Charlas en el Monte. Sobre Santiago Maldonado y su misión en la Tierra
Por Tomás Astelarra
Estamos en minga limpiando el terreno de siempreverdes para una ceremonia de ayahuasca. Frenamos a fumar un puchito a la sombra de un tala. El Colorado expresa una teoría mesiánica sobre Santiago Maldonado. El artesano anarquista sería una especie de mesías o Jesús moderno que vino a esta vida para morir divulgando la realidad de los pueblos mapuches y la represión sistemática de los movimientos sociales. No entendemos si es una reencarnación de buda o un extraterrestre que se materializó para ayudar a la humanidad. El Colorado da datos de la imagen bíblica de la cara de Maldonado, su repercusión mediática, los altares dispersos el día de la autopsia, ciertas confluencias en los vectores del mapa astral el día de su nacimiento, el destino inefable de ciertas almas en la Tierra…
El jipi Matías con su voz chillona y siempre polémica salta con los tapones de punta: “Acá el problema es el mensaje. ¿Dónde está Santiago Maldonado? Manga de boludos. Todos sabíamos dónde estaba. Lo había matado gendarmería. El discurso de los desaparecidos es de Videla, de la dictadura. Y nosotros ahora lo estamos legitimando. Y el gobierno de Durán Barba, heredero de la dictadura, que es muy pillo, utilizó el error y entonces dijo: ¿Quieren saber dónde está? Acá está. Se ahogó en el río”.
El contraste entre estas dos teorías posibles pero radicales para uno y otro lado de la esfera mística-política nos da una hilarante risa, y tras desarrollar otras complejas problemáticas de geopolítica internacional, desde los supermercados chinos de Traslasierra a la Era de Acuario y las luchas feministas, volvemos al trabajo.
“Sin la movilización no hubiéramos llegado a ningún lado”, declara Sergio Maldonado en una entrevista a la Izquierda Diario. La imagen de Maldonado y la posibilidad del recurso mediático masivo generaron situaciones que rondaron entre la realidad y el delirio, desde los exabruptos de Carrió a la apropiación kirchnerista de un militante que por su condición de anarquista se hubiera revuelto en la tumba ante semejante reivindicación. Desde la editorial de Hugo Alconado Mon y María O’Donnel explicándole a los televidentes de La Nación cómo funcionan los servicios secretos infiltrándose en las marchas populares al indignante fallo del juez Marcelo Martínez Di Giorgi imputando a los veintidós detenidos en la marcha por Santiago Maldonado en Buenos Aires, priorizando los testimonios de la policía sobre la pruebas presentadas por Correpi que demuestran la contradicción de las mismas. Lo cierto es que pasados los quince minutos de fama del buen Andy Warhol, más allá de la duda que haya quedado, de la efectividad o no de las operaciones de Durán Barba, el caso Maldonado tiende a caer en el olvido. Marchas menos masivas, poco compartir en las redes sociales, desaparición de la agenda mediática y el intrincado proceso judicial donde se pierden kafkianamente desde hace años los reclamos de los familiares de víctimas del gatillo fácil o cualquier otro abuso de las instituciones represivas del estado.
Apenas quedan las reflexiones sobre lo actuado. ¿Fue oportuna la utilización de la masividad mediática del hecho en cuestión por parte de las organizaciones sociales y las personas comprometidas, los medios alternativos, sociales y comunitarios? ¿Cómo se comunica en tiempos donde este tipo de visiones parecen haber quedado encerradas en una minoría ideológica luchando por explicar que los mapuches no son chilenos frente a un evidente crimen de Estado enmarcado en la cuarta Guerra Mundial contra los pueblos, según anticiparon los cumpas zapatistas? ¿Es estratégico comparar estos tiempos que corren en Argentina con la dictadura militar de los setentas cuando sabemos que la política en seguridad del gobierno de Cambiemos tiene también mucho que ver con la experiencia más contemporánea de Colombia o México, una experiencia invisibilizada y poco conocida, que sin embargo pone al ex presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez como uno de los principales asesores de Mauricio Macri? ¿La figura de Maldonado visibiliza o invisibiliza la lucha histórica de los mapuches, de los movimientos antirrepresivos, de las radios comunitarias o los centros culturales anarquistas que como excusa de la búsqueda de Maldonado fueron sistemáticamente hostigados?
Debates de fondo que en el tumulto de las actividades cotidianas o la nutrida agenda de construcción denuncia y, ahora más que nunca, autodefensa de las organizaciones sociales, quizás tenga un momento o descanso, puchito, para desarrollarse.