Avatares de la burguesía: Crítica de “Hermano”, de Santiago O’Donnell
Por Lea Ross
La sangre atormenta a las familias de elite, que van desde los Etchevehere hasta los Macri. Si en el primer caso, una de las últimas descendientes, pretende poner en tensión las bases y principios de toda una dinastía, la segunda no reniega nada de ello. La explosiva publicación de Hermano, el inesperado libro del periodista Santiago O’Donnell, es quizás una obra que refuerza lo dicho, aunque con una falta de compresión de los tiempos dinámicos.
El libro, de editorial Planeta, se conforma con más de 230 páginas, redactadas durante los siete meses de pandemia. Previo a ello, el autor de los libros Argenleaks y Argenpapers tuvo una serie de encuentros con Mariano Macri, el hermano menor del expresidente de la Nación, donde el segundo le ofreció ésta posibilidad de realizar un testimonial contra Mauricio, pero a la vez para defender a su fallecido padre, Franco. Con 17 horas de entrevistas grabadas, O’Donnell sistematizó todo lo registrado para dividir el libro en base a ese pedido, y subdividir en temáticas, por orden cronológico, refiriéndose a cada cuestión que se enturbia detrás de la “famiglia”.
Desde sus comienzos hasta el presente, Mariano Macri comenta intimidades de la familia, en particular sus principales conflictos, como así también un pantallazo de los grandes negocios y sospechas sobre movimientos delictivos. Sobre éstos últimos, hay muchas apreciaciones donde recurre a verbos condicionales, suposiciones y creencias, en muy pocas líneas. Y es que para cada tema, el autor del libro inicia con unas breves referencias para aquellos lectores que no están al tanto de los detalles finos, para luego dejar que se explaye su entrevistado mediante el formato testimonial en primera persona. Esto lleva a que en algunos capítulos, el propio entrevistado no logre ofrecer más de lo que el propio entrevistador resalta.
Lo más jugoso se encuentra en los últimos pasajes, donde directamente el libro funciona casi como una guía didáctica sobre el funcionamiento de la corrupción empresarial-bancaria, en particular la denominada maniobra back-to-back, referida al lavado de depósitos en una cuenta offshore, mediante un simulado préstamo. En éste caso, del Mein Bank, entidad bancaria comprada por Odebrecht para canalizar sus coimas. A esto se entremezcla los momentos de tensión entre Mauricio y Franco, a punto tal que el hijo, al apoderarse de la compañía insignia de la familia, lanza una orden para evitar que su padre ingrese al hall.
De ésta manera, se dibuja una figura de Mauricio Macri como un emergente sobre la generación del capital en el inicio de la crisis del petróleo de 1973. Si Franco representaba aquel capitalista que pregonaba la suma de negocios, expandiendo las fronteras, Mauricio sería aquel que “no quería tener ‘ningún tipo de participación en el grupo’. Él quería un manejo del grupo con una mentalidad mucho más financiera. Estaba más a favor de la consolidación que de la expansión”, diría Mariano. Un choque de cosmovisiones que se inician en los noventa, con la posibilidad de invertir en Brasil. Expansión vs. Consolidación, diría el libro. Modernidad sólida vs. Modernidad líquida, sería otra.
La ruinosa relación entre los integrantes de la familia Macri se reduciría en ésta ocasión en una suerte de cambio generacional sobre la metodología de negocios, en donde se le suma el salto de aquel heredero en meterse en la arena política de la Argentina pos 2001, donde el vaciamiento de la empresa Socma apuntaría para el financiamiento de su carrera electoral.
En ese sentido, la escasez de tiempo en redacción, sumado a ciertas imposiciones notables del propio entrevistado, ofrece una mirada-embudo sobre la familia completa de los Macri. Es decir, la perspectiva de Mariano, ofreciéndose como víctima, incluso como aquel que ayuda a familias del Conurbano mediante una fundación, genera una condescendencia por parte del autor del libro que, probablemente, no logré generar un acabado preciso sobre el funcionamiento mismo de la decadencia de quienes se apoderan del capital en nuestro país y quede más a la merced de una obra digna para una telenovela, cuya temática sobre los problemas de dinero entre ricos tanto fascina a los amantes de la televisión.
Aquel Franco que vino de inmigrante a éstas tierras, desde que se ensució las manos hasta convertirse en uno de los principales cartel de obra pública del país, mediante el codeo con los distintos gobiernos –constitucionales y dictatoriales-, se le suma la creación de sus descendientes, de la mano principal de su lazo con la oligarquía autóctona, en particular con los Blanco Villegas, cuyo sostén de la renta ha sido ajena a la fuerza laboriosa. Esa unión de la burguesía contratista y el sector terrateniente concentrado engendra entre otros a Mauricio, que de pasar de una crianza de cuna de oro a saltar por distintos puestos ficticios de gerencia en las empresas del viejo, pasó también a ser, empalagoso decirlo pero que no deja de ser real, en un “hijo del 2001”.
Descifrar los avatares de éstas clases sociales nos permite descifrar los devenires de un país, incluso desde el mundo, donde el voto ha permitido recientemente el ascenso de líderes de grandes fortunas, pero impensados en acceder a esos cargos. Una necesaria radiografía que, muchas veces, el despecho de un integrante de la familia no siempre logra ser suficiente.