La hora del lobo
Los contagios de Covid-19 llegaron a sus picos máximos, y todavía no llegamos al invierno. La vuelta pasajera de un Fase 1 no es solo un costo político y económico, sino también sociológico. El temor a la peor respuesta de la sociedad, con el fantasma de las revueltas de diciembre de 2013 al acecho. La disputa entre schiarettistas y macristas por apropiarse del discurso del Cordobesismo. Y la guerra de la carne, otro corte de lo mismo.
Por Lea Ross – Ilustración: @nico_mezca
El día martes pasado fue el inicio en que los números de Córdoba estremecieron. Nunca, desde que empezó la pandemia, la provincia había atravesado el techo de los 3.000 contagios en solo día. Por ende, tampoco lo hizo con 4.000.
Temibles como predecibles. Antes de esa fecha, Córdoba no era ajeno que desde el comienzo del mes, las tasas de contagio venían teniendo un abultado crecimiento, tal como lo exponen las tasas de la plataforma “Covid Stats”, al ritmo de las clases presenciales y el mercurio de los termómetros a la baja.
Por si fuera poco, fue el mismo día en que más de uno se enteró del informe bimensual de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI), donde reveló que las cámaras de terapia intensiva superaron el 94% en el territorio cordobés. La Provincia se limitaba a difundir solo las camas ocupadas por pacientes con Covid-19, que en ese entonces rondaba en un tranquilizador 45%, pero no difundía el resto de las camas, ocupadas por pacientes con otras enfermedades o por otros siniestros, como accidentes.
El siguiente gráfico fue elaborado por su humilde servidor, sobre los últimos cuatro informes del SATI, cuando comenzó a relevar en distintas provincias desde el 24 de abril. Así vemos que la provincia de Buenos Aires muestra una tendencia a la baja, mientras que la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tuve una abrupta caída con el cambio de mes, pero luego tuve una leve tendencia a la suba. Tendencia parecida a las dos provincias pampeanas de Córdoba y Santa Fe, que coincidieron en una suba en la última semana de abril, para luego tener una mejoría en el comienzo de mayo. Pero que en Córdoba, tuvo la dramática subida de 85% al 94%. No hay datos de Santa Fe en el último informe, pero es muy probable que se trate de una cifra parecida a la cordobesa. Es decir, hay una “pampeanización” de las internaciones.
Por esa razón, fueron varias las localidades que no estaban dispuestas esperar hasta el jueves o viernes, para que el Gobierno de Córdoba tomara una decisión, a posterior de lo que iba a definir el presidente Alberto Fernández, y por eso algunas ciudades decidieron tomar sus propias medidas a nivel comunal a comienzos de la misma semana.
También era predecible que el propio gabinete provincial iba a decidir a respetar a rajatabla la decisión nacional. Porque sabía que se venía brava la cosa.
El Partenón en tensión
El colapso de un hipotético partenón comienza cuando ceden los postes que sostienen su techo. Pero puede ocurrir que al cruzarse esos fragmentos verticales, terminan conformado una encrucijada. Es en ese momento de tensión, donde todos los gobiernos de Occidente -municipales, provinciales y nacionales- saben que tomar medidas restrictivas severas no tiene solamente un costo político electoral, sino también un costo político sociológico.
El enorme fervor de rechazo al retorno de una Fase 1 es entendible desde las secuelas económicas que eso genera. Pero también porque viene tocando el punto más sensible de toda conformación de una sociedad liberal, como es el derecho individual. La preocupación del gabinete de Juan Schiaretti de anunciar medidas severas y que su propia población se revele contra ella, mediante acciones colectivas que excedan lo individual, es un calco a lo que teme la dirigencia nacional, tanto de éste país como gran parte que se ubican al oeste del meridiano de 40 grados oriental.
De hecho, una fake news se estuvo difudiendo por Whatsapp, que transcribía un falso decreto provincial enumerando las medidas que se iba a restringir el mismo día de su circulación. Es notable la precisión y paciencia de su redacción, con lo que no se descartaría la posibilidad de que quien lo redactó era alguien con conocimiento de causa y que pretendió generar un brote psicótico en la sociedad cordobesa.
Que una sociedad opte por revelarse, a costa del sufrimiento de quienes tiene al lado, sin siquiera tener la empatía que padece todo el equipo de salud de atender las clínicas saturadas, nos remite a lo que ocurrido en la Córdoba capital de los disturbios de los días 3 y 4 de diciembre de 2013. Si en aquella noche, se inició con el acuartelamiento policial y, con ello, la sucesión de saqueos en distintos locales de comercio, su peor faceta fue el levantamiento de trincheras para masacrar a todo aquel susceptible a ser un posible saqueador. Viajar en moto bastaba para recibir un fierrazo en la cabeza. Sin pruebas, pero sin dudas. Como la posverdad o las fake news. El padre de una de las mismas víctimas comentaba que “Córdoba dejó de ser la Docta”. Las personas que llevaban esos palos eran estudiantes universitarios, como reveló el documental La hora del lobo, de Natalia Ferreyra.
Lo que hizo el coronavirus fue “provincializar” aquella bestialidad que estaba latente.
Cuando José Manuel de la Sota había asumido la gobernación en 1999, siendo un peronista en una provincia que no lo era, su plan para hegemonizar su capital político, teniendo como proyección su carrera a la Casa Rosada, era mostrar a Córdoba como un ejemplo en el manejo económico, teniendo a la principal estrella la reducción del 30% de los impuestos. Pero luego del 2001, tanto él como Juan Schiaretti se limitaron a ser la escudería de distintas manifestaciones del sector conservador de la sociedad. Desde las movilizaciones de Juan Carlos Blumberg, que empujó a un mayor protagonismo a las fuerzas policiales con Código de Faltas a mano, a las manifestaciones sojeras del 2008, centralizando sus loas al sector agroindustrial, fue la legitimación del propio Estado ante una manera de organizar la sociedad, que antepuso el derecho a la propiedad privada por encima de todo, manteniendo en construcción lo que llamaríamos la “meritocracia”, que se transformó más en un discurso de disputa de poder que de un modo de poder fáctico. Todo eso se exacerbó con un De la Sota enfrentado a la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner durante 2011-2015, con el afán de apropiase del protagonismo opositor nacional que nunca alcanzó. Irónicamente, el ascenso de Macri al poder lo llevó a recalibrar su jugada y mantener un mayor diálogo con el cristinismo, para alcanzar más escalones en la caminata nacional vertical, hasta que se estrelló de manera horizontal en una ruta. No logró ni siquiera contemplar las inéditas concentraciones contra la cuarentena en 2020, que unió a nacionalistas, liberales, sojeros, organizaciones provida, sectores militares y lectores de fake news contra las vacunas. Si antes no había manera que se unieran, ese espanto que los hizo revueltos fue precisamente eso: el derecho a tocar su libertad individual(ista).
Apropiándose del Cordobesismo
Fue así que la visita de Mauricio Macri a Córdoba, para presentar su libro, consistió en realidad de la apropiación de ese vocabulario, con reiteradas frases que contengan los sustantivos “Córdoba” y “cordobeses”, ante cada entrevista en los medios locales. Por esa razón, a la hora de cooptar los votos del oficialismo provincial, el expresidente señaló a Canal 12 que con “Schiaretti hemos trabajado juntos, le tengo mucho respeto al Gringo” y que “en término de valores, compartimos lo mismo: una Córdoba que sale al mundo”. Sus palabras llevaron a que una enojada Unión Cívica Radical emitiera un comunicado, asegurando que “no tenemos nada que ver con el gobierno de Juan Schiaretti”. Como dijo la colega Yanina Passero, no se sabe si los radicales se enojaron por esa entrevista o porque Macri impuso como su candidato en Córdoba a Gustavo Santos, quien antes de haber sido su ministro de turismo, fue titular por ocho años de la Agencia Córdoba Turismo, de la mano de Schiaretti y De la Sota.
De visita en las calles cordobesas, en la peor semana de la pandemia para Córdoba. Sin barbijo, ni distanciamiento, y toqueteando. Tinelli, un poroto.
De lobos a leones
A pesar de todo eso, el Gobierno de Córdoba mantiene firme su postura de concentrar los votos necesarios para quedar en pié en las elecciones legislativas de éste año. Por esa razón, desde su cama del Sanatorio Allende, Schiaretti ordenó que su preferido para que sea su sucesor en el año 2023, el vicegobernador Manuel Calvo, realice publicaciones contra la medida de Nación de restringir las exportaciones de carne, como modo de contener la disparada de precios de las partes vacunas. Desde Twitter, el niño mimado realizó duras publicaciones contra el Gobierno Nacional, dos horas y media después de que el gobernador de Santa Fe, el peronista Omar Perotti, expresara también su rechazo, pero desde una prosa más diplomática, a diferencia de la prominencia cordobesa.
Después de eso, desde la localidad de General Cabrera, Calvo declaró ante los medios lo siguiente: “Si hay algo que he aprendido del gobernador Schiaretti es que al sector agroindustrial, al campo de nuestra provincia, lo defendemos con uñas y dientes”. Hay una suerte de paternalidad estilo Disney, que nos remite a El Rey León, cuando Mufasa le enseñaba a su hijo Simba sobre el reino al cual heredaría su trono.
Enseñando a acechar para quedarse con el trono.
Una vez le preguntaron a un ejecutivo de Disney de por qué en las películas clásicas de la factoría de Mickey, muchos personajes principales no tenían madres y solo contaba con la presencia de padres (Bambi, Pinocho, Simba…), a lo que respondió que era por una cuestión de mero ahorro narrativo. Pero también hay una cuestión de parricidio, donde la mortandad del padre permite que sea el hijo quien se apodere del trono, como ocurre en tiempos remotos de la mitología grecoromana.
Algo de eso le está pasando al Cordobesismo. Ante la imposibilidad del último caudillo de continuar con la dinastía, tendrá que ceder su trono para que se lo queden sus herederos.
De antílopes a vaquitas
Pero a diferencia de Schiaretti, Mufasa le enseñó a su cría sobre los circuitos del ciclo de la vida, ejemplificado con el devorar la carne de los antílopes y la descomposición de sus propios cuerpos para nutrir los pastos que alimentan a aquellos rumiantes. Pero desde el Gobierno de Córdoba, no parece haber claridad sobre el porqué es tan dificultoso comer carne.
Es innegable que hubo un crecimiento de las partes de asado en las góndolas, tal como lo muestra la siguiente tabla del último informe del Instituto de Promoción de Carne Vacuna Argentina (IPCVA), cuyo aumento de precios en Córdoba no se diferencia tanto de las que hubo en Buenos Aires y Rosario. Mediante una consulta a 30 carnicerías de la capital y 15 supermercados, la carne vacuna subió en abril un 3,3% con respecto a marzo, pero mostró un alza del 72,6% con respecto a un año atrás, una cifra más elevada a la inflación estimada.
Las razones de por qué aumenta tanto es una verdadera disparada de choques sin consenso, que se mezclan las razones de mediano y corto plazo, sumado a que se atraviesan varios circuitos de la economía. Empezando por el hecho que la ganadería fue empujada de las tierras más fértiles para cederla a los cultivos de altos rindes, como soja y maíz. Al reducirse el espacio de la cría, se invirtió en los feedlots, ejerciendo una cría e invernación a cielo cerrado y más intensivo. A esto se le suma el crecimiento de la demanda de China y la flexibilización de restricciones a las exportaciones durante la presidencia de Mauricio Macri. Porque no solo se exportó los cortes de la Cuota Hillton para los paladares refinados europes, sino también los cortes más baratos, aquellos que estaban habituados a caer en los platos argentinos.
Para el actual gabinete nacional, se privilegió exportar la carne antes que servirla a las mesas argentinas. Precisamente, como lo muestra nuevamente el IPCVA, desde 2015, cuando Macri asumió como presidente, hubo una tendencia al crecimiento de la venta al exterior, mientras se redujo el destino para el consumo interno. Una gráfica es el espejo inverso de la otra.
Desde el sector ganadero, se asegura que en realidad el aumento de precios es por la baja de producción y por el aumento del maíz, usado para engordar a las vacas.
Sobre el primero, a partir del último informe que publicó la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes (CICARA), vemos que efectivamente hubo una caída productiva del 4% entre el primer cuatrimestre del año pasado con el actual. Pero a pesar de eso, se siguió privilegiando el comercio exterior, al incrementar las reses con hueso en 13,3%, en detrimento para el consumo interno, que cayó al 9,7%. Mientras que para la faena total, tuvo un crecimiento del 18% para el extranjero, y una caída de casi el 6% para el mercado interno.
Acerca del maíz, un estudio de la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad de San Martín -que ha hecho publicaciones muy a favor de la exportación cárnica macrista-, publicada en marzo de éste año, calcula que se requieren 3,19 kilogramos de cereal para generar un kilogramo de carne bovina. El 12,5% del precio promedio sin IVA de los cortes de esa carne se explica por el equivalente del maíz necesario para alcanzar ese peso. Si ese cereal subiera 10% su precio, habría un incremento de solo el 1,25% en el precio final de carne. El informe concluye que “el impacto de los productos primarios [como el maíz] resulta ser bajo en los precios finales que paga el consumidor, dado que pierden relevancia a medida que van atravesando las distintas etapas de los procesos productivos”.
Sobre ese punto, un reciente informe de CEPEC (Centro de Estudios Políticos y Económicos), dice que el aumento de precios es por la doble presión que se ejerce desde el sector exportador, que pretende que el precio en las góndolas sea a precio internacional, y de la cámara de frigoríficos y de las cadenas de comercialización que también hace lo suyo para inflar los precios.
Si eso es cierto, en el caso de Córdoba, la presión vendría entonces de las mismas manos y con respaldo político. Porque según un relevamiento que hizo La Luna con Gatillo, dentro de los fondos privados que recibió la lista de Hacemos Por Córdoba en el año 2019, para la tercera candidatura de Schiaretti a la gobernación, el 6,4% provino de cuatro empresas frigoríficas, que aportaron un total de 5,5 millones de pesos. Y tres ellas, están registradas como empresas exportadoras.
De hecho, durante la presidencia de Mauricio Macri, se habilitaron las exportaciones de carne a Estados Unidos, algo inédito en casi dos décadas. Una de las pocas beneficiadas fue la empresa Logros SA, de Río Segundo, que eso le permitió ser una de las pocas firmas que al año siguiente le abonara dos millones de pesos a la campaña de Schiaretti.
Así cualquiera aprende que al sector hay que defenderlo con uñas y dientes.
La palabra gubernamental y empresarial de anteponer un bien comestible como un commoditie, en detrimento de su valor de uso local, a costa de que la privatización de ganancias y socializar las pérdidas, es la construcción de una concepción cultural que, a la larga, destalla en la peor faceta de una sociedad, más si hoy en día permanece exultante por el freno económico por la expansión del coronavirus.
Por esa razón, el espíritu de aquella carta final, leída en el desenlace del documental de Natalia Ferreyra, vuelve a escucharse ante nuestros oídos, como si los ochos años no pasarán y los aullidos cobraran su aliento:
“Fuimos peones de una movida política, nos sacrificaron a todos. Se cagaron en la gente como vos o como yo. Los de arriba y los de abajo. Y me vienen a pedir a mí que respete, que me sacrifique. Hoy la rama intelectual te juzga detrás de las cámaras. Debe ser porque lo único que quedó intacto fueron las librerías. Porque, ¿saben qué? El otro, al que hay que cuidar, le importa tres pitos lo que los libros te dicen qué hay que hacer cuando llega la hora del lobo”.