Skip to content
“Aquí estamos, pues, a un costado de ese camino diciendo los adioses y estrechando su firme mano. Pero yo sé que volverá. Yo sé que volverá. Yo sé que volverás, compadre. Por eso te digo hasta siempre. No te olvides de mí ni de mi compañera, los que tanto te amamos. Volvé pronto para que podamos seguir viviendo y amando, oscuro jinete, dulce cazador de hombres. Mascaró, alias Joselito Bembé, alias la Vida”.
Haroldo Conti, Mascaró, el Cazador Americano
“Porque América es solo vuestro nombre para estas tierras y aguas que nos dan vida desde hace millones de años, como a ustedes, salvo que ustedes, señores de occidente, llegaron a estas costas y nos inventaron. Primero mataron a todito ser se cruzaron. Y luego nos inventaron. Y nuestra madre es esta tierra que ustedes bautizaron con el nombre femenino de un mercader que le robo la gloria a otro mercader anterior”.
Javier Vicente, Señores de Occidente
En San Agustín, Huila, macizo colombiano, la ancestral cordillera de los Andes, espina dorsal y apu de las pueblas de la Abya Yala, se divide en tres para finalmente yacer dormida cual amaru en el mar. Desde esa importante achachila nacen importes ríos como el Amazonas, el Orinoco, el Cauca, el Magdalena, el Caquetá y el Patia. Además de intensas comunidades jipis, osados turistas, paracos, guerrillos, paisas y pueblos originarios en extinción, existen restos arqueológicos que expresan ritos funerarios antiguos, imponentes estatuas en imponentes paisajes, donde no se hallaron rastros de viviendas y ordinarios quehaceres, sino tumbas de alta alcurnia y centros rituales. Mi amigo Rubén Darío me contó que, al día de hoy, se ocultan allí las delirantes por coherentes teorías de que ese sitio vendría a ser algo así como la ONU de los ancestros de este continente. Natural era que los antiguos remontaran los ríos para encontrarse y celebrar, deliberar, compartir, honrar y dejar ir. Ya que como bien sabemos, la globalización es un invento precolombino, señor este, Colón, que bien demostrado está que llegó a nuestra tierra mucho después que vascos, celtas, vikingos y hasta sabios orientales. Claro que como no venían con afanes conquistadores y la historia la escriben los que ganan, la cuestión es más bien apócrifa.
Lo cierto es que ahí conocí a la Bruja del 83. Una niña jipi que vivía del otro lado de la barranca, en una casona que alquilaba el viejo Richard y a donde debíamos ir a buscar agua con la María. Por lo general después que Rubén Darío nos despierte con una flauta y orquesta de pájaros.
Años después la crucé en la feria de El Bolsón. Yo vendía arepas y ella andaba con el padre de su hija Maia, que juguetona bailaba cumbia en su vientre. Fue el año de la represión a los artesanos. O uno de los años de represión a los artesanos. Fue uno de los años donde los artesanos mandaron a reprimir a otros artesanos. Entre ellos una niña colombiana a la que los ejércitos paraestatales del Cacho Romera le hicieron recordar los ejércitos paramilitares que cierta vez en la Universidad del Tolima, le habían robado un ojo.
Años después nos encontramos en San Marcos Sierras, después de una FLIA. Yo andaba con Malena. Ella con Isma. La Maia era chiquitilla. Creo que todavía no hablaba mucho. Fue la vez que el intendente le sacó el sonido a la FLIA por causa de un poema lésbico y el hijo de la Moni casi termina en cana por robarle sin querer la bici a un poli.
Años después me la cruce a la vuelta de la casa del Movimiento Cajonardi. La Maia no solo hablaba, sino que no paraba. Era como el pibe Balderrama, Jotamario Arbelaez, Kid Pambelé y el Batata Salgado, pero todos encerrados en el cuerpo de una niña. La bruja del 83 paseaba su cuerpo delgado y exhausto en una bicicleta vieja por todo Rosario.
Años después ennovió con mi amigo el chantaman colorado natural y se vino a vivir al Valle. Es una artesana del carajo. Pero sobre todo una madre del carajo. Bueno, también conocida por mandarte fácilmente al carajo.
Cierta tarde de fin de invierno o principio de primavera discurrimos acerca del camino sudakamericano y sus enseñanzas. De como nos enseñó a llenar un balde de agua en cualquier acequia para vaciar en el baño cuando se corta el suministro corriente. O bañarnos con agua fría. Rebuscarnos sin un mango. Tejer un hogar en un metro cuadrado. Construir amistades fuertes como cualquier convivencia en tiempos de crisis. No creer en el Dios Dinero. Ni en pasaportes o vacunas contra la Malaria. Desconfiar de los libros de historia, la televisión y los gobiernos empresarios. Saber que un viejo taita campesino puede matar un guerrillero con un rayo y una mamita boliviana curar el cáncer con yuyitos. Entender que vivimos tiempos de pachakuti, cuarta guerra mundial, hidra capitalista, bendito descalabro mundial, sangrante presente globalizado. Que no hay normalidad donde volver. Como no hay casa que sirva de regreso cuando el camino del héroe (heroína) nos sitúa en espiral sobre nuestro propio destino. Abismo que nos incita a volar.
Es que esta bendita pandemia no es causa, sino consecuencia.
-¿Y cómo vamos a hacer para viajar ahora?- se pregunta la señorita Mayonesa.
-Tendremos que hacer como los antiguos- dice la Mormona- Subir a la montaña, y si es necesario, subirnos a las naves espaciales.
Caminando por el monte mi sobrino Nuri me pregunta:
-¿Existe el oficio de sumeriologo?
-¿Y qué sería eso?
-Una persona que investiga a los Sumerios,
-Puede ser una rama de la antropología. Que en si puede ser una profesión o un oficio. Yo preferiría que fuese un oficio. Aunque los oficios van mutando, como todo. Algunos mueren, otros nacen. Como los linotipistas ¿Vos sabes lo que es un linotipista?
.No
-Eran unos señores que arreglaban las letras de las imprentas para que salieran los diarios. Trabajan de noche. Y por lo general convivían con duendes, Los duendes eran los responsables de que a la otra mañana lo directores de los diarios vieran algún error en la última edición.
-¿Y ahora no existen más?
-¿Los duendes?
-No. Los linotipistas.
-Existir deben existir. Pero es que ahora son invisibles. Quizás se transformaron en duendes. Como alguna vez puede que lo hagan los mismo periodistas, o los libreros, incluso los viajeros. Como mi amiga, la Bruja del 83, la mama de tu amiga Maia. Que al fin y al cabo es una duenda. Sólo que en vez de linotipias, usa tik toks.
Dibujo: Nico Mezquita
Aclaración o Advertencia: Por si no se dieron estas charlas, relatos, columnas, son ficción. Ciencia Ficción Jipi. Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.