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Dragón

Gilda Ibeas Madirolas

Escupir fuego es cosa de dragones. No podemos evitarlo. Un fuego que nace en el centro mismo del cuerpo, se expande por todos los miembros y sale por la boca en discursos incendiarios y declaraciones apasionadas. Está hecho de la misma materia que el Sol y las estrellas. Es un fuego que calienta, que reconforta, que produce mágicas transformaciones, que ilumina noches de fiesta o de insomnio. Eso si se lo mezcla con amor, porque combinado con odio o con estupidez puede tener consecuencias desastrosas. Si al odio y la estupidez le sumamos eso que los humanos llaman “tecnología”, los resultados son fatales. Pero en eso los dragones no tenemos nada que ver. Nos persiguen injustamente sólo porque escupimos fuego. Como si eso fuera razón suficiente. Quien nos conoce un poco sabe que nuestro fuego es el que convoca a contar cuentos, el de las antorchas que alumbran a los caminantes perdidos, el de las brasas que cocinan manjares…quien nos conoce un poco más también sabe que a veces lanzamos llamaradas de furia. Y nada nos enfurece más que esta persecución absurda e injusta. Si algo nos subleva es la injusticia. Y ante la injusticia nos defendemos. Escupimos fuego. Es cosa de dragones. No podemos evitarlo.

Florencia Ordoñez

Ilustración: Gilda Ibeas Madirolas