El cine de Leonardo Favio
Por Gonzalo Aguilar*
Pasiones Favianas. El cine de Favio es materialista. Los cuerpos ocupan el centro de la escena. El cine de Fabio es visceral. Su territorio es el cuerpo a cuerpo. Todos los personajes pelean por el respeto negado para revertir el origen bastardo, para redimirse en el amor, para no hundirse en el pantano del odio.
El goce del triunfo, igual que la belleza que promete felicidad, dura poco. Todos quieren conquistar algo: un negocito, un amor, un título de propiedad, un poco de orgullo, algo de guita y sobre todo aire. Un poco de aire para vivir.
Gabriel Diorio (El río sin orillas, diciembre de 2015)
Creo que la fuerza de Favio está en ese cuerpo a cuerpo, esa cosa de afecto que tiene por los personajes. Esa cercanía y esa empatía. Ése sería un aspecto, pero hay otro que no se puede perder, que hace a su genialidad, y es la distancia. Es decir, nunca tiene una mirada piadosa o indulgente para con sus personajes, sino que muestra toda la verdad y no tiene dudas en enseñar el aspecto más salvaje de los mismos.
Pensemos en Juan Moreira que no sólo fue un hombre que se fue en la pendiente del crimen, como dice la novela de Eduardo Gutiérrez, sino que también fue un puntero político y se pasaba de Mitre a Alsina según las conveniencias; era un matón de provincia. En vez de tomar al Martín fierro, un personaje más noble si se quiere, elige el personaje problemático que es Moreira. Lo mismo con Nazareno Cruz que es un personaje que por un lado es amoroso y entrañable pero también se convierte en lobo la noche de luna llena, transformándose en un animal terrible.
Otro ejemplo es Polín, de Crónica de un niño solo, dónde no se muestra un niño desamparado y buenito, sino que aparece un personaje bastante pillo que realiza travesuras y algunas bastante condenables con una moral normativa. Prefiere Favio personajes que son defendidos o amados más allá de que sean buenos o malos. Siendo esta la genialidad que le otorga el aspecto trágico a su cine. Se introduce así la raíz del populismo, que no se trata de un artefacto racional como menciona Laclau en su libro La razón populista, sino que se abre a lo terrible, a la muerte, al mal de los personajes populares. A diferencia de otro tipo de cine, como el de Solanas, donde se toman personajes populares y se los muestra completamente buenos, el cine de Favio y en su rol como director, elige mostrar la problemática que caracteriza a esos personajes que llegan hasta a traicionar a un amigo, como es el caso de Moreira al pasarse con Alsina. Se podría decir que el cuerpo a cuerpo va más allá de la traición. Podemos ver también esto en la película Gatica o en la excepcional Soñar soñar, que se filma justo antes de la dictadura, con Gian Franco Pagliaro y Carlos Monzón, que trata sobre el fracaso de unos pobres tipos que sueñan con algo que nunca van a poder lograr, con un final rarísimo de estos personajes en la cárcel sonriendo y casi abrazados, donde aparece también un incipiente tinte homosexual.
Es Favio un gran cineasta por todo lo mencionado y además por sus planos únicos. Y claro, hay que tener en cuenta su vida con una reconocida militancia peronista que comienza a ser muy evidente después que se hace cantante. Hasta ese momento había hecho tres películas (que pueden ser leídas en relación con el peronismo) que están mucho más cerca de lo que era la cultura de los cine club y de la cultura de cine de esa época, a tal punto que el padre artístico de Leonardo Favio es Torres Nilson con el cual había filmado varias películas como actor, entre ellas una genial que es El secuestrador y también Fin de fiesta. Es decir, hasta el ’68 aproximadamente, cuando hace los tres primeros films, constatado por los diarios de la época, era un tipo bastante intelectual y muy ligado al cine club.
Cuando hablaba de directores que lo habían influenciado mencionaba a Robert Bresson, sobre todo la relación de Crónica de un niño solo con Un condenado a muerte de ha escapado; y por supuesto a Torres Nilson que había sido su protector. Favio tiene un momento de fracaso cuando no puede filmar una cuarta película y se convierte entonces en cantante popular ultra famoso y allí comienza la etapa del proyecto Juan Moreira. En esa circunstancia él da un giro público y comienza a manifestar su apoyo a Perón de una manera mucho más clara y comienza también a jugar a ser un director popular. La jugada le sale muy bien ya que tanto Juan Moreira como Nazareno Cruz y el lobo son un verdadero éxito superando esta última a Martín Fierro de Torres Nilson que había sido hasta el momento la película argentina más vista.
Ese periodo de los años ’70 marca un Favio dónde lo político es central pero nunca se convierte en un director peronista en un sentido clásico. Tanto que para el año ’75 inició un proyecto que, con avances de prensa y todo, no se llegó a filmar y que trataría sobre la vida de Severino Di Giovanni, aún con el público conocimiento del anti anarquismo de Perón. El título sería Con todo el amor de Severino, y contaría con guión de Osvaldo Bayer y la actuación de Rodolfo Beban. Esto muestra un Favio más comparable a Hugo del Carril que aún siendo peronistas ambos nunca fueron verticalistas o dogmáticos, ni bajaban la cabeza al yugo.
También es evidente en su cine la presencia de Buñuel como otra influencia. Otra característica que hace a su cine es una decisión muy radical desde el punto de vista estético que se puede ver en el encuadre y en el uso del color que es notable en Juan Moreira y en Nazareno Cruz y el lobo, algo novedoso para el cine argentino y recuerda mucho al director brasileño Glauber Rocha con el cual tiene mucho parentesco, pese a ser muy diferentes como personas ya que Glauber era de carácter más bien teórico y discursivo, de una irreverencia política más marcada y de expresión más vanguardista; pero los dos comparten este elemento trágico donde el pensamiento racional llega a un límite y se quiebra. Es esto último lo que hace a la originalidad de Favio cuando se lo busca enmarcar en términos políticos. Ya con Gatica el peronismo se hace evidente en su obra al tomar un personaje que representaba a Perón en el ámbito deportivo, pero aún así no muestra una visión edulcorada del mismo sino que deja ver la cuestión del resentimiento como un motor político del peronismo. En su búsqueda de lo popular aborda un terreno más amplio que meramente lo que encuentra en su militancia peronista, dando lugar así a ese elemento dinámico característico de su cine, logrando con esto una visión mucho más amplia y explosiva que hace que sus películas perduren en el tiempo. El cine de Favio además de pasión cuenta con ese cuerpo a cuerpo con lo popular por lo que siempre merece la pena su revisión.
* Columna sobre cine de la emisión radial del 29/06/2017 de La luna con gatillo