INFORMES

El plan 0 KM del establishment

[responsivevoice_button voice=”Spanish Latin American Male” buttontext=”Escuchar”]

El presidente de la Bolsa de Comercio de Córdoba sostuvo que hay “subsidios que estimulan embarazos”. También pregonó una reforma laboral y jubilatoria. Sus propuestas fueron las mismas que realizó el establishment en tiempos de Dictadura.

Por Lea Ross

“Hay que sacar los subsidios que estimulan los embarazos”.

Eso dijo el empresario Manuel Tagle, una de las máximas autoridades del establishment cordobés, luego de ser consultado por un canal de televisión de cable referido a qué medidas de ajuste podría ejercer el Estado nacional. El titular de la Bolsa de Comercio de Córdoba también respondió que se debería ejercer una reforma laboral (solventar despidos con fondos pagados por los propios trabajadores) y una reforma jubilatoria (bajar la edad de jubilación). Pero resulta llamativo que retome una discusión ya saldada hace una década atrás, como la de suponer que personas gestantes deciden concebir embarazos para recibir fondos públicos; de hecho, ningún candidato, por más derechista que sea, propone sacar las asignaciones por hijo.

Incluso, la alocución de Tagle se dio en este mismo año en que Shakira canta que las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan.

Entre “se embarazan para cobrar un plan” o “ya no lloran, facturan”.

La bolsa

La Bolsa de Comercio es uno de los lugares predilectos donde algunos candidatos, sea de Córdoba o nacionales, exponen sus propuestas a los empresarios y estos anotan. Previo a eso, cenan en una mesa particular, acompañados por el propio gerontocrático. Aquí, algunos ejemplos de este año, sacados de los propios registros de la entidad.

Por último, por debajo de la presidencia de Tagle, está la vicepresidencia ocupada por el reconocido abogado Raúl Hermida y por la economista Diana Mondino, quien aparece en la imagen de arriba a la izquierda, y quien acaba de ser elegida por Javier Milei para ser candidata a diputada porteña, a pesar de ser cordobesa y manejar un banco que está en el microcentro capitalino cordobés.

De tal palo para tal palo de golf

A la familia Tagle se la enlaza con la venta de automóviles entre finales de los 30 y principios de los 40, cuando Manuel Tagle padre se unió a la concesionaria de Chrysler, a cargo de la empresa Visconti-Manzi. En paralelo, el constructor Vito Remo Roggio, padre de Aldo Roggio, se enlaza con Vicenti Manzi para crear la empresa Alvear SA. Para mediados de los 50, se forjaría un acuerdo con capitales estadounidenses para crear Industrias Kaiser Argentina (IKA), cuya infraestructura construída por Benito Roggio e Hijos SRL, bajo el comando de Héctor Roggio, hermano de Vito. Y a partir de los años sesenta, por el acuerdo entre IKA y Renault, se comercializaría los autos de la segunda marca, gracias a las influencias de José Lucrecio Tagle, tío de Manuel Tagle hijo, y también vicepresidente de la Bolsa de Comercio y luego presidente en 1957.

En 1961, Vito Remo Roggio asumió como presidente de la Cámara Argentina de la Construcción. Pero al año siguiente, pasó a ser de facto intendente de la ciudad de Córdoba, por orden del dictador José María Guido. En ese mismo año, se creó la Corporación Argentina de Vivienda (CAP), para el manejo de fondos inmobiliarios, en la cual el intendente Roggio asumió como presidente de manera simultánea. La CAP también estuvo administrada por la firma Vicente Manzi e Hijos SA, la mencionada Alvear SA y la Corporación Cementera Argentina SA (Corcemar), quien entre sus accionistas estaba Elsa Manzi, la esposa de Vito Remo y hermana de Vicente. Los Roggio utilizaron los fondos de la CAP para financiar sus inversiones en la construcción.

Ante ésta irregularidad, en el libro Los dueños de la Argentina II, escrita por un joven Luis Majul en los años noventa, los Roggio sostuvieron que nunca se presentaron a licitación durante la ocupación de los dos lados del mostrador, y que eso les implicó endeudadarse. Pero el intendente capitalino posterior a Remo fue Víctor Martínez, futuro vicepresidente de Raúl Alfonsín, que según el autor del libro “le empezó a pagar en cascada todas las deudas por obras y a ceder negocios bajo el eufemismo de la licitación”.

Mientras que los Tagle, desde la Bolsa de Comercio, se encargaron de apoyar el próximo golpe de Estado, ocurrido en 1966 contra el presidente cordobés Arturo Humberto Illia. Para eso, José Tagle le envió un telegrama al dictador Juan Carlos de Onganía donde le dijo taxativamente lo siguiente: “Formulo votos por el éxito de su gobierno, en cuyo acierto están confiadas las esperanzas nacionales”, según averiguó el historiador César Tcach. En un informe que realizó la propia Bolsa sobre su historia, expresa que “el Presidente de la Nación” Onganía fue invitado a la inauguración de la nueva sede de la entidad, en una ceremonia donde fue recibido por Tagle a las diez y media y de la noche, junto con miembros de las Fuerzas Armadas y del Arzobispo y monseñor Raúl Primatesta.

El 21 de septiembre de 1972, un joven Aldo Roggio de 28 años de edad fue secuestrado en el portón de su vivienda. En lugar de recurrir a la Policía, Remo pidió auxilio al Tercer Cuerpo del Ejército de ese entonces. También recibió ayuda de sus socios Vicente Manzi y Manuel Tagle. Aldo fue liberado a las 37 horas, con el pago de un rescate. Según archivos de prensa, los captores dejaron una carta donde detallaba que la razón de por qué eligieron este rapto fue por el maltrato que realizaba su compañía hacia sus propios obreros.

Al llegar la última dictadura cívico-militar de 1976, la CAP se convirtió directamente en el Banco Suquía, la banca más poderosa del interior del país de ese entonces, hasta ser vendida en el año 2000 al Grupo Credit Agricole de Francia, y luego por el Banco Macro. Gracias a los créditos que se autoadjudicaban los Roggio desde el Suquía, ejecutaron obras como el Estadio de Futbol Chateau y el aeropuerto internacional. En una extensa entrevista con Majul, Aldo Roggio hizo una polémica defensa del proceso que se inició con el último golpe de Estado: “En ese momento yo estuve de acuerdo en la guerra contra la subversión. Ha sido un paso doloroso, pero necesario para el país”. Sobre el juzgamiento a los militares, respondió: “No estoy ni estuve de acuerdo. Creo que, en general, algunos de ellos hicieron lo mejor posible en ese momento”.

Y los Tagle se encargaron de defender, nuevamente, al terrorismo de Estado. José Tagle, todavía presidente de la Bolsa de Comercio, emitió un comunicado muy beneplácito por la Junta Militar. Allí, se estableció que “no solamente el dirigismo estatal, la inflación creciente y el desorden social impidieron a los empresarios la normal dirección de los establecimientos”, sino que además, “a partir de 1973 y aún antes, el terrorismo y la guerrilla, infiltrados en los organismos sindicales, convirtieron los centros de trabajo en centros de agitación incontrolables para los elementos del orden público”. También, se repudio las denuncias del plan sistemático de desaparición de personas, “desatada en el exterior contra nuestro país, pretendiendo ignorar las reales motivaciones del proceso que inició la Nación en 1976”.

Precisamente, antes que Tagle redactara ese comunicado, el general Luciano Benjamín Menéndez, jefe del tercer cuerpo del Ejército y máximo represor que hubo en nuestra provincia, hizo lo suyo ante los empresarios del IKA-Renault, todavía socios de Tagle, para que “en el término de 72 horas” otorgara la lista de su personal obrero por “requerimientos de seguridad”. La patronal no solo acató la orden, sino que incluso hizo un certificado ante un escribano, donde se puntualizó datos no actualizados de los domicilios de algunos trabajadores, o que incluso se especificara quienes “no asistieron” en tal día de trabajo. A partir de las investigaciones llevadas a cabo por agrupación H.I.J.O.S., se estableció que, efectivamente, estaban las actas notariales en el Colegio de Escribanos. Entre ellos, aparecía René Rufino Salamanca, secretario general del gremio combativo del SMATA, que fue secuestrado el mismo día que se perpetró el último golpe de Estado en nuestro país. Con su desaparición, la automotriz tenía asegurado la producción y su respectiva venta de productos, por parte de Tagle.

René Salamanca.

Dos años después, en 1978, Manuel Tagle hijo lanzó su propio emprendimiento: “M. Tagle (h) y CIA SACIF”, que continúa hasta en la actualidad. Y para eso, se puso en primera marcha como concesionaria de la firma Sevel, la empresa de la familia Macri que manejaba las fábricas Fiat y Peugeot. El acuerdo entre Manuel Tagle y Franco Macri se mantuvo solo por tres años, hasta 1981, para que luego el heredero volviera con su padre para trabajar en la Renault, pero desde su sede actual, ubicada en la avenida Colón y la calle Sagrada Familia de la capital cordobesa. Sin embargo, se forjó un evidente lazo entre ambas familias.

En la actualidad, mientras la alianza Tagle-Renault comercializa desde principios de siglo los vehículos Nissan, el Grupo Tagle invirtió en el rubro inmobiliario, a partir de sus acuerdos con el eterno intendente radical de Mendiolaza, Daniel Salibi, donde apenas asumió su cargo en el año 1999, otorgó el aval para el desarrollo del primer country de su ciudad: Estancia Q2, de la familia Tagle. También, son los que realizaron el cuestionado emprendimiento El Terrón, donde se forjó desmontes sobre zona roja de bosque nativo, para incluir un campo de golf de 18 hoyos y sin audiencia pública. Este año, con la reciente condena al ex-secretario de Ambiente de Juan Schiaretti, Raúl Costa, quedaría como jurisprudencia para juzgar a funcionarios que habilitaron emprendimientos lucrativos que han generado desmontes y falta de papeles en los trámites administrativos, como es este caso.

Finalmente, los Tagle tuvieron llegada en otra ciudad de Sierras Chicas, Villa Allende, también de la mano de su intendente, el ex-golfista fallecido Eduardo “el Gato” Romero, para construir su hotel Scratch House, donde por momentos se hospeda el hijo de Franco Macri.

Dejá vú

La única crítica que el tío de Manuel Tagle hijo le hizo a los últimos dictadores fue que todavía no se desarmaba la “gigantesca estructura del Estado”, que tanto rechazo le generaba a aquellos que bregaban mayor flexibilización y menos intervencionismo estatal. Pero sí le reconocen su rol más represivo, que permitía “el restablecimiento del orden y la disciplina en los centros fabriles, la eliminación de los controles de precios y retenciones a los productos del campo, la reforma del sistema financiero y la independencia del poder Judicial”. Ésta cita no es del año 2023, sino de 1976.

De ahí que no sorprende que hay viejos planes que deberían quedar en cero.