COLABORACIONESCRÍTICA DE CINE

Sí a la cultura, de cara al pueblo

Plantear la discusión sobre el desfinanciamiento de la cultura como una pelea partidaria y/o electoralista nada tiene que ver con el trabajo de miles de artistas y laburantes, y mucho menos con nuestras obras y nuestra soberanía cultural. Estamos frente a la posibilidad de perder el sostenimiento de los Institutos Nacionales y con este desfinanciamiento, además de perderse más de 700 mil de puestos de trabajo y el acceso a una cultura federal e independiente, se perderán años de historia y de construcción de nuestra soberanía cultural.

Por Rodrigo Guerrero, presidente del Colectivo de Cineastas de Córdoba

Las asignaciones específicas –ojo: no arbitrarias, sino específicas, a no confundirse…- no sólo permiten nutrir el fondo de fomento para las producciones audiovisuales, sino que también son las que sostienen el teatro, la música, los medios comunitarios y las bibliotecas
populares. Eso para empezar. Pero derribemos algunos mitos -en relación al audiovisual, que es lo que nosotrxs conocemos- que se erigen en el discurso público, ya sea por desconocimiento, desinterés o malicia.

Somos conscientes de las dificultades económicas que atraviesa el país, pero somos aún más conscientes de que el sector audiovisual representa el 5,2% de la economía argentina y alcanza al 3,1% del empleo con 635.000 puestos de trabajo -datos del Observatorio Audiovisual del INCAA-. El desfinanciamiento directo del Fondo de Fomento sería catastrófico.

El Estado no decide sobre el contenido de las películas a producir, sino que es el mismo sector -aquellxs quienes hacemos y sabemos cómo se hacen las películas- con representantes organizados en comités y juradxs, el que evalúa los proyectos que recibirán la financiación sobre una base de viabilidad, solidez y profesionalismo.

Las asignaciones específicas son fuentes de financiamiento genuinas de los fondos de fomento que permiten y garantizan la independencia. De otro modo quedarían ligados a las partidas presupuestarias dispuestas por el gobierno de turno. Es decir, perderíamos o correría peligro nuestra autonomía como creadores, como pueblo y la potencia de la diversidad de miradas.

Hacer una película lleva tiempo: 3, 4, 5 o más años dependiendo sus particularidades. Necesitamos previsibilidad para planificar los proyectos, para salir a buscar socios estratégicos, conseguir co-producciones internacionales, inversiones externas.
Depender de la discrecionalidad de un gobierno de turno va en contra de las posibilidades de sostener el ciclo virtuoso de producción que ha hecho grande a nuestro cine a nivel mundial. Por eso exigimos que las asignaciones específicas para el desarrollo de las industrias culturales se extiendan como mínimo por 50 años, hasta el 31 de diciembre de 2072.

Sin financiamiento, la cultura respondería únicamente a las leyes del mercado y sería el reflejo de pocos sectores. ¿Quién contaría nuestras historias? ¿Las plataformas multinacionales? El cine es un modo de ver el mundo. Necesitamos, como sociedad, defender esa pluralidad de miradas; y que las mismas representen la diversidad y singularidad de modos de vida de quienes habitan este extenso país posibilitando un desarrollo productivo verdaderamente federal.

Las asignaciones específicas no tenían ninguna caducidad, sino que esto se introdujo con el artículo 4 de la Ley N° 27.432 promulgada en el año 2017. Es por esto que estamos discutiendo 50 años donde antes era una asignación a perpetuidad garantizando el derecho a la cultura. En este sentido, también es fundamental aclarar una vez más, que las asignaciones provienen de impuestos que genera la misma actividad que se fomenta. Al quitarlas no se eliminan impuestos, sino que se dan más recursos a ser destinados a distintos fines según la discrecionalidad de cada gestión gubernamental. Esto elimina Políticas de Estado y genera menor previsibilidad sobre el desarrollo de la cultura y de las industrias culturales en el corto mediano y largo plazo en el país.

La cultura es un derecho y debe ser garantizado por el Estado. La cultura no tiene tiempo de caducidad. La cultura es trabajo. La cultura es memoria y es identidad.

El proyecto de ley cuenta con el rotundo apoyo de las más diversas asociaciones y agrupaciones de la cultura, a lo largo y ancho del país, como así también de las autoridades y representantes culturales de todas las provincias.

Abogamos por una clase política que preserve las industrias culturales por sobre sus intereses partidarios. Senadorxs, escuchen a quienes hacemos cultura, legislen a favor del pueblo.


No al apagón cultural.
La cultura no caduca.

Rodrigo Guerrero, presidente del Colectivo de Cineastas de Córdoba

Adhieren:

CCC (Colectivo de Cineastas de Córdoba)

APAC (Asociación de Productores Audiovisuales de Córdoba)