Córdoba, la república de Macri: Del Cordobazo a la soja
Por Lea Ross
Claves para comprender una provincia mediterránea atada a la máxima fuerza porteña.
La ictericia es un síntoma caracterizada por la coloración amarilla en la piel y/o en los ojos. Se trata de un efecto provocado por el exceso de bilirrubina, que es un cúmulo descompuesto de hemoglobinas, que son las partes de los glóbulos rojos encargadas de transportar oxígeno. La bilirrubina llega hasta el hígado para meterse con la bilis y así ser excretada del cuerpo. Pero cuando hay un excedente que no se expulsa, posiblemente porque el hígado no trabaja de manera acelerada, hay un restante que se mantiene en la sangre y genera esa pigmentación amarillenta.
La ictericia en el electorado argentino se hizo presente en las elecciones PASO en tres distritos: Capital Federal, provincia de Córdoba y la región de la Antártida. El hígado tiene su diagnóstico.
En la película ficcional Los traidores (1973), de Raymundo Gleyzer, el embajador de Estados Unidos plantea su preocupación a dos de sus operadores sobre el Cordobazo. Teme que la gesta obrera comechingona se contagie en la ciudad de Buenos Aires, donde está concentrado la mayor mano de obra y donde se ubican sus principales inversiones. “¡Eso es imposible, señor!”, sentencia uno de los presentes, al sostener que a los sindicatos los tienen persuadidos. “¡Ah, por favor! – sentencia el embajador-. No pudieron predecir el Cordobazo, ni el Viborazo. No pueden ver que los sindicalistas ya no pueden controlar nada. Esto no puede seguir así. Hay que tomar una decisión, esa ha sido siempre nuestra política”.
Dicho y hecho: allá por el año 1974, el jefe de la policía de Córdoba, Antonio Navarro, perpetra un golpe policial que destituye al gobernador Ricardo Obregón Cano y a Atilio López como vice, ex cabeza del Cordobazo. De allí, a un par de años, se llegaría el ascenso del brigadier Luciano Benjamín Menéndez, quien dispersó el terror y el miedo en toda la provincia.
En 1984, con una democracia naciente, el fotógrafo Enrique Rosito retrata en un instante preciso al represor Menéndez, intentando apuñalar a un grupo de manifestantes en la calle, mientras salía de un estudio de televisión. La amenaza de ese cuchillo de más de veinte centímetros de largo, utilizado por los soldados paracaidistas, encarna ese miedo que se mantiene por décadas en estas tierras.
Desde entonces, la democracia quedó regida por un bipartidismo conservador, regida por un período radical y otra pejotista. En medio de ello, la debacle del efecto Tequila de 1995. La salvación: el paquete biotecnológico de Monsanto en 1996.
La región sudeste de la provincia forma parte de esa Pampa Húmeda, cuyas tierras concentra una enorme cantidad de nutrientes y agua. Ahí nomás, se plantó la soja RR, resistente al glifosato. Desde entonces hasta hoy, Córdoba duplicó la cantidad de hectáreas sembradas de soja transgénica, de 2,5 millones a más de 5 millones. Según la periodista Karen Braun, de Thompson Reuters, Córdoba está dentro de los diez distritos que más produjo soja a nivel mundial. La actividad La economía se reprimarizó.
El campo de los altos rindes construyó una difusa interrelación entre lo rural y lo urbano. Así emerge nuevas figuras “del campo”, donde ya no solo está presente los integrantes tradicionales de la Oligarquía -terratenientes tradicionalistas, dueños de los campos-, sino también aquellos otros “sojeros”, donde viven en Puerto Madero o Nueva Córdoba, donde pueden ser dueños de las parcelas u obtienen sus ingresos con la prestación de servicios tecnológicos que así lo requieren los productores.
Aquel sujeto, de tez blanca, cari lindo, al lado de su camioneta cuatro por cuatro, con lentes oscuros y camisa blanca, contemplando ese desierto verde, es el que habla así mismo en soliloquio: “Todo esto lo hice yo. A mí el Estado no me dio nada. Solo me saca con las retenciones”. La meritocracia nace con la disolución ciudad-campo.
A partir de la renta sojera extraordinaria, el rubro inmobiliario creció sin un control de accesibilidad habitacional para los distintos estratos sociales. Con ello, la propagación del cemento también permitió expandir de a poco la meritocracia, conformando una sociedad segregada y acaparada por el consumo.
Precisamente, el núcleo duro del voto macrista está concentrado en el epicentro de la patria sojera. De allí que de a poco, va a expandiéndose por el resto del territorio, al ritmo del crecimiento urbanístico. Son las grandes ciudades, como CABA y Córdoba, donde los habitantes ponen su apoyo a un gobierno que se identifican más desde su percepción que por su bolsillo.
Mapa: La Nación
No es así en los departamentos que se encuentran más al norte provincial. Allí, la proclama urbanística no ha logrado tener una presencial notable. La convivencia con el bosque nativo, de lo poco que queda en la provincia, pone un freno a aquella vorágine de asfalto, poniendo así un freno al avance meritocrático. Solo está la convivencia pueblerina no identifica con la competencia individualista. Pero también, la que quizás mayor siente el golpe económico, en lugares donde hay tantas oportunidades de trabajo.
Es así que el politólogo José Natanson, plantea tres sectores sociales que caracterizan a les votantes de Cambiemos: el sector del agrobusiness, beneficiado por la reducción de retenciones y devaluaciones de la moneda local, y por ende desinteresado de una economía que lleve a la dependencia; las clases medias de las grandes urbes; y la clase media baja, trabajadora, desencantada con el kirchnerismo por los reclamos “moyanista” del fin del impuesto de las ganancias. Es decir, un sector obrero representado por una burocracia más aburguesada.
Del genocidio para-estatal y luego estatal a la implantación de soja en las tierras fértiles de la provincia, Córdoba se atomizó irónicamente al dejarse abrir ante el mundo. Las recetas de dependencia construyeron una sociedad limitada en el interior de sus fronteras, abandonando su memoria y conformarse con lo crezca por los suelos desertificados por el yuyo transgénico. En definitiva, Córdoba requiere librar una batalla cultural cuya bandera sea la memoria como expulsora de la soja.