Gordos, feministas y jedis malos en Star Wars
La nueva serie The Acolyte causó indignación en el fandom de la cincuentona saga de ciencia ficción. Algunas pistas del desconcierto.
Texto: Tomás Astelarra Ilustración: @fuskavisual
Más allá de su calidad artística, interpretativa, de guión o lo que sea, la serie The Acolyte causó conmoción en el fandom de Star Wars. Los jateos fueron desde la indignación por la aparición de un Jedi “gordo”, a un casi beso entre dos brujas. O la utilización de capítulos enteros como flashbacks a ritmo lento; o la adolescentización o disneylacización de la saga; o el cuestionamiento a la “religión” Jedi. O las normales inconsistencias que los fans se empeñan en descubrir en un universo creativo que carga con casi cincuenta años de existencia, decenas de películas y series, miles de libros y comics, cientos de autores, varias eras históricas, y hasta burocracias interpretativas como dividir los materiales relacionados a esta galaxia muy, muuuuuy lejana entre un Canon y un conurbano galáctico que los fans bautizaron Legends.
Un conurbano interpretativo galáctico que, como cualquier conurbano, se introduce en el centro del universo con fisuras en las fronteras y cierto dogma imposible de sobrellevar, si no es a través del monopolio de ideas. Un dogma del que, como ya ha aclarado el profeta Rebord, su creador, George Lucas, básicamente se caga de risa. El universo en su diversidad no tienen dogmas. Ni en la realidad ni en la ficción. “Que bueno que terminó la serie después de todo el conflicto que causó en redes”, respiró el youtuber Lean Della Savia, para el cual el balance de la serie fue positivo pero “hasta ahí nomás”.
Arruinar Star Wars
“Llegados a este punto toca ser claros con algo: esto no es cuestión de gustos, sino de talento por parte de los creadores. Las cosas como son. Mucho de lo acontecido parece encauzado a sabotear, ya bien sea por ignorancia o de manera intencionada, a la franquicia en sí. Tirando por tierra la oportunidad de expandir su universo o enriquecerlo por el empeño de reescribirlo. Tropezándose, en el proceso, con enormes contradicciones que, quizás, se resuelvan en los episodios venideros. O no”, fue la rotunda crítica a The Acolyte de Frankie MB, editor de Vida Extra, en una serie de artículos como Para moldear el futuro de una gran franquicia necesitas credibilidad, consistencia y talento, o Lo que hace que Star Wars sea tan especial no son los efectos especiales, sino los fans, o El problema de la Star Wars de la era Disney no son los fans (esta vez): por qué The Acolyte suspende ante los espectadores.
“Por fin el fin ha llegado y no podría estar mas feliz que está serie ha terminado. Y me duele decirlo, porque hubiera esperado que fuera algo más cool. Nadie entendió nada de esta serie. No me gustó nada, por lo que le ha hecho a los personajes, por la forma en la que forzó tantas cosas, por todo lo que sucede antes de la Amenaza Fantasma, lo que se supone eran mil años de paz. ¿Quién aprobó todo esto? Esto es potencialmente lo peor que halla visto en todo mi vida en Star Wars. Lucas Films debería estar avergonzado de producir basura como esta. Igual nunca voy a decir que si les gustó no son verdaderos fans de Star Wars”, aseguró en su canal de youtube Nia D, creador de Star Wars Theory, uno de los sitios más influyentes en el fandom de Star Wars. Entre otras incongruencia en el multiverso creado por George Lucas, Nia D sostiene que nunca antes habían saltado chispas en una pelea entre sables de luz.
“Acolyte tuvo cosas buenas y malas. Pero al final ha presentado cuestiones más que interesantes para una segunda temporada. Ha cerrado todo lo que ha venido planteando. No creo que se halla cargado nada del canon ni que se contradiga con las precuelas, y el que te diga lo contrario, es incapaz de ver más allá de lo que esta viendo. La saga ya no forma de parte de cuatro libros que han leído cuatro matados. Si tu quieres discutirlo, adelante, pero paso. Hay situaciones inconvenientes, pero las inconveniencias no son algo nuevo en esta saga. No nos hagamos los tontos. Todo conecta con el canon, las precuelas y lo que son los Jedis. Claramente la serie no es perfecta, nadie defiende lo indefendible”, aclara el Maestro Ciego.
“Star Wars vive con y depende de las conveniencias. A mi me encantó el Jedi gordo. En una época de paz no todos los Jedis entrenan para ser soldados. Y ese pibe era un padawan. Así como existen diferentes especies, esta especie tiene diferentes cuerpos. Banco. Aunque sea un gordo diciendo que me gustó el gordo. Después hay otras conveniencias que no me gustaron”, opina Della Savia.
“A esta altura no existe la posibilidad de que muera Star Wars”, aporta piadosamente Ginebra Vega (@ginecidio) en el debate del fandom argento que todos los miércoles se realizó en el canal de Cámara en Mano.
La complejización del universo Star Wars de Lucas ya lo hemos planteado en anteriores entregas de esta mini saga en La Luna con Gatillo. Desde una primera película donde los buenos vestían de blanco y los malos de negro, a un complejo mundo donde el personaje del Jedi Mace Windu usaba un sable de luz violeta simplemente por un capricho del actor Samuel L. Jackson, al que Lucas accedió.
The Acolyte profundiza en las contradicciones de las dizque fuerzas del bien y la luz, de la misma manera que cualquier intelectual del pensamiento crítico puede buscar el mal o la oscuridad, o la complicidad con el Imperio, en los gobiernos progresistas de América Latina. Sin dudas Disney es el Imperio, y aún, los más férreos anticapitalistas, en algún momento disfrutamos un poco de pochoclo.
Fan y feminista
No es un dato menor el de la directora de esta nueva serie de Star Wars en Disney, Leslye Headland. Feminista y lesbiana, su pareja Rebecca Henderon interpreta a la histórica Jedi Vernestra Rwoh (que se suponía que era la buena pero al final pinta medio mala).
La idea de la serie comenzó a gestarse cuando Headland, creadora de Russian Doll, comentó, tras el estreno de El ascenso de Skywalker, que era “una gran fanática de Star Wars, con muchas ideas para películas que desearía hacer si me lo pidiera (la presidenta de Lucas Films) Kathlenn (Kennedy)”. Kennedy la llamó al toque. Dicen que cuando le presentó el guión, la padawan de Lucas le dijo: “Escribiste una buena historia de Star Wars, ahora escribí una que sea tuya”.
El resultado, puso de orto a los fans. Es que, además de raptar niñes del conurbano galáctico, en la serie, los Jedis queman una comunidad de brujas lesbianas. “Como fan, siempre supe que sería capaz de plasmar el espíritu de Star Wars, porque he pasado gran parte de mi vida pensando en qué haría si me dieran una Star Wars”, afirmó Headland en alguna entrevista apenas iniciado el proyecto. “Soy el tipo de fanática de Star Wars que ni siquiera tiene una película favorita. Solo quiero vivir en el universo de Star Wars continuamente, perpetuamente, para siempre. Así que cuando la gente me pregunta: ¿Cuál es tu película favorita de Star Wars? Yo digo: No hay una película de Star Wars. Solo hay Star Wars”. Durante el proceso de creación de The Acolyte, Headland estuvo en contacto no sólo con Kennedy, sino también con Lucas y su padawan y heredero, el guionista y productor Dave Filoni.
Como dice el profeta Rebord, si hay algo que muestra un atisbo de coherencia entre Lucas y sus seguidores o padawans es que “le gusta poner del orto a los fans”. En eso, Headland, cumplió a la perfección. Entre otras cosas, además de pedir que la serie se situara en la era de la Alta República (creada por Lucas para alejarse de las restricciones narrativas de las eras originales), la creadora de The Acolyte pidió que en el proyecto hubiera guionistas y directores que no fueran fans de Star Wars. Incluso que no tuvieran la más mínima idea de la saga. Filoni fue consciente de ello y aprobó todos los guiones. Respondiendo a la pregunta de Nia D acerca de “¿Quien aprobó todo esto?”.
“Si te involucras en lanzar mensajes de racismo, intolerancia o discursos de odio en internet, no te considero fan de Star Wars”, opinó Headland cuando comenzó a estallar el jateo en los grupos de fans. La que avisa no traiciona. La creadora ya había advertido que The Acolyte sería una mezcla entre Frozen y Kill Bill.
“Le está hablando a un nuevo fan de Star Wars, no al de 50 que vio la película en el 77. Mucha gente festejó esto. Fue algo medio prohibido en Star Wars”, se complace Juan Santiago, también integrante de los debates de Cámara en Mano. “Headland es una noña. Hay referencias a todo el mundo de Star Wars en el canon y también en Legends. Incluso cuestiones emocionales. Al igual que Filoni, es gente que creció con Star Wars, haciendo cosplays de Star Wars o jugando juegos de rol”, afirma Julian Kaper, creador del canal Conurbano Galáctico.
“La serie sigue profundizando, armando el rompecabezas, con los errores de siempre, con las inconsistencias de siempre. Quizás esta no es tu serie de Star Wars. Pero si es para otras personas. Lo mismo pasa con los personajes. Uno elige de que ser fan dentro de Star Wars”, opina Lucas Baini, creador de Cámara en Mano.
Jedis vs Brujas
La serie The Acolyte se sitúa en una época hasta ahora no desarrollada en cine o televisión dentro del universo Star Wars. Sobre el final de la Alta República, una era cientos de años anterior a la primera trilogía (en blanco y negro) o las precuelas (donde la orden Jedi se va bien a la mierda, no solo por las audaces y arteras estrategias Sith, sino por los propios dogmas, errores y corrupciones de una moral impoluta).
La Alta República es una era donde los Jedis estaban en su máximo apogeo con sedes o templos en toda la galaxia y un monopolio en el “uso de la fuerza”, con estrictas reglas y un sistema de formación de niñes marginales que se prevee “pueden usar la fuerza”. Algo así como clubes de fútbol europeos becando o pagando tratamientos médicos a niñes sudakas que parece la van a romper jugando al fulbo. Sin importar que más allá de jugar en la selección argentina, Messi creció en una ciudad (Barcelona) muy muuuy lejana a su Rosario natal. Quizás por eso, a diferencia de El Diego, su pecado no fue de drogas, machirulismo y amistades zurdamente peligrosas, sino apenas una gigantesca evasión de impuestos y, quizás, ser un poco “pecho frío”.
En este monopolio de la “fuerza” en una era antigua, los Jedis pueden parecerse a opulentos monjes de la Edad Media, encerrados en castillos cual funcionaries progresistes, ajenos a las miserias del pueblo, que es atendido, cuidado, como sucedió en la pandemia, por las poetizas populares de los barrios, aquellas brujas comunales que el capitalismo patriarcal tuvo que quemar para renovar el orden del Imperio. Ya sin tanta religión, y con un poco más de ciencia, política y empresas. Parecidito al Imperio de Palpatine, con sus clonaciones de niñes, su Senado de hipócritas, sus ejércitos y planes extractivistas.
“Yo te puedo entender que los Jedis sean estúpidos, que estén sobrados de si mismos, que estén demasiado cómodos en su papeleo diario y aparezcan cositas. No te puedo entender que lo Jedis sean abiertamente corruptos. Star Wars es un cuento sobre el bien y el mal. Y los Jedis son los buenos”, afirma irónicamente Baini, cual fanático kirchnerista defendiendo a De Vido. “Sabemos que los Jedis confabulan con muchas cosas y ocultaban información. Si estaban en una gran época es porque ocultaban cosas. Hubo Jedis caídos en todas las épocas”, advierte Della Salla con respecto al canon y sus contradicciones en The Acolyte. Y agrega. “Me gusta mucho el planteo que hace la serie: que en realidad los Jedis son una religión que ganó. Nos muestran que los Jedis estaban en una época de paz, porque se dedicaban a erradicar a todo otro uso de la fuerza. Eso lo vimos en nuestra historia real, la guerra entre religiones. Los Jedis estaban creciendo sin control y esa parte política se nota en la serie y es un profundización de las ideas de Lucas. Todavía no arruinaron el canon pero jugaron con fuego”. Precisamente, jugando con fuego, fue que los monjes Jedis quemaron a las brujas del planeta Brendok.
“Me gustaba la idea de una facción de seres sensibles a la Fuerza que la utilizan de una manera que los Jedi podrían considerar del Lado Oscuro, o potencialmente del Lado Oscuro, pero que el público realmente no lo sintiera como algo a juzgar o que crease conflicto. Espero que cuando lo veáis os sintáis inspirados y afectados por ellas, sintáis que ellas se ganaron ese poder”, advirtió Headland antes del comienzo de la serie, casi como una serie para fans machirulos. Y aclaró: “La idea de las brujas la saqué de las Hermanas de la Noche de Clone Wars. Me hacía mucha ilusión crear mi propio aquelarre y mis propias brujas. Me encanta la idea de una comunidad femenina con buenas intenciones y poderosa, pero a la vez con un trasfondo oscuro en sus intenciones. Obviamente le pregunté aDave Filoni:¿Puedo hacer mi propia versión? ¿Puedo crear mis propias brujas? Y él me contestó: Por supuesto que puedes”.
En la saga de Star Wars ya había habido brujas u otros usuarios de la fuerza por fuera del Jedis y los Sith. El problema es que, si bien todos estos personajes eran complejos, en esta serie las brujas de Brendok caen mucho mejor que los Jedis de la Alta República. Uno termina la serie y está más cerca de querer una madre o una tía parecida a Aniseya (la madre buena, negra y waldorf de las gemelas Osha y Mae) que la poderosa Jedi Vernestra Rwoh (interpretada por la pareja de Headland en la vida real). Incluso una madre o tía como Koril (la madre más masculina y estricta de Osha y Mae y de la misma raza que las Hermanas de la Noche del planeta Dathomir o el, ni Jedi ni Sith, el entrañable e inefable, Darth Maul).
Aclara el Maestro Ciego: “como dice el senador Rayencourt en la serie: Los Jedis son un sistema enorme de poder desenfrenado disfrazado de religión que quiere controlar lo incontrolable. Algo que sabemos no es la fuerza sino sus emociones. Por mucho que se proyecte una imagen de bondad y moderación, nada es para siempre y menos algo tan natural como son las emociones y los sentimientos”. “Todos cometemos errores, incluso los que consideramos héroes de esta galaxia. Cuando se idealiza demasiado a alguien su caída es mas grande”, sumándose a la inefable autocrítica en el peronismo y el campo progresista argento.
“Pese a las cosas criticables de este serie en su estructura y montaje, se resolvió todo en la historia, con varias peleas de Jedi sacadas de Kurosawa, con toques modernos, muy samurai y oscuros, eso fue cine”, opina Enrique Aguilera, el influencer mexicano conocido como La Sombra del Imperio.
“Eso del rating es muy buena evidencia de la popularidad de la serie y que puede ser renovada. Los dos mejores insiders de Star Wars, Making Star Wars y de Bespin Bulletin ya dijeron que siempre fue el plan de Disney que The Acolyte se convirtiera en la serie juvenil y nueva bandera de Star Wars”, aclara el experto. Con un presupuesto de 180 millones de dólares, The Acolyte tuvo 11 millones visitas en su estreno (contra 14 millones de Ashoka) y 6,5 millones de visitas en promedio (House of Dragon tiene 9 millones). Los fans pueden seguir renegando.