La partida y la esperanza
Como toda Abuela, Sonia Torres pasó la mitad de su vida buscando a su nietx. Estuvo en el vientre de su hija Silvina Parodi, junto a su yerno Daniel Orozco, en el momento en que la pareja fue raptada a dos días del golpe militar.
Las campañas de búsqueda han sido persistentes. Ella se convencía en que lo iba a lograr, que iba a encontrar a su nietx. O les convencía a quienes estaban a su alrededor.
Sonia decía que llevaba tatuada la esperanza en su corazón. Comentario lírico que adquiere un caliz distinto en un período como éste. Justo en los 40 años de democracia en una celebración revulsiva.
Sonia partió. Es el momento donde la partida negocia con la esperanza.
Hoy la esperanza es un caleidoscopio, cuyo color es según el momento en que lo mire cada quien.
No siempre llegamos a contemplar lo que queremos ver en el más acá. Los cuerpos no siempre aguantan, son más frágiles de lo que creemos. Piden estar en el más allá.
Eso es quizás lo que deja Sonia como legado. El acuerdo es que la esperanza es un pacto donde se destina lo que se consigue. Aún cuando ya habremos aceptado la partida.