“Vos reíte que el otro sigue choreando”
Lo que le dijo un fiscal a Marcelo D’Alessandro, luego de absolver a Mauricio Macri en una causa sobre un negocio inmobiliario.
Por Lea Ross
Artículo publicado, con otro título y otra edición, para el portal Striptease del Poder.
La filtración de chats entre políticos, magistrados y empresarios muestran el lado B de la “casta”, en el sentido no solo político, de quienes detentan el poder federal en nuestro país. En tal sentido, Marcelo D’Alessandro se ha convertido en el enfant terrible en el último gran escándalo que se suscitó al respecto, obligándolo a un pedido de licencia como ministro de Seguridad y Justicia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que está a cargo del presidenciable por Juntos por el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta.
La difusión de chats en sus grupos de Telegram, a partir de un hackeo de su dispositivo telefónico, no solo excede lo irónico de vulnerar su seguridad, por parte de quien a cargo de esa área homónima, sino que también funciona como un disparador de esquirlas que impacta de lleno en cada uno de los núcleos de poder, que el propio ministro fue armando para concretar distintos acuerdos que traspasan las paredes de lo legal.
Algunas de esos acuerdos vienen teniendo una notable exposición mediática. Por un lado, están las recomendaciones que recibió D’Alessandro por parte de Silvio Robles, Director General de la vocalía del presidente de la Corte Suprema de Justicia Horacio Rosatti, para que su bloque partidario no asistiera a la reciente sesión en el Senado referida a la designación de integrantes del Consejo de la Magistratura, del cual Rosatti es también presidente del mismo.
Y por otro, están los intercambios con el empresario Marcelo Violante, de Dakota SA, encargado de los remolques en las calles porteñas, que haciendo honor a su apellido le pidió al funcionario macrista que intervenga en algunas licitaciones para beneficiarlo. Además de mencionar la entrega de “60 verdes” y otras sumas dentro de sobres, que difícilmente pueden estar referidas a hojas de árboles o de papel maché.
Sin embargo, existen también otras conversaciones muy sustanciosas que no han tenido la repercusión pública que se merecen.
De tal palo, tal Troncoso
Augusto Troncoso está a cargo de la fiscalía en lo Criminal y Correccional N°5 de la Ciudad de Buenos Aires. No es uno de los más conocidos en la opinión pública. De hecho, ha sido imposible encontrar una fotografía suya por internet. Sin embargo, según la filtración de chats, habría intercambiado con D’Alessandro más de 300 mensajes entre el 7 de septiembre de 2015 y el 5 de mayo de 2021.
Troncoso fue quien remitió a la Cámara de Diputados de la Nación, un informe contra el diputado del PRO Gerardo Milman, donde lo acusaba de haberse extralimitado en sus funciones en un hecho ocurrido en abril del año pasado, cuando un control policial detuvo a una colaboradora suya, que mostró un registro de conducir trucho. Milman salió a defenderla diciendo que era su esposa, y denunció a los agentes actuantes. Luego el nombre de Milman volvió a resurgir por la suspicaz designación de sus asesoras, como así también por su supuesto involucramiento en el atentado contra Cristina Fernández de Kirchner.
Milman integra el grupo de “halcones” allegados a la presidenciable Patricia Bullrich, competidora en las internas de Juntos por el Cambio contra Rodríguez Larreta. De hecho, Bullrich lo descalificó por “tibio” al Jefe de Gobierno de la CABA, por haber supuestamente avalado la licencia voluntaria de D’Alessandro. No obstante que ella misma tuvo que prescindir de Milman, quien se desempeñaba como su jefe de campaña.
En ese marco, el diputado por el oficialismo nacional Rodolfo Tailhade, declaró que el fiscal Troncoso “mandó al frente” a Milman “en combinación con D’Alessandro”, para armar “un pedido en el interbloque opositor para que estén atentos a su conducta”. Lo que sí es cierto es que la amistad es innegable entre el ministro de Seguridad y Justicia en licencia y el fiscal, a quien el ministro lo llama “Tuto”, y a veces se tiran flores entre sí, como evidencia los siguientes intercambios de chat entre el funcionario judicial y su amigo, el funcionario ejecutivo.
Olor a caca
A mediados del año 2016, el líder del partido kirchnerista Nuevo Encuentro, Martín Sabbatella, presentó una denuncia penal contra el por entonces presidente Mauricio Macri por evasión impositiva, defraudación a la administración pública, y negociaciones incompatibles con el cargo, por su participación societaria en un fideicomiso llamado “Caminito”, creado con la compra de la ex fábrica Alpargatas por parte de Macri, y convertida en el lujoso edificio de lofts “Molina Ciudad”. La inversión se habría beneficiado de una exención tributaria gracias al rol de Macri como Jefe de Gobierno porteño. El fideicomiso figuraba en su declaración jurada.
Según la denuncia de Sabbatella, el titular del fideicomiso es Sechs SPD SA y que “Macri se asoció en el emprendimiento con un ex agente del grupo IRSA y titular del ‘Fideicomiso GES Desarrollos’, Fernando Baremboim, el empresario rural que aportara a la campaña del partido ‘PRO’ Hernán Civilis Rovirosa, y con Iván Achipaval, socio de un conocido estudio de arquitectos y desarrolladores inmobiliarios que estaba a cargo de vender los ‘lofts’, y que todo ello habría sido reconocido por el propio actual presidente de la Nación, de acuerdo a lo que surgía de su declaración jurada de 2015”.
El escrito señalaba que al día siguiente de la compra del inmueble de Alpargatas, Macri presentó ante la Legislatura porteña un proyecto para la creación del “Distrito las Artes”, que en sus anexos incluía el área “Fideicomiso Caminito” con sus correspondientes beneficios impositivos, que iban desde el no pago de ingresos brutos por diez años, hasta la eximición del impuesto al sello, además de quitarle por una década el abono a las tasas municipales.
El argumento era porque encajaba en la categoría de “desarrollador de infraestructura artística”, como modo de apoyar y difundir productos artísticos, a pesar de que claramente se trataba de un negocio inmobiliario, donde iba haber una notable revalorización de tierras ante tamaña inversión. Macri nunca había aclarado que él también estaba metido en ese negocio.
La denuncia de Sabbatella contra Macri se presentó el 6 de septiembre de 2016 ante la Cámara Nacional en lo Criminal y lo Correccional. Su investigación recayó finalmente en manos del fiscal Troncoso, por disposición del juez actuante, Gustavo Pierretti, quien luego se lució disponiendo la inmediata libertad del agente de policía municipal Luis Chocobar, que arrancó aplausos de la entonces ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich.
Troncoso, en su dictamen, aseveró que había pedido información tanto a la Dirección General de Rentas como a la Legislatura porteña, sobre si era verdad que había sido eximido de impuestos el proyecto del fideicomiso. Supuestamente, las respuestas que obtuvo fueron negativas. Con eso, le bastó para descartar “la comisión de cualquier ilícito”. También aseguró que en los papeles entregados por Baremboim, no figuraba el nombre de Macri en la constitución del fideicomiso, a pesar que sí figuraba en la Declaración Jurada de este.
Los argumentos de Troncoso fueron redactados el 14 de septiembre de 2016, el mismo día en que le prometió a su amigo D’Alessandro que le iba a “mandar una copia” de la denuncia de Sabatella. Y sin titubeos, el fiscal le dijo lo siguiente en referencia al imputado Mauricio Macri: “Y va a zafar nomás el sorete ese jaja”.
Absolución express
Seis días después, el 20 de septiembre, Troncoso le remitió a D’Alesandro una copia del falló que el día anterior había emitido el juez subrogante Pierretti sobreseyendo a Macri. Diciéndole: ““Zafó nomás”. “Y lo más lindo de todo [es]que el estúpido de [Matías]Cúneo Libarona [NdR: abogado de Macri](a quien siempre le va mal conmigo, presentó un escrito pidiendo sobreseimiento hoy y la resolución es de ayer jaja).
El juez subrogante Pierreti afirmó en su fallo que, ante la postura del fiscal Troncoso de sobreseer, no podía hacer otra cosa, apoyando además con distintas consideraciones los planteos del fiscal.
Y al final citó una jurisprudencia de la Corte Suprema, resaltando “el derecho de todo imputado a obtener un pronunciamiento que ponga… término del modo más breve a la situación de incertidumbre… que comporta el enjuiciamiento penal”. Así trató de explicar el dictado de una resolución express a favor del entonces presidente de la Nación, en menos de dos semanas o trece días corridos, y sin indagar la incertidumbre respecto a la constitución del fideicomiso como tal, más allá de los aportes de uno los imputados como cómplice de Macri.
Por su parte, D’Alessandro contestó el envió diciendo “Jajajaja”. A lo que su amigo Tuto, el fiscal Troncoso, sin percatarse que se estaba autoincriminando, respondió: “Vos reíte que el otro sigue choreando y queda impune. Jaja”.
Es decir, Troncoso sabía que lo denunciado era un “choreo”, y que con este fallo que impulsó le permitió al acusado Macri salir “impune”. Así, no solo se está ante una información que expone un notable caso de tráfico de influencias entre un fiscal que investigó a nada menos que un entonces presidente de la Nación y un alto funcionario allegado a él, sino que además reconoce la existencia del delito y que la impunidad ha quedado sellada bajo su firma.