícitas: los antros del rock, las imitaciones de la protagonista de los personajes humorísticos de Juana Molina, las cámaras fotográficas analógicas y las primeras filmadoras “familiares”, los discos compactos que aún conviven con los casetes y los wokmans, las cabinas de teléfonos públicos en las calles, las cartas en papel previas a los emails, conviven con otros elementos que hacen a la historia de las y los adolescentes de entonces pero que persisten hasta el día de hoy, como el trabajo precarizado o el hacerse un tatuaje o colocarse un piercing en la emblemática galería porteña la Bond Street, e incluso otros que abarcan períodos históricos más amplios, como el despertar de la sexualidad o las identificaciones y tensiones en los vínculos de amistad.

“Cuando tú cabeza es un incendio el amor no alcanza”

Una PYME que cierra, una casa que se vende, la plata que no alcanza, una joven que se brota. La fantasía de que el viaje a Dresde, producto de un intercambio de estudios, podrá habilitar nuevas posibilidades para una nueva vida, lejos –muy lejos— del enrevesado ambiente familiar, atravesado por la crisis económica y subjetiva de una familia que se viene a pique, estructura la historia de Lola (Maite Aguilar), una adolescente de 16 años a la que vemos con toda energía preparar materias que se llevó a diciembre, porque la aprobación de esos exámenes le permitirán irse a estudiar a Alemania en uno de esos típicos viajes de intercambio.

¿Cómo enfrentar la adversidad cuando se tiene 16 años y el mundo parece conspirar contra las propias ilusiones? Pregunta que recorre el film, ya que pronto descubrimos que las materias desaprobadas no son el único obstáculo que se le presenta a la protagonista a la hora de querer irse, sino también las dificultades económicas, que Lola sortea empezando a trabajar repartiendo volantes. Pero una vez que parece resuelto el inconveniente material, aparece la dificultad subjetiva: una hermana mayor, Julieta (interpretada por Miranda de la Serna, dato de color, hija de Érica Rivas y Rodrigo de la Serna), padece profundas crisis de salud mental. Madre y padre (María Ucedo y Walter Jakob), absorbidos por la situación (a la que se le suma las complicaciones para en ese marco criar al hijo menor), no dejan de encontrar argumentos, excusas (o como se lo quiera caracterizar) para bloquear el viaje de Lola.

Una cuidada iluminación logra captar de manera inteligente los estados de ánimos de los protagonistas, pero también, de las sensaciones que el film puede ir generando en las y los espectadores. A la típica escena familiar del televisor encendido en el comedor se le suma el del padre enseñando a la hija menor a manejar, y el del desborde que se produce cuando no se puede abordar el malestar y todo estalla.

De allí la importancia de la comprensiva figura de la abuela (interpretada por Vicky Peña), que es quien calma a Lola ante la situación de angustia frente a un viaje que, siente, dejará a su hermana en la intemperie afectiva. “Cuando tú cabeza es un incendio el amor no alcanza”, le dice para intentar calmarla.

“Buscando un sentido a todo esto”

Esta co-producción argentino-española, estrenada en el Festival de San Sebastián y exhibida en el marco de la Competencia Argentina de la última edición del de Mar del Plata (en noviembre pasado), tuvo su apertura en los cines comerciales del país durante este lluvioso fin de semana pasado, en el cual por ejemplo– el cine Gaumont de Buenos Aires (Espacio Incaa tan cuestionado por el gobierno actual) vio rebalsada su sala de personas que asistieron a verla.

Es que si bien la historia está claramente situada en los años noventa (la tele prendida hace referencias explícitas en más de una oportunidad al fechaje en que transcurre la historia), y la película se terminó de filmar durante el gobierno anterior, el contexto actual que atraviesa la Argentina bajo la presidencia de Javier Milei hace que ese drama íntimo y familiar de Lola, la protagonista, produzca una profunda identificación con gran parte del público, sea adolescente o con hijas e hijos de esa edad.

El viaje rumbo a Alemania como imagen del “irse para arriba” en el caso de Lola, y no sólo por el traslado en avión sino por la más profunda carga imaginaria que Europa tiene en países como los nuestros, sobre todo en contextos de crisis económica o de catástrofe como la actual, pero también, como reverso del “irse para abajo”, imagen de la posible internación psiquiátrica que ronda todo el tiempo como posibilidad para Julieta, hermana mayor.

Gran acierto de la guionista y directora: conectar sutilmente crisis económica con crisis subjetiva. Y abordar desde el presente una historia de los años noventa, poniendo el foco en una serie de objetos materiales y situaciones afectivas que nos hacen vincularnos con ese pasado como si estuviese allá tan lejos y, a la vez, aquí tan cerca.

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