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Los salieris de Alberdi

Una crónica sobre el “Banderazo” del 17 de agosto en la ciudad de Córdoba. Algo más que una queja al gobierno y a la cuarentena.

Por Lea Ross Fotos: LR y Matías Magnano

“La razón despliega hoy sus banderas sagradas en el país que no protegerá ya con asilo inmerecido la bestialidad de la más noble de las razas”.

“Poblar es civilizar cuando se puebla con gente civilizada, es decir, con pobladores de la Europa civilizada. Por eso he dicho en la Constitución que el gobierno debe fomentar la inmigración europea. Pero poblar no es civilizar, sino embrutecer, cuando se puebla con chinos y con indios de Asia y con negros de África”.

-Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (1853). Juan Bautista Alberdi.

Las bocinas se presentan de manera constante, en la zona más céntrica de la ciudad de Córdoba. Una muchedumbre monocromática de celeste y blanca, se despliegan alrededor del shoping del Patio Olmos, en este 17 de agosto de 2020. Respetan el distanciamiento social, hay suficiente espacio para circular en medio de las personas. Incluso, para el paso de los vehículos en las calles. Pasa una Pick-Up, marca Toyota. En una de sus ventanillas tiene pegado un cartelito: “Cárcel a CFK”. A diferencia de la capital porteña, Córdoba tiene una cuarentena cuasi ficcional, muy flexibilizada. La escasez de referencias hacia esas medidas restrictivas, permitió exponer otras consignas-quejas variopintas, todas ligadas a criticar al actual gobierno nacional. El repudio a la reforma judicial tuvo su estrellato.

En la ciudad de Córdoba, si se dice Alberdi, se piensa en un barrio populoso, a unas diez cuadras de ese punto céntrico de cemento, con galerías para el glamour. Pensar en Alberdi es pasar del pueblo comechingón La Toma, hasta las resistencias obreras como la toma de una cervecería. Precisamente, un 17 de agosto, pero de 1998, se le puso fin a esa acción directa mediante un desalojo policial. Eso es Alberdi. Pero hoy, Alberdi era otra cosa. O su contracara.

Cruzando la calle, hay un afiche: “Por un Estado sin ideologías”. Le pregunto a alguien quién lo puso. “No sé. Son los que se oponen al aborto”, me responde una pareja que estaba al lado. Precisamente, los famosos pañuelos celestes de “Salvemos las 2 vidas” merodeaban ese afiche. En un rinconcito, una familia posiciona una virgen, con una bandera argentina bajo la insignia de “Córdoba sin aborto” y un cartel improvisado: “Mamita, esperame, te haré feliz y plena”.

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El monumento a Agustín Tosco es intervenida por una serie de afiches con varias consignas. Unos jóvenes le sacan la foto a un DNI. “Estamos afiliando a alguien para UNIDOS”, me explican. “¿Qué es eso?”, les pregunto. “Es un partido libertario… ¿te querés afiliar”, me dicen. Frente al rostro de Tosco, aparecen consignas contra el sindicalismo, el peronismo, el macrismo, el estatismo, el marxismo, el comunismo y… -¿Qué quiere decir “civiles armados, choros presos”?, le pregunto al que intentó afiliarme. -Que si dejan libres a los choros, no tenemos con qué defendernos. -¿Pero al armar los civiles, eso los llevaría preso? – (Piensa) No, que nosotros necesitamos defendernos contra aquellos que vulneran nuestra propiedad. -Sí, pero la consigna da a entender que si los civiles están armados, los choros van a estar presos, ¿no será que en realidad van a estar muertos? El militante liberal se quedó pensando. Mientras tanto, contemplo una fórmula: “Más Alberdi, menos Perón”.

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Las “Bases y puntos de partida” de Juan Alberdi, donde profundiza su lema “gobernar es poblar”, servirían de material para la conformación del Estado moderno argentino, impulsado en 1880 y administrado por una clase social creciente, la Oligarquía, surgida luego de la repartición discreta de las tierras y concretada luego de la Campaña del Desierto. Es decir, cuando se legitima el derramamiento de sangre autóctona para la conformación del estado-nación. Derramamiento que ya contaba con cuatro siglos igual, pero instaurando una faceta liberal y borrando toda reseña revolucionaria e independentista que impulsaron, entre otres, Manuel Belgrano, José Artigas y José de San Martín. Cuando nuestro Estado cumpla un siglo y medio de existencia, justo en la mitad se tendrá como fecha el año 1955, con los bombardeos a Plaza de Mayo y el golpe de estado a Perón, siendo la más letal por la cantidad de civiles masacrados.

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Un joven de tez blanca, con remera corta negra y lentes oscuros, se sube a una Pick-Up (otra más), sosteniendo con firmeza un cartel llamativo: “Que vuelva el gato, para que huyan las ratas”. Las banderas danzan de manera sincronizada. Al ver semejante espectáculo, un liberal le dice a otro: “Che, alcanzame una bandera”. Se refiere a una de sus banderas amarillas, en referencia al liberalismo libertario. Lo recibe y trata de competir contra ese afiche. Decíamos que el impulsivo ídolo del Gato esta arriba de una Pick-Up. En la parte trasera de ese auto, con ese joven con prenda corta y lentes oscuros, tiene pegado una bandera argentina que dice “Rugby Argentina”. El presente cronista trata de evitar los estereotipos para esta crónica, pero estos personajes no ayudan.

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Me acerco a otra pancarta enorme, en este caso, sostenida por dos señores de edad avanzada: “Sentencia y cárcel Ya!! Libertad a los presos políticos militares. Solo 5 miembros en la Suprema Corte de Justicia”. -¿Quiénes son los “presos políticos militares”?, le pregunto a uno de los que sostiene la bandera. -¿Vos escuchaste hablar de lo del 76?, me replica. -Sí. -Bueno, dejaron libres a varios de la guerrilla y dejaron preso a gente que tiene noventa años de edad. Vos sos joven, no tenés idea, pero en esos tiempos se vivía con mucho miedo. Y hoy tenes a los hijos de los guerrilleros como Donda y De Pedro en el gobierno. Si ellos están libres, los que están en prisión también deberían estarlo… Te aclaro que no soy militar, soy civil. -Sí, está bien. ¿Pero entonces en realidad usted quiere que los militares estén libres? -Lo que digo es: O liberan a todos, o todos deben estar presos.

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Una pareja reparte un extenso texto impreso y les pido que me pasen una copia. -¿De qué se trata?, les pregunto. -Son los artículos de la Constitución que explican por qué no debemos usar barbijos. ¡Claro! Recién me dí cuenta que no usaban tapabocas. -De hecho, vos no deberías usarlo-, me dice un joven veinteañero, explicándome que eso bloquea la entrada de oxígeno y que al acumular el dióxido de carbono (por momentos, se confunden con el químico farandulero dióxido de cloro), puede dañar mi cuerpo, incluso de manera mortal. -¿Pero y el coronavirus?, les pregunto. -No, hermano, eso no existe. Hay una gran censura en eso. Me comentan que también están en contra de las vacunas y que han crecido los casos de malformaciones, al contrario de los casos de Covid-19, donde afirman que es toda falacia. -¿Pero cómo sabés todo eso? -Porque me informo. -¿Cuáles son tus fuentes? -Eehh… no, me mataste. Me comentan que están organizados a nivel país. Y me pasan un Facebook: Médicos por la Verdad.

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Frente al Patio Olmos, hay una enorme pancarta de color negra: “Patriarcado Unidos Argentina”. Le pregunto a una joven que sostiene esa bandera de qué se trata y me dice que se lo pregunte a dos sujetos que están más adelante. Uno con una especie de chaleco oscuro. Otro, con estética militar, estilo Rambo.

-¿Qué querés saber?, me responden.

-¿Sobre qué significa Patriarcado Unidos Argentina?

-¿Sos periodista?

-Sí.

El hombre de chaleco me contesta con otra pregunta: si sabía quién era tal persona, que me parecía haberlo escuchado en algún medio. Luego me pregunta algo referido a un monumento por los caídos de Malvinas. Le dije que no estaba seguro y se ríe viendo el cielo.

-Flaco, ¿cuánto hace que sos periodista? ¿Hace tres meses? -Por eso le pregunto. -¿Pero qué queres saber? -Lo que te pregunté: ¿qué es Patriarcado Unido Argentina? El otro hombre, estilo Rambo, se acerca. Al igual que mi compañero Matías, fotografiando para ésta crónica. -A vos te tengo ubicado –afirma el hombre del chaleco apuntando a Mati.- Y a vos también te tengo fichado -refiriéndose a mi-. -¿En dónde? -Y no sé. -¿Me podes contestar la pregunta? Media docena de personas se nos aproximan, emulando una patota. -Solo estaba haciendo una pregunta y ustedes solo me contestan con otras preguntas, les replico. -Lo que pasa es que vos pretendes ser un fiscal, donde das la orden para que te respondamos. -Yo no soy fiscal de nada. Estás en todo tu derecho de no responderme.

-Yo te lo voy a contestar –interviene Rambo-: nosotros somos anti-zurdos, anti-peronistas, anti-macristas, anti-aborteras, anti-feministas, anti-troskos, anti-liberales (y otros anti que ya ni recuerdo)… ¿entendés?

Les agradezco por la respuesta y nos retiramos.

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Mal que le pese a algunas lecturas apresuradas, acá no solo hubo “viejos chotos”. Olvidémonos de las manifestaciones a favor de los productores sojeros de 2008 o los cacerolazos urbanos de 2012. Eso pasó hace una década. Hubo un cambio generacional. Los banderazos de 2020 son intergeneracional. Las edades son variopintas. Familias enteras llevan a sus niñas, alzándolos con sus brazos, mientras sostienen una banderita. Una anciana dice presente, postrada en una silla de ruedas, aún siendo grupo de riesgo. “¿Cuántos años tenés?”, le pregunto a un simpatizante del liberalismo libertario. Él, tímidamente, me replica: “¿Cuántos me das?”. Yo le barajo 23 y 27. “Tengo diecinueve”, me dice. Pasa otra Pick-Up. Nuevamente, Toyota.

El caleidoscopio se denota por la presencia no tan armónica entre las distintas tribus que vagan por estas muchedumbres. Son los hijos del 2008 y 2012. Obtienen su identidad colectiva, a partir de la hipermodernidad informática. Los más chicos tuvieron a sus padres viendo el documental Zeitgeist por internet, precursora de los videos conspiranoicos. La duda de lo real es palpable. Pero si por algo de ese crisol acepta ser tapada por esas banderas argentinas, es porque todavía hay bases y principios de librecambio que los une. La superioridad del individuo por encima de todo. El que construye una nación por el empeño propio. Algo que un virus proveniente de Oriente puso en jaque.

Dos señoras sostiene afiches con citas directas. Una pegada a la otra. A la izquierda: “Seamos libres, que lo demás no importa nada” (Firma: San Martín). Y a la derecha: “Las ideas no se matan” (Firma: Sarmiento). Y una aclaración: “El que trajo educación”.