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El calor y la rabia

“No es una movilización más”, dirá una dirigente cordobesa de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). Es un sofocante 7 de diciembre en la ciudad de Córdoba. Una marea de barriadas populares, sean de la capital como de otras partes de la provincia, se concentran en el centro capitalino. De merenderos a carreros, hasta campesinados y artistas populares. Casi todxs ya recibieron el atrasado salario complementario o Potenciar Trabajo en sus respectivas cuentas bancarias, en una fecha límite donde varias deben pagar sus alquileres. El alivio no sofoca la bronca. Lo sofocante es el calor, mezclado con rabia.

Todavía no es mediodía, y las botellas con agua se van descongelando rápidamente. Algunas sombrillas ayudan. Mientras tanto, al otro lado, una extensa cola se extiende en los cajeros automáticos y sedes del Banco Nación.

Al recorrer la concentración, nos encontramos como mínimo cuatro doñas que no pudieron con la radiación solar rebotada por el asfalto. Más de uno cuenta con elementos médicos para la atención de urgencia.

Su humilde servidor se mete en el Patio Olmos para llegar al otro lado del escenario. En el interior del shopping, hay otra fila, pero más escueta. Están para retirar euros.

El micrófono abre la palabra. Se habla de los trabajos que se hacen en los barrios, de los “energúmenos” políticos que criminzalizan, de la “impresentable” ministra de desarrollo social y que si el gobierno quiere auditar, que también lo haga quienes “se llevaron los dólares”.

“Arde diciembre”, se comenta. Es un mes donde la brecha entre el palacio y las calles se acrecienta. Mientras la tormenta, se deja desear.