Pensamiento Crítico

Sobre liderazgos y tiempos de cambio

Los liderazgos del campo popular latinoamericano están anquilosados en tiempos que avanzan al ritmo de redes sociales, inteligencias artificiales y también colectivas, que desbordan los escritorios de la “casta” política.

.Por Tomás Astelarra

Mi vieja estudió y daba clases en ámbitos empresariales de una cosa inventada por un gringo de Harvard llamado liderazgo adaptativo. Es una teoría de un tal Ronald Heifetz y un tal Marty Linsky que habla de “la capacidad de adaptarse y cambiar rápidamente”, “ayudando a los líderes a reconocer cuándo una situación ya no funciona y ajustar su enfoque”; “detectar de manera temprana los problemas emergentes y los posibles cambios”; “analizar el reto adaptativo para encontrar las causas raíz”; “cuestionar la forma actual de hacer las cosas”; “involucrar a todos en la creación de soluciones”; “evaluar riesgos y probar nuevas ideas”; “anticipar posibles escenarios futuros y estar preparados para actuar en consecuencia”; “reconocer que es probable cometer errores y utilizar estos errores como oportunidades para el aprendizaje compartido”. En fin, lo que en el campo progresista popular latinoamericano llamamos últimamente la “autocrítica” o las famosas “nuevas canciones” de Axel (Kicillof). Que tanto revuelo armaron en la dichosa “casta” peronista, aquella de les, alguna vez, “jóvenes” promesas. 

Como era mi vieja y eran gringos de Harvard, no le di mucha bola. Error. Porque como dice mi amigo el sociólogo Jorge Viaña, el problema nunca fueron las herramientas o las tecnologías sino la “ética” con las que se utilizan. Porque de alguna manera hay que aceptar la derrota del campo popular frente a un capital concentrado devastador y, contradictoriamente, mucho más popular que nosotres. Tener en cuenta no sólo las urnas, sino también el devenir de una sociedad, una cultura, una economía, definitivamente neoliberal e individualista. En tiempos de pachakuti, era de acuario, inteligencias artificiales, pero también comunitarias, que se modifican con la diversidad, la flexibilidad, la potencia, de la tierra moviéndose, desperezándose, más que desesperándose. 

Comunidades que siguen intentando, como dijo el economista Manfred Max Neef, ser “la naturaleza teniendo una expresión humana”. Comunidades desde abajo, las periferias, que, más allá de sus ingentes e indigentes esfuerzos, evidentemente no están siendo representadas por una casta política anquilosada y ajena a los territorios. A las dichosas bases. Sean populares o no. 

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Habilitar el cambio para permanecer, estar, hacer… 

Una vez hablando de ciertos problemas que estábamos teniendo en una organización de base con mi vieja, citando la teoría de “liderazgos adaptativos”, me explicó que hay un liderazgo formal y uno real. Que si el liderazgo real no habilita al formal es muy difícil que la organización tenga buen destino. Y que el liderazgo real tiene, como todo en este mercado capitalista, pero también en esta realidad natural y geopolítica, una fecha de vencimiento. Fecha a la cual, si no prestamos atención, tarde o temprano funcionarán como la dichosa fruta podrida en una canasta de frutas jóvenes. Incluso cuando se trata de brillantes líderes. 

Hay una teoría parecida en las constelaciones familiares, el sistema que el gringo alemán Bert Hellinger aprendió de las tribus africanas. Es la madre la que habilita al padre en su relación con el hijo. De otra manera, el experimento queda huérfano. La rotación del poder, el mandato, el liderazgo, las mapaternidades, es una práctica ancestral entre las comunidades andinas o en métodos modernos de organización como el dragondreaming (extraído de tribus australianas por otro gringo). 

Salvo aquella vez en que la líder espiritual warpe, la amta Argentina Paz Quiroga, me aclaró, derribando una vez más mis certezas y el modelo positivista científico y exacto que tanto daño nos ha hecho como comunidad, que la excepción confirma la regla, con una inquietante pregunta: ¿si el líder está funcionando, por qué hay que cambiarlo?. 

La pregunta es: ¿quién determina que el líder está funcionando? ¿Qué determina la fecha de caducidad de un líder? ¿Cuáles son las consecuencias en la demora de hacer la verificación, el diagnóstico, el chequeo correspondiente? 

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Las peleas son de nosotras las vaquitas son ajenas 

Hablando de las derivas del “proceso de cambio” y la feroz interna del MAS en Bolivia, el politólogo cochabambino Fernando Mayorga me aclaró: “Lamentablemente uno no puede evitar agarrar esa dimensión subjetiva. Pero uno diría: ¿qué le pasa a esta persona que tenía el talento político y la capacidad de lectura para llegar a ser líder? Y ese talento no lo utiliza para darse cuenta de que ya no es su época. Yo hablo de un carisma situacional”. 

Fue Fernando el que me presentó a Wilson Mamanis, un joven campesino indígena y cocalero, como Evo hace muchos años, que ahora es dirigente de la Federación Sindical Única de Campesinos de Cochabamba (FSUCC). Wilsón me aclaró, en busca de autocríticas y nuevas canciones: “El gobierno se volvió obeso, pesado burocrático, tecnocŕatico. Y las organizaciones sociales nos hemos vuelto codependientes de eso. Muchos de los jóvenes hemos resistido el golpe en 2019 y hemos estado inmersos en la política, en la organización. Fue como una lluvia que sembró semillas, nuevos líderes, hombres, mujeres. Pero, lastimosamente, estamos inmersos en esta ruptura que no es de las bases. Es una ruptura de las cúpulas. Es como el fútbol, lastimosamente existen las vacas sagradas”. 

Para Wilson, la solución a la interna del MAS, entre “viejos meados”, es otro líder joven, Andrónico Rodríguez, presidente del Senado y encargado de dirigir a los sindicatos cocaleros cuando el Evo tuvo que exiliarse en 2019. Lamentablemente, el Evo lo desautoriza y hasta incluso salió un comunicado de las federaciones aclarando que Rodríguez “no era candidato”. Ahora se lo acusa de traidor por no haber alegado enfermedad para no asistir al congreso del nuevo partido “Evo Pueblo” que se enfrenta al viejo MAS, ahora cooptado por el actual presidente Lucho Arce. 

Al igual que con Alberto Fernández, Evo puso como candidato a Arce, a contramano de las bases, y teniendo en cuenta su falta de bases políticas, pensando que eso sería suficiente para controlarlo. Al contrario que Fernández, Arce dio la disputa, con la billetera del Estado, para quitarle al Evo, parte de las bases, la Justicia y el partido, el MAS. Que ya nadie recuerda la segunda parte de su sigla IPSP (Instrumento Político de los Pueblos). Ahora Evo acusa a Arce de utilizar la Justicia, las bases, las organizaciones, y todo el instrumento político para lo mismo que él la utilizaba hace poco más de cinco años: para tejer un poder personal por encima de las nuevas alternativas de cambio al “proceso de cambio”. Valga la redundancia. También la repugnancia a todos los liderazgos que se pudren dentro de su frasco. Liderazgos no adaptativos ni situacionales. 

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Viejes Meades

Cualquier similitud de la realidad boliviana con la argentina, o cualquier otro país de la Patria Grande, es pura coincidencia. Pero ante la impávida y desinteresada mirada de la mayoría del pueblo boliviano que vive una importante crisis económica, el congreso de Evo Pueblo en Villa Tunari (el Chapare) se dio el mismo fin de semana que el del MAS en las afueras de La Paz. A ambos congresos asistieron la mayoría de las organizaciones sociales de Bolivia, o lo que alguna vez fue el Pacto de Unidad, cuyas siglas se han dividido en dos, tres y hasta cuatro corrientes, que acusan a las otras de traidoras, corruptas y solo estar ahí interesadas por “pegas” (puestos ministeriales). 

Todas estas diversas teorías sobre liderazgos que no se adaptan, no sólo a los nuevos tiempos, sino a las nuevas generaciones, pueden aplicarse, no al derrumbe, sino a las ruinas mismas del campo progresista popular latinoamericano. Quizás, salvo, por el momento, por el tardío modelo mexicano de AMLO y su sucesora, la superheroína Claudia Sheinbaum. 

Las derechas políticas, pero sobre todo el poder económico, se cagan de risa, mientras los pueblos sufren las peripecias de una crisis económica sin precedentes, en medio de un saqueo y un ecocidio de importante proporciones. 

Y para quienes quieran ver en estas cuestiones problemas de la “política” o el acceso al “Estado”, cuando me dediqué a hablar de estas situaciones con una compañera feminista boliviana, me aclaró que María Galindo, prócer del feminismo boliviano que recientemente autorechazó su candidatura a presidenta, es tan despótica, maltratadora, acaparadora de poder y boicoteadora de nuevas generaciones insurgentes, como el propio Evo Morales. 

Lo mismo se puede decir de muchos líderes o liderezas de pequeños reductos anarquistas, ambientalistas, zapatistas, peronistas, trotskistas, menonitas e incluso nadaístas. El ista, como las herramientas y las tecnologías, no es el problema. Los libertarios y cambiemitas, o proetas, tienen el mismo problema, sólo que las internas y el liderazgo no adaptativo no es un problema para ellos. Ya que los apoya el poder económico, que es el que determina la rotación de estos liderazgos con sus modelos de Harvard. Sino, preguntale a Patricia. 

El problema no son quienes quieren comerse el mundo, triunfar, viajar a Marte o, como joven narco de cualquier conurbano latino, vivir la vida loca con quince minutos de fama, poder o gloria económica. Quizás si pueden salirse a tiempo, ganarse una jubilación de privilegio.

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El problema no es de la Madre Tierra

El problema no es de la derecha, ni de la izquierda, ni del poder económico o la Madre Tierra. El problema es de los que queremos vivir en paz sin cagarle la vida a nadie. Los que pretendemos generar un espacio comunitario, ecofeminista, de cuidados, donde seamos la naturaleza teniendo una experiencia humana. 

Quizás el problema sea el individualismo, el creerse más grande de un proceso planetario que tiene miles de millones de años. Como dijo el pocho Perón, creerse que las personas están antes que el movimiento. Y el de la gilada, que por miedo o ineptitud tampoco interpretó ese otro gran aforismo peronista que dice: con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes.

De todas maneras, como dijo el poeta Nicanor Parra: ¡Buenas noticias! La tierra se recupera en un millón de años. Somos nosotras las que estiramos la pata. Seas Evo, Cristina, Wilson, nosotres o la gilada. 

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