Lo obvio y lo necesario
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A pocos días del cierre de listas a nivel nacional, algunas reflexiones sobre el papel de los movimientos sociales y les indecises. ¿La salida es individual o colectiva?
Por Ignacio Nahuel Vega y Tomás Astelarra*
A pocos días del cierre de listas a nivel nacional, el panorama electoral nos presenta un escenario de 3 tercios y 4 espacios. Hay 2 de esas 3 posiciones que promueven una argentina arrodillada, donde no se discutan los salarios, los derechos laborales, la inversión en salud, educación, ciencia y tecnología; donde todo lo que pueda o tenga que ser estatal esté en manos de capitales privados, para facilitarle al mercado la centralidad en la toma de decisiones y rumbo económico; donde los bienes comunes sean pensados como mercancías y, principalmente, donde nosotr@s, los humildes, no tengamos ni la más remota posibilidad de protestar, ya que “la judicializacion” es la garantía de quienes ostentan la concentración del poder para poder disciplinar a una sociedad que tiene simplemente el deseo de “vivir mejor”. El ejemplo más claro de esto último es que, desde que osaron implementar el 2 por 1 (que hubiera beneficiado a los militares represores ) en 2017 (y que fue frenado por el pueblo movilizado a lo largo y ancho del país) hay varias provincias donde la protesta está criminalizada (entre ellas Córdoba, Mendoza, Jujuy y CABA). Osea, su libertad no garantiza entre otras cosas libertad de expresión. Menos el hecho de poder ganar sueldos dignos. En su libertad no existen las vacaciones, aguinaldos y otros derechos laborales conseguidos tras años de lucha. Ni la posibilidad de construir una casa para vivir solo o con familia. Ni hablar de comprar un par de zapatillas o poder comer bien. La libertad que nos plantean es más falsa que la moneda de 3 pesos. Casos como el de Santiago Maldonado, Rafael Nahuel o la doctrina Chocobar así lo demuestran en el caso de Cambiemos (además de la caída en el salario real en medio de un brutal endeudamiento de su gobierno ante acreedores privados y el FMI). Del otro lado se exhiben falsas promesas como la dolarización (descartada teórica y técnicamente incluso por economistas ortodoxos y del establihment), delirios como el mercado liberal de venta de órganos o revindicaciones de la dictadura militar y el proceso de reorganización nacional. Se habla de casta política pero no de casta económica.
Por otro lado hay una propuesta de una Argentina en donde haya empresas mixtas con participación público-privado, para generar alimentos sanos y baratos, para desarrollar valor agregado en la cadena de producción, para contemplar a los bienes comunes y vincularlos a una política energética que garanticé tarifas accesibles, entre otras cosas. Una propuesta que plantea una redistribución de la renta agraria extractivista y financiera; que busca relacionarse con el mundo desde la producción y el trabajo; que lejos de agachar la cabeza o ponerse de rodillas con alguna de las potencias mundiales (los países continente), busque tener una relación multipolar que dejaría, de una vez y para siempre, como saldo político en nuestro suelo, la implementación de nuevos y mayores derechos. Necesitamos una estrategia no solo lógica en términos de soberanía nacional, sino también dentro de una geopolítica donde Estados Unidos dejó de tener la supremacía y compite con otras potencias (agrupadas dentro de los BRICS) en un ámbito donde nuestro país tiene todos los recursos necesarios para esta nueva etapa de la economía mundial.
Sino una vez más, como dice Cristina, se la van a llevar cuatro o cinco vivos (de una nacionalidad ya dudosa).
¿Una salida individual o colectiva?
Para una sociedad a la que no le alcanza la libertad individual, ¿de que sirve si 3 de cada diez personas tienen derecho a trabajar en el sistema formal y cobrar sueldos dignos? Si solo 4 de cada diez pibes tienen derecho a estudiar. Si solo 5 de cada 10 comen bien. ¿Cómo vivimos en 2023? ¿Cómo queremos vivir? ¿Cómo vamos a hacer para gatantizarlo? ¿La salida es individual o colectiva?
Después de 213 años del primer gobierno patrio y 40 años de democracia ininterrumpida, nos encontramos nuevamente con la posibilidad de decidir. Como en cada elección, hay diferentes ofertas. Las primeras dos que menciona esta nota (Juntos por el Cambio y la Libertad Avanza) solo hacen foco en la libertad individual. La tercera posición plantea entre varias diferencias, una que es sustancial: “la libertad colectiva” (¡Hola, qué tal!). Ya que ningún individuo se desarrolla en una comunidad que no se desarrolla, nuestro planteo de libertad es infinitamente superador, pues no está administrado por intereses foráneos (FMI), sino que nace del simple hecho de querer “vivir bien”, como individuos, pero también como sociedad, garantizando que quienes formamos parte tengamos igualdad de oportunidades.
Desde el principio de este enunciado se nombran tres posiciones y 4 espacios (¡Si creen estar a la izquierda de la tercera posición, ya les decimos que no se hagan ilusiones en el plano electoral!). En ese cuarto espacio se encuentran los y las indecisas, ellas y ellos son l@s protagonistas, quienes van a definir los destinos de nuestro país en la próxima compulsa electoral. Por lo tanto gran parte de la estrategia tendría que vincularlos. Aquí es cuando lo obvio deja de tener sentido y toma mayor importancia lo necesario, el quehacer (¿qué hacer?). O mejor dicho: “el cómo enamorar”.
Nadie puede amar lo que no conoce. Y en esa misma dirección nadie puede transformar la realidad sin un diagnóstico en común y herramientas para hacerlo. La necesidad es de salir a conversar, no a convencer. La tarea de persuadir se encuentra en cada paraje, comuna, municipio y ciudad. Es la clave para lo que viene.
La discusión no pasa por P.A.S.O si o P.A.S.O no. Nuestra estrategia no puede estar reducida al internismo. Nuestros esfuerzos deben estar puestos en construir desde la periferia hacia el centro, desde abajo hacia arriba. Algo que no se nos hace tan difícil por nuestra condición de diálogo con el pueblo y la naturaleza. Por nuestra construcción social y política, que no aparece cada dos o cuatro años, sino que es cotidiana y esmerada, diversa y concreta, transformadora de la realidad de los territorios donde habitamos. Tenemos un proyecto de país y vamos caminando hacia una Argentina ambientalmente sana, socialmente justa, culturalmente diversa y económicamente sustentable. Pero antes debemos ganar la elección y para eso necesitamos una estrategia que genere una nueva mayoría.
Volver a tejer en medio del asedio
A pesar de la invisibilización y hasta criminalización de nuestro trabajo (que hasta dicen no es trabajo), las organizaciones sociales y políticas hemos logrado, después de 30 años, pasar de la protesta (aquellos piquetes en Cutral Co o Tartagal o la ruta 3 en La Matanza) a la propuesta (generando soluciones en nuestro territorio, pero también al frente de alguna comuna o municipio, alguna secretaría estatal o banca en la Cámara de Diputados).
La candidatura de Juan Grabois, cuyo apoyo evidenciamos en los territorios más allá de las encuestas y grandes medios de comunicación, no solo incluye a los movimientos populares, sino también sectores medios y hasta algún empresario bien pensante. Este accionar disruptivo ha forzado la elección hacia dentro del Frente de Todos (o el nombre que exprese la tercera opción por el “buen vivir”), que con el liderazgo ya garantizado de Cristina Kirchner, parece encaminarse hacia la elección de una figura más cercana a los intereses de las y los trabajadores. Esos intereses que el actual gobierno (más allá de ser mucho mejor que un segundo gobierno de Cambiemos), no logró representar. Una lista que lejos de ser encabezada por el repetido fracaso de actores conciliadores con el establishment, tenga un protagonismo generacional que garantice las mejores políticas de Nestor y Cristina como puntapié para un modelo de desarrollo humano integral, y que en la actual correlación de fuerzas dentro del peronismo, podría ser acompañada por otros sectores más moderados (desde el Frente Renovador a los gobernadores provinciales).
Esta posible fórmula, encabezada por Eduardo Wado de Pedro, junto a nuestro trabajo territorial, podría ser una herramienta potente que nos ayude a salir de la desesperanza, el derrotismo y nos ayude a enamorar a nuestro propio electorado (tras la frustración del actual momento económico). Una vez más nos urge patear el tablero, pero también invitar a las y los indecisos a recuperar los sueños de la movilidad social ascendente. Se terminó la etapa de endogamia y hay que jugar en toda la cancha. ¿De qué sirve acumular experiencias virtuosas si no las podes compartir? ¿De que sirve conocer en detalle los abusos y contradicciones de esta hegemonía o hidra capitalista si no somos capaces de crear soluciones colectivas que incidan en la realidad nacional? ¿De qué sirve denunciar la casta política si no somos capaces de tomar el bastón de mando y experimentar las complejidades de la función pública sin renunciar a nuestros convicciones e ideales en la puerta de entrada?
Hoy es imprescindible sintonizar en la misma frecuencia la labor de nuestros espacios de participación, desde los sindicatos a los centros de estudiantes; desde los feminismos populares y movimientos ecofeministas, de diversidad cultural, soberanía alimentaria o economía popular, hasta quienes integran cooperativas, clubes deportivos, centros culturales, bibliotecas populares, radios comunitarias, ferias y cooperadoras escolares, y otras iniciativas desde abajo. No comerse la curva y volver a hilar el desgastado tejido social asediado por el neoliberalismo (que tiene su pata fundante, además del patriarcado, en el individualismo). Hay que tejer con pazciencia, pero con audacia, con humor y alegre rebeldía. Tenemos que “construir Poder Popular”, para poder construir las bases de una democracia para el buen vivir. Un desarrollo a escala humana que garantice una Argentina Justa, Libre y Soberana, de abajo hacia arriba, y de la periferia al centro.
Si estás leyendo estas líneas sos parte de la resistencia.
*integrantes de la Corriente Nacional Martín Fierro.