Lucha Indígena
A un año de la muerte de Hugo Blanco, histórico abuelo de los movimientos populares en Perú, la revista que fundó le hace un homenaje y nos cuenta las realidades del vecino país.
Hace un año, nuestro compañero Hugo Blanco decidió morirse. Con el cuerpo agotado por su incansable andar, aceptó la muerte con la misma valentía y naturalidad con que la había enfrentado tantas veces. Lo quiso matar el Estado, el gran Capital y también cada pequeño reyezuelo al que se enfrentó. Pero la gente le quería y le cuidaba. La madre tierra también lo quería y lo protegió en medio de la guerra contra los pueblos y sobrevivió siempre.
Era terco Hugo y el 25 de junio quiso irse y se fue.
Quienes lo conocían lo vieron irse muchas veces.
Estaba sentado, tal vez en una plaza o comiendo en un mercado, y se le acercaban para decirle:
-¿Es usted Hugo Blanco? En mi pueblo estamos luchando.
Entonces sacaba su libretita, buscaba en su agenda el día más próximo posible y para allá iba. Sabía que su presencia daría fuerza y confianza. Luego partía, hacia otra lucha local. La defensa de un río, de una laguna, de un bosque; la lucha por el acceso al agua, a la tierra. No creía en partidos políticos, ni proyectos nacionales, ni grandes líderes.
“Ahora lucho por la Tierra con mayúsculas, porque la humanidad no se extinga”, decía. Era testarudo Hugo y tras conocer la experiencia de la lucha indígena en toda el Abya Yala, el Kurdistán y el mundo, no pensó nunca más en que hubiera otro camino para la humanidad sino el que marcan los pueblos y las gentes arraigadas a un territorio.
Para entramar esas luchas y resistencias, para visibilizar la gesta de los miles de pueblos y comunidades que enfrentan el ataque del capitalismo contra la madre tierra sobre sus propios ríos, sus propios campos, sus propios cuerpos;
Hugo fundó Lucha Indígena.
Hoy, al año de su muerte, iniciamos una travesía que irá desde eso que llaman México hasta el Cusco, la tierra donde Hugo nació, nuestro territorio aún violentado, con el mismo objetivo: recoger la voz colectiva de las hijas e hijos de la madre tierra en resistencia contra la muerte y llevarla más allá, a donde también luchan por la vida, por la humanidad y las generaciones futuras.
Seguimos el camino recorrido por Hugo sobre este continente de maravillas atacado por la violencia de los ambiciosos, y lo hacemos de la mano y abrigados por la comunidad de pueblos, procesos, movimientos y resistencias, de luchadoras y luchadores que, como el mismo Hugo Blanco, incansables e incorruptibles, creativas y resilientes, son el espíritu y el corazón de esta humanidad.
¡Tierra o muerte!
¡Venceremos!
Textos en Homenaje al compañero Hugo Blanco
“Alguien cuya coherencia y compromiso es tal, que nos enseñó justamente eso: la coherencia, la congruencia, el no cansarnos, el no tener precio, el no vendernos, y la honestidad más absoluta, y la entrega y admiración por la creatividad de los procesos y las luchas.
En los recuerdos y recorridos de lucha en los que participo, Hugo nunca aceptó que fue él solo, porque no lo hizo solo.
De la lucha por la reforma agraria aprendimos cómo se teje en situaciones adversas y cómo se recupera y se libera la tierra. También cómo se utilizó el levantamiento popular y la lucha por la reforma agraria para dar lugar a una dictadura progresista y de izquierda de Velasco Alvarado que le permitió al estado aristocrático y terrateniente convertirse en un estado liberal y neoliberal.
Hugo sabia dormir bajo las estrellas con las ratas y las cucarachas porque nadie lo podía comprar. Ese Hugucha hizo su última huelga de hambre cuando ya no podía, no debía salir con vida, y así, nos dejó el camino hecho de quien habita en la constelación de lxs que no aceptan el tiempo de los almanaques ni el camino de los explotadores, y la libertad tiene un nombre: Hugo blanco Galdós.”
Manuel Rozental, Pueblos en Camino, Colombia
“Lo conocí cuando él cumplía 50. Lo que comenzó como una aventura se convirtió en un acompañamiento por más de 35 años. Y tuvimos dos hijos maravillosos. Y visité con él diversas regiones del Perú y vi el cariño de su pueblo hacia él. Y admiré su compromiso con su pueblo y con los pueblos del mundo y con la madre tierra.
Siempre supe que no podía estar en primer lugar en su corazón, la revolución iba primero. Y siempre admiré su absoluta incorruptibilidad. ¡Y ese optimismo en un futuro luminoso para los desposeídos!
Acá en México conoció el zapatismo, que representó para él la evidencia de que otro mundo es posible y en todos lados repetía los principios zapatistas: mandar obedeciendo, servir y no servirse, convencer y no vencer. Hace muchos años comencé a ayudarle a revisar los artículos de Lucha Indígena y orgullosamente sigo en ello, como parte de un bello equipo donde recogemos evidencia de la lucha de los pueblos del mundo, para no olvidar y aprender tanto de los triunfos como de las derrotas.
¡Hugo sigue viviendo en cada lucha, en cada resistencia!”
Ana Sandoval, redacción de Lucha Indígena México.
“Despedimos con respeto al compañero Hugo Blanco, un líder latinoamericano que siempre apostó por un cambio radical en el continente que permitiera que los condenados de la tierra fueran los hacedores de sus propios derechos y de sus sueños.
Su lucha en defensa del territorio, del medioambiente, de los pueblos oprimidos, siempre con la utopía del socialismo por delante, es la que desde hace décadas encabezan las y los kurdos que apuestan por la liberación de las mujeres y de la madre tierra a través del Confederalismo Democrático, un sistema más allá del estado nación.
El camino insurgente trazado por el compañero Hugo Blanco es el mismo que todos los días trazamos en Kurdistán acompañados por nuestras montañas, ríos mesetas y aldeas.
Hasta la victoria siempre, compañero Hugo Blanco.
La resistencia es vida.
Mujer, vida, libertad.”
Erol Polat, Kurdistán
“Hoy la mayoría de dirigencias lo que hacen es servirse de la comunidad para garantizar un beneficio propio. Hugo Blanco fue al revés y es el horizonte emancipatorio que nos deja a todas y a todos. Cuando tuvo que tomar decisiones no pensaba en él, sino que siempre sus decisiones estaban enfocadas en el beneficio comunitario, el beneficio para el pueblo, para su gente.
Nos decía que uno de los primeros deseos que debemos tener como parte de una lucha, de un movimiento, es el amor por la madre tierra. La madre tierra es sagrada y el amor por ella es la que nos debe levantar cada día y en todo momento.
Recuerdo que decía: “Yo me siento orgulloso de que me digan salvaje porque salvaje es el que quiere, el que respeta y cuida la madre tierra. El que no es salvaje es el que la explota, el que la convierte en mercancía.”
La invitación es a que nos miremos en el espejo de la lucha de Hugo Blanco y tratemos de caminar su legado para que Hubo Blanco no muera, para que su lucha sea semilla, ojalá seamos coherentes. En la cama, en el comedor, en la calle, en la huelga, en la protesta y en cada palabra que caminamos la coherencia es fundamental.”
Vilma Almendra Quiguanás, Cauca, Colombia
“Recuerdo una vez, cuando niña, él tenía que irse y yo no sabía cuándo lo iba a volver a ver. Lloraba en su regazo y él me decía que, a pesar de que yo lo necesitaba tanto, habían otros niños que lo necesitaban más. Antes de todo en la vida, estaba la lucha de los pueblos oprimidos.
Pero cómo no comprender, respetar y, como hija, perdonar a alguien que vivía como decía, que siempre estaba a disposición del pueblo, que nunca puso su comodidad primero, que era una persona que no se podía comprar. Un eterno caminante por la ruta de las luchas, incansable, indomable. Cuantas veces he llegado a lugares donde me han dicho: “Aquí estuvo tu papá luchando con nosotros”.
Enamorado de la vida, era un hombre que nunca dejó de ilusionarse, emocionarse y ver la belleza de la Pachamama, en una flor, en un pequeño escarabajo, en un tejido, una cerámica, en una lucha. Ese sorprenderse, ese entusiasmo casi infantil es una característica que luego he reconocido en otros buenos activistas.
Hugo tenía la capacidad de compartir y multiplicar su emoción, por lo que su presencia animaba a la lucha y a la valentía a donde sea que llegara. Ni ocho años de cárcel y torturas pudieron con el amor inquebrantable de quien sabía que la justicia y la dignidad estaban de su lado.
Hugo tenía una convicción en que el pueblo, colectivamente, tiene que organizarse y decidir su rumbo, que los líderes y caudillos siempre se pueden corromper y por eso el colectivo es el que tiene que mandar. Ese es para mí su mayor legado, el haber perdido la fe en que los partidos políticos podrán con el capitalismo depredador y saber que la defensa del agua y la tierra, del territorio, lo es todo.”
María Blanco Berglund, redacción de Lucha Indígena Perú – Suecia
“El primer número de Lucha Indígena lo sacó prácticamente sólo y luego nos fue sumando a varios compañeros y compañeras.
A pesar de ser un personaje histórico, a Hugo lo caracterizaba la curiosidad que tenía por saber cómo pensaban los jóvenes y qué estaban haciendo las organizaciones. Eso le permitió seguir aprendiendo y ser parte del movimiento social por mucho tiempo.
Solía ilusionarse con la gente y con las luchas, con algún compañero o alguna dirigente; pensaba que iba a iniciarse una revolución o un cambio grande. Luego se desilusionaba para volverse a ilusionar otra vez.”
Roberto Ojeda, Canasta Solidaria Mikhuna Kachun, Cusco, Perú