“En el cine, se filma el conflicto hombre-mujer, pero no el conflicto rico-pobre”
Una serie de ideas planteadas por la directora de La Ciénaga y Zama sobre las concepciones narrativas y una mirada crítica sobre las realizaciones fílmicas actuales.
Por momentos, Lucrecia Martel parece como si tuviera su primer examen oral. A veces no logra cerrar ejemplos, duda en utilizar ciertas palabras y su anotador no siempre la salva. Pero no es fácil poner en jaque ciertas naturalizaciones, mediante una exposición encajadamente convencional. Lo que sigue a continuación es la transcripción de sus principales ideas que mencionó en la exposición que realizó en el CCK, en el marco de la semana de las mujeres trabajadoras “Nosotras movemos el mundo”. El tiempo, el espacio, la pobreza, los conflictos sociales y hasta una polémica sobre la identidad se hacen presente en ésta cineasta, que realiza una crítica política de la cultura.
Linealidad espacio-temporal:
“Organizamos todo lo que percibimos, profundamente, en base a la idea lineal que el futuro está para adelante y otorgamos al pasado un espacio por detrás nuestro. La persona joven tiene una gran línea por delante y una persona con mayor edad tiene una línea mayor a su espalda. En el mundo aymara, y posiblemente también en Tailandia, hay varias formas de espacializar el tiempo. Y está este planteo que el futuro está detrás, porque uno va caminando sin ver hacia dónde va, y sin embargo el pasado está siempre ante nuestros ojos. Todo lo que va sucediendo, y ya lo hemos visto y vivido, va quedando delante nuestro, mientras avanzamos a ciegas hacia el futuro. En una sociedad, la juventud tiene un valor extraordinario por tener una gran línea de extensión hacia adelante, y se desprecia aquel que le queda una rayita de línea corta hacia adelante. De ahí que la cultura aymara, el valor de la experiencia es mayor para el que tiene un mayor pasado. Todo esto, que define nuestra ética, nuestro comportamiento político y otras cuestiones cruciales sobre el accionar humano, es sumamente arbitrario. Porque nada dice que el tiempo tiene una dirección. Algunos dirán que la segunda ley de la termodinámica define a los sucesos como irreversibles o que si el universo está en expansión, eso indicaría una línea de extensión del espacio y el tiempo. Sin embargo, hay otras teorías de la física, sobre las partículas, donde la termodinámica no tiene relevancia y es posible que el tiempo y el espacio puedan ser pensadas de otra manera. Por ende, la linealidad del tiempo lo hemos naturalizado alegremente”.
Causalidad:
“A la hora de escribir en el cine, la causa-consecuencia resulta difícil de pensar si no hay una dirección inexorable del tiempo. Si no es así, tendríamos que pensar en un espacio, donde los eventos no están organizados en una línea que va hacia algún lugar, como es el caso de la memoria. Cuando yo recuerdo el cumpleaños de alguien que ocurrió en 1982, no voy para atrás a 2015, 2014… hasta llegar a 1982. Los eventos están allí sin ningún orden. Si el tiempo fuese como la memoria, como si los hechos estuvieran suspendidos como micro-partículas, ¿cómo se uniría un acontecimiento con el otro? Para organizarlos como relato en el cine, no estoy obligada a establecer ningún tipo de línea en particular. Puedo saltar de un lugar a otro, de un tiempo a otro, alegremente. Ésta forma de pensar el tiempo es otro esquema posible, que tiene una única ventaja: que no genera la fantasía del orden de la causa-consecuencia. Aquí, queda más explícito que esa forma es arbitraria. A mí me harta que tomen como ejemplo la película Memento, donde su director Christopher Nolan le encanta ir de aquí para allá en el tiempo. Pero eso no significa que está proponiendo otro esquema de tiempo, sino que reafirma el anterior con una estructura alternativa, porque va generando paralelismos, estableciendo siempre un lugar donde ordena mediante flashbacks y flashforwards. Es muy difícil que en las formas narrativas podamos sustraer de una forma de experimentar donde una cosa viene después de la otra. Esa linealidad está impregnada en toda nuestra cultura. Y no digo que esté ni bien ni mal, solamente digo que es importante recordar que es un invento. Y cuando se olvida que es un invento, se naturaliza y pasa a ser una especie de condena sobre la percepción en el mundo”.
El poder de la mirada y el poder de la escucha:
“La mirada genera un punto clarísimo desde dónde se percibe el mundo. En nuestra cultura, concebimos a la mirada como un poder que derrama sobre el mundo y no como el mundo viene hacia uno, que ese sería el lugar donde nos posiciona la escucha. El sonido obliga a pensar ese lugar en el mundo de otra manera. El sonido pone, a quien lo percibe, en una situación un poco menos poderosa de lo que pasa en el mundo. La percepción física es la misma, pero culturalmente la mirada se ha desparramado en todo el mundo como si fuese un faro y que nos pone en un lugar de poder peligroso. Cuando uno camina en la oscuridad, lo hace despacio y con una mayor necesidad de establecer contacto con los otros. El caminar en la oscuridad necesita de un radio de percepción más chiquito y nos obliga a la lentitud. La mirada nos da la sensación de cubrir todo y genera mucha velocidad. Si extraigo un fotograma dentro de una secuencia, va haber una cantidad de información a percibir; en cambio, si extraigo un fragmento del sonido, voy a necesitar uno con mayor duración. El sonido obliga al tiempo. Pienso que la velocidad y el poder de la imagen nos han vuelto torpes y esquemáticos. Por eso pienso que la construcción desde el sonido, no nos salva nada porque imbécil podes ser igual, pero nos da una oportunidad de corrernos un poco de lo hegemónico”.
La pobreza:
“La pobreza en el cine, hecho en gran parte por clase media blanca, es una aventura, donde sucede la acción. El country nunca resultó ser una aventura, porque nos aburre, porque somos nosotros. En cambio, la villa por lo menos es distinta. La palabra ‘pobreza’ nos atonta bastante para observar una cosa que sucede en el espacio del territorio, donde el tiempo no funciona igual. Si ustedes agarran todas las escenas de desayunos del cine, van a notar que hay una coincidencia enorme en el tiempo que conlleva. Eso es porque el acceso al agua caliente, la presencia de alimentos, lleva muy poco tiempo. Si filmó esa escena en una casa pobre, los tiempos y espacios que necesito para filmarlo es completamente distinto. En la industria del cine, la idea que abrís la heladera y sacas comida, subyace a cualquier historia. Damos por hecho cosas que en realidad lo es para una ínfima parte de la población mundial”.
Conflictos sociales:
“Si agarramos todas las películas argentinas, sobre todo las más exitosas comercialmente, están filmadas en lugares muy homogéneos, social y estéticamente. Y verán que el auto donde viaja el protagonista, no pasa por ningún lugar donde haya un conflicto social. Rara es la película exitosa que tenga la aparición de un conflicto social, que no sea al conflicto hombre-mujer. Y lo digo con todo respeto por lo que estamos viviendo y la ilusión que tengo, pero al conflicto hombre-mujer todavía le queda el enorme conflicto rico-pobre, que dentro del espacio de las mujeres, ese conflicto no lo tenemos demasiado presente. En los directores jóvenes, veo una preocupación por el género, pero dentro de una enorme homogeneidad. El cine nos ha acostumbrado a creer o a evitar la percepción de lo complicado que es el territorio y lo nada homogéneo que es el espacio y tiempo”.
Fetichización de las imágenes:
“Hemos fetichizado tanto lo que filmamos. Si hay una época que será menos retratada en la historia de la humanidad es ésta. Hasta los años ochenta y noventa, había memoria fotográfica. Después de eso, si no tenemos una memoria para guardar nuestras fotos digitales, las perdemos. La idea que estamos hiper-retratados es falsa y agranda la brecha entre quienes tienen acceso a quienes tienen más y menos dinero. Es rara cómo funciona ésta tecnología en cuanto a democratización. En las comunidades del Chaco, hubo un salto tecnológico entre el televisor y los teléfonos inteligentes, pero en el medio faltó la era de la computadora. Para algunos, el desarrollo tecnológico fue paulatino, para otros fue un salto muy alto”.
Temas del contexto:
“La única forma que el cine amplíe sus formas de interés, no es generando obligaciones o agendas argumentales, porque después es un desastre. Hay una cantidad enorme de heroínas al pedo, porque toda la concepción de las películas es un desastre. Se cree que porque solo se pone a la mujer en el rol de protagonista ya estamos en la zona de iluminación de nuestros tiempos. Lo que sí podemos hacer es ampliar los sujetos de producción de narrativas. La clase media ya tiene el discurso bastante agotado. Hay que poner fuerza ahí y no más heroínas que pelean, ni siquiera contra la policía”.
Identidad:
“Yo no soy partidaria de nada que defienda la identidad. Por eso hice Zama: para mí, la identidad es una cárcel. No creo esa idea de que la identidad nos salva de algo. Lo que llamamos identidad es una idea muy barata, a veces. La búsqueda de una identidad nacional me parece una estupidez que no me interesa en lo más mínimo, como también las Malvinas. La identidad no creo que ayude a la humanidad a encontrarse consigo mismo. Creo en lo mutante, en lo ambiguo, lo indefinido, y sobretodo creo que tenemos que luchar para que la autopercepción no necesite de grandes inversiones. Porque si no, será un derecho de la clase media que accede a poder transformarse. Yo deseo para el futuro la inutilidad de la identidad. Yo creo que la enseñanza que nos da el mundo trans, por lo menos el que yo conocí, es la invención. Y la invención con casi nada. Y eso no me parece que sea una identidad, es la fiesta de inventarse. Es la decisión de pararse en el mundo e inventarse”.