La madre de todas las batallas
Por Lea Ross
La foto de portada de este informe, disparada por el fotógrafo Matías Spicogna, cuenta con la presencia de su humilde servidor, su mamá y el Grupo Madres de barrio Ituzaingó Anexo, la organización pionera que llevó, hasta el día de hoy, que hablemos de palabritas recurrentes como “agronegocio”, “fumigaciones” y “extractivismo”. Fueron una de las primeras en advertir el impacto en la salud de la dispersión de agroquímicos en un lugar impensado como es una gran ciudad.
Es el jueves 14 de noviembre. Las cuatro Madres -Chavela, Vita, Norma y Marcela- van a presentar el libro Los derechos no se mendigan, que mediante entrevistas realizadas por un joven equipo interdisciplinario repasan la historia del conflicto iniciada en el año 2002, cuando las divisas sacaban el clavo de la Convertibilidad mediante la venta al exterior de la soja resistente a plaguicidas.
La actividad se hace en el Centro de Salud N.º 90 de la capital, ubicado en el sudeste de la ciudad. Fue creado en el 2004, por impulso de las propias Madres, cuando advirtieron que la salud del barrio estaba empeorando. “Lo conseguimos por la fuerza”, señala Vita, donde incluso recordó que le advirtieron a un intendente que estaban dispuestas a encadenarse si no prosperaba la iniciativa.
A dos cuadras del lado este del evento, se encuentra la calle Erwin Schrödinger, en homenaje al físico que creó el planteo mental sobre el gato que vive y muere al mismo tiempo. Dos décadas atrás, la Schrödinger fue la calle de tierra que dividía los campos y las viviendas. La que dividía entre la vida y la muerte. Ante eso, nació ese establecimiento.
“Si hubiera existido el protocolo anti-piquetes de Patricia Bullrich en ese entonces, ese centro no existiría”, me comenta una de las presentes.
Hoy, no hay más soja en Ituzaingó Anexo. Pero un reciente trabajo realizado por el Instituto Tecnológico Socio Ambiental (ITSA), realizó un “relevamiento epidemiológico y de percepción del riesgo ambiental” en la zona. Allí señala que “aún persisten problemas de salud en su población, agravados por el tiempo de residencia en el barrio y por la proximidad a los campos donde se aplicaron pesticidas”. O por lo menos es lo que señalan sus propios habitantes a la hora de deliberar el origen de sus enfermedades, síntomas y fallecimientos, donde las sospechas también vendrían de lo que se emana en refinerías cercanas y basuras sin recolectar que se acumulan.
En el establecimiento sanitario puede faltar medicamentos o necesita más personal. Pero eso no impide que en la actividad por el libro, se desencadenan intervenciones artísticas, desde lo folclórico, los cantos de esperanza y otros momentos emotivos. Se insistió en el protagonismo femenino que tuvo esta causa, que llevó a la condena en 2012 de un productor sojero y un aeroaplicador. De hecho, se habló más contra el patriarcado que contra el extractivismo. Aquí, se puede contemplar una breve crónica audiovisual de aquella jornada.
Criticar a quienes criticamos el extractivismo
La convocatoria vecinal se contrasta con otras actividades de luchas ambientales, donde el concepto de lo territorial pareciera estar devaluadosé, al ritmo de la cotización del dólar. La notoria presencia vecinal, dentro de una infraestructura como es un centro de salud emergida por la lucha, se contrasta en otros eventos, donde los conceptos académicos parecieran poner en tensión la perspectiva barrial, aún cuando el libro presentado fue elaborado por especialistas en distintas ramas disciplinarias.
“Esto queda para los jóvenes. Ellos son el futuro. Con este libro, les dejamos el camino a seguir”, señala Chavela. Todo un tema la posmodernidad cuando esa juventud no lo hace. En la provincia de Córdoba, por ejemplo, pasó desapercibido la convocatoria nacional llamada “4D” o “Hasta cuando” o “Basta de extractivismo”, donde se realizaron 40 manifestaciones simultáneas en todo el país contra el modelo extractivista, pero no tuvo un efecto local. Puede que por estas tierras, donde el 75% del electorado votó como presidente a Javier Milei, haya llegado a un umbral. Pero también, a nivel nacional, se debe a un manejo comunicacional desprendida de las demandas comunales, más cuando se comanda desde las ciudades costeras que denuncian las exploraciones petroleras en el mar Argentino. Es decir: el “Atlanticazo” no sería el aleph o la síntesis que converge a todas las luchas.
Pasados por agua
Aparentemente, la motosierra no caería en la obra pública más magnánima que se avecina para Córdoba, como así tampoco serruchar su polémica. El acueducto biprovincial, impulsado ahora por los gobernadores Martín Llaryora y Maximiliano Pullaro, tiene el afán de recoger el agua del Río Paraná, y trasladarla a ciudades de Córdoba y Santa Fe para satisfacer su demanda. Sea porque se sustenta con financiamiento internacional, o porque no se corta el chorro cuando ya se avanzaron en los trámites administrativos, el proyecto tiene sus oportunidades de seguir adelante, aún con la promesa del sueño eterno anarcocapitalista.
Seguimos recorriendo la ciudad de Córdoba en este día jueves. En un bar del barrio Güemes, se realiza una charla referido a la situación del agua en la provincia, con particular enfoque sobre esta polémica iniciativa de los gobernadores.
Uno de los exponentes es el ingeniero civil e hidráulico Mariano Corral. Con sus diapositivas, explica que el crecimiento poblacional empuja una alta demanda de consumo, agravada por una provincia semiárida como es Córdoba. Así lo expusieron los siguientes números, y que le agregamos el crecimiento en porcentaje. En la proyección para 2050, vemos que los departamentos turísticos tendrían un grado de crecimiento importante a la hora de abrir las canillas. “El Paraná podría garantizar la disponibilidad de agua, que no lo puede dar las sierras”, explica.
Caudal 2020 (m3/seg.) | Caudal 2050 (m3/seg.) | % | |
Ciudad de Córdoba | 7,9 | 9,1 | 15,19 |
Punilla | 0,9 | 1,9 | 111,11 |
Colón | 0,8 | 2,9 | 262,5 |
Santa María | 0,4 | 1,1 | 175 |
Σ (caudal) / X̄ (%) | 10 | 15 | 50 |
Pero mientras algunos de los presentes recibían una limonada para pasar el día, una segunda tabla que expuso el ingeniero desencadenó una polémica. Se trata de una matriz comparativa sobre las distintas alternativas de la búsqueda de ese recurso y advirtiendo las ventajas y desventajas de cada propuesta. “No quiere decir que sean excluyentes. En el futuro, van a tener que ser complementarias”, advirtió.
Alternativas | Caudal (m3/seg.) | Ventajas / Desventajas |
Entubamiento de Los Molinos | 3 | – / – |
Presa en Anizacate | 1,5 | – / Conflictos vecinales, vulnerar reservas |
Embalse en Río Tercero | 2 | – / Expropiaciones |
Piedras Moras con bombeos | 2 | – / Expropiaciones, gasto de energía |
Acueducto de Laguna del Plata | – | – / Agua salada, calidad comprometida, gasto de energía |
Acueducto del río Paraná | 2,8 para Santa Fe 1,5 para Córdoba | Caudal ilimitado, buena calidad / Muy costosos, gasto de energía |
Por su parte, la segunda exponente, María Valeria Ame, es química del CONICET. Viene trabajando con distintas muestras en distintas cuencas sobre la contaminación del agua en la provincia. Resaltó que en el Río Suquía, han encontrado una riesgosa concentración de productos farmacéuticos, en particular medicamentos psiquiátricos y analgésicos. Al igual que el Río Ctalamochita, también aparecieron plaguicidas: en ambos había insecticidas, y en el Suquía también se detectaron herbicidas. “Algo que nos llamó la atención es que el glifosato aparecía en muestras tomadas en la cuenca alta. Nos dimos cuenta que eso se debe a que también se usaba para fumigar en plazas y las vías del tren”, explicó.
Ahora sí: se abre el micrófono para el debate. “Yo también soy investigadora del CONICET”, resalta una de las presentes en el público, la bióloga Ana Calviño, que integra el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal de la Universidad de Córdoba: “Me cuesta creer que la calidad del agua del Paraná sea buena”. Allí, retomó los trabajos del doctor en Ciencias Químicas, Damian Marino (recientemente fallecido), que mediante un trabajo de la Universidad de La Plata, detectó glifosato en sedimentos acumulados en arroyos y cursos del Paraná. “Encontraron valores tres veces superiores a los que había en un campo de soja. Entonces, me preocupa muchísimo que en los contextos de urbanización tan crecientes, ingrese agua con esos niveles”, sostuvo. El ingeniero tuvo que aclarar: “Me refería a la calidad relativa. Es decir, que se puede remover con métodos físicos. Pero obviamente, la planta de tratamiento que debería tener este proyecto debe tomar en cuenta todos estos procesos”.
“Te agradezco que hayas traído el trabajo de Damian”, destacó la química Ame.
Más ofuscado fue el doctor en Ciencias Geológicas, Ricardo Astini, del Instituto de Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (CICTERRA). Sin hacer preguntas, tiró sus misiles al ingeniero Marcelo: “Tus palabras me parecieron manipuladas. No estaban parejas, le faltaban ideas de otros cursos de agua que llegan a la provincia como el Río Dulce. El proyecto de traer agua al río Paraná tiene muchísimos inconvenientes severos, empezando por sus costos y que está tremendamente contaminado”. Sobre éste último, también remarcó sobre la presencia de contaminantes en las actividad de navegación, del cual ese caudal no es ajeno.
Finalmente, el médico Emilio Iosa sostuvo lo siguiente: “El acueducto del Río Paraná es un hecho. Se pidieron 200 millones de dólares de crédito a bancos árabes. La duda que tengo es que esta idea, de la cual ya nos estamos endeudando, es la de traer 1,5 metros cúbicos por segundo de agua de un río amazónico e inyectarlo vía inodoros y lavarropas a una cuenca endorréica (es decir, sin salida al mar), como es la cuenca de la Mar Chiquita, que tiene un equilibrio de millones de años. Y mi otra duda es tener que bombear esos 1,5 metros cúbicos por segundo cuesta arriba, de la cual solo se podría con gasoil porque con energía solar es imposible. Para buscar agua, tenemos a 25 kilómetros de distancia agua mineral que baja de la montaña, con grandes crecidas en el verano que se va al Paraná vía Río Tercero. Me cuesta creer que este acueducto sea barato, en el sentido económico e hídrico-ecológico”.
El silencio de sus expositores ha sido la bajada del telón para concluir la actividad.
Elegir la falsa solución
Sea los modelos de siempre o los acueductos faraónicos, todo se hace en el contexto de un Milei que es presidente. Su filosofía es que toda contaminación ambiental se resuelve privatizando los ríos, la tierra y hasta el aire. ¿Habrá realmente un movimiento ambiental que, por un lado, dimensione la gravedad de la crisis económica y social que se avecina, pero al mismo tiempo sea comprensivo en cuanto a las realidades locales? Una cosa es cierta: al vecino común, se siente más identificado en defender la libertad que criticar el extractivismo.
La consigna “Basta de falsas soluciones” se ha vuelto recurrente en los ámbitos de luchas ambientales en los últimos años. Pero la sociedad votó por una falsa solución. Aún cuando esos votantes sepan que la dolarización, el ajuste o la destrucción del Banco Central son falsas soluciones. Basta con ver distintas encuestas y sondeos que advierten que la mayoría no está de acuerdo con las propuestas de La Libertad Avanza, a pesar que los votó. Y eso se debe al desierto de las propuestas que proclaman ser las verdaderas soluciones.
Ante un panorama desconcertante, se avecinaría nuevas formas de expresión y armado de redes que implicarán polemizar con lo habituado en las luchas. Eso es lo que nos invita éste nuevo período de la Argentina: lo nuevo frente a lo viejo. Cómo encarar una manera distinta aún con la latencia de la madre de todas las batallas.