FEMINISMOSINFORMES

Vivir en la calle en CABA

Aumenta el número de personas en situación de calle en la principal ciudad del país. Ante la crisis y la indiferencia: ¿el Estado que hace?

Por Nicole Martín Fotos: El grito del Sur y Telam

La intersección de Av. Entre Ríos y Av. Callao no reconoce las estaciones. En todo momento y en todo el año, transeúntes, turistas o manifestantes inundan la esquina. Cuando el semáforo da permiso o los autos no circulan (lo que ocurra primero), se vuelcan como agua derramada hacia la calle. La misma escena se reproduce infinitamente, bajo la lluvia o el sol, y da la sensación de que nada puede detener el andar de los caminantes. Ni siquiera un niño pidiendo monedas o una persona durmiendo en un colchón al lado del kiosco de diarios. Ni una, ni dos, ni miles de personas durmiendo en la calle. Como un mantra citadino, el restaurante de la esquina reza “Como & Sigo”.

La ciudad necesita la indiferencia para seguir su ritmo frenético. Sin embargo, hay organizaciones y colectivos de personas que hacen la diferencia. La organización No Tan Distintes, conformada por mujeres y personas LGBTTIQ+ en situación de calle que trabajan en CABA y tienen casas colectivas en Morón y en Merlo, describe el panorama en Congreso de la siguiente manera: “espacio vacío, colchón. Espacio vacío, colchón. Espacio vacío, colchón”. Hileras de colchones en fila que revelan que son cada vez más las personas en situación de calle en la zona, incluso familias enteras.

Según esta organización, muchas de esas personas están en situación de calle por primera vez, dada la crisis económica del país. Tras el enorme aumento de los precios de los alquileres, una pieza puede costar entre 150.000 y 170.000 pesos al mes, un monto impagable para muchas personas en situación de vulnerabilidad social. Hay gente que había podido empezar a alquilar y tuvo que volver a la calle, sumado a la crisis alimentaria en los comedores que no reciben alimentos del Ministerio de Desarrollo Social, actualmente Ministerio de Capital Humano.

Los últimos datos oficiales coinciden con esta afirmación, aunque difieren en los números. Para el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (GCABA), 3.511 personas están en situación de calle en su jurisdicción, de acuerdo a datos del último censo anual a fines de abril de 2023. Este registro evidenció una suba del 34% respecto del relevamiento de 2022 y registró una mayor presencia de familias en esta condición. Al ser consultados para esta nota, la Dirección General de Estadística y Censos del GCABA afirmó que no tienen “fecha exacta del próximo” (censo).

Para las organizaciones que caminan y dan acompañamiento en la calle, los números son más del doble. Según el Relevamiento Nacional de Personas en Situación de Calle (ReNaCALLE) impulsado por el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), Nuestramérica Movimiento Popular y organizaciones adheridas de diciembre de 2023, se detectan 8.028 personas en situación de calle en la CABA, el distrito con mayor cantidad de personas en esta condición en el país (9.440 personas en total).

Cuestión de números

¿Por qué hay una diferencia tan grande entre los registros oficiales y los de las organizaciones?

En Asociación Personas en Situación de Calle (PSC), una organización que realiza recorridas, apoyo en trámites y entrega de donaciones desde 2017, observan uno de los posibles motivos: recursos y presupuesto. Cecilia Martin, tesorera y socia fundadora de la asociación civil, relaciona que, si el Censo de la Ciudad arroja mil personas en la calle, la planificación será para esa cantidad. Sin embargo, en los dispositivos como el Operativo Frío, la misma Ciudad prevé paradores extras para el doble de personas. “Entonces solo queda concluir que saben el número real de personas en situación de calle que habitan la ciudad, pero no quieren planificar gastos para todos”, concluye.

Su compañera, Gabriela Montesanto, referente de cocina en la organización, explica: “Los gobiernos siempre tratan de invisibilizar a la gente que vive en la calle, no condice con el discurso de progreso y crecimiento que tratan de instalar. Es una imagen que tapan, que tratan de borrar y hasta de arrancar de la realidad. Molesta”. Ella refiere que muchos saben que los números que informan los censos oficiales no son reales, sino que la gente que vive en la calle es más, considerablemente más. “Y las personas se encuentran en esa situación porque a los gobiernos no les interesa hacer nada ni ayudarlos de ninguna manera”, afirma.

Personas de Carne y Hueso

Lo que para las estadísticas son números, para las organizaciones y colectivos son personas de carne y hueso, historias y experiencias. Pan Para el Pueblo (PPP) es un grupo humano nacido en un espacio de trabajo y con pertenencia sindical que se propuso a fines de 2015 crear un dispositivo simple para ayudar a personas en situación de calle. En la Zona de Caballito, estación Primera Junta, comenzaron a dar ayuda alimentaria y entregar donaciones. Más allá de la necesidad concreta, una de sus integrantes, Eugenia Villa, cuenta que la intención es compartir e interactuar: “Empezar a borrar ese muro que nos separa de las personas que viven en condiciones materiales de extrema urgencia”.

Villa también observa que las personas en situación de calle van en aumento en la Ciudad, especialmente en los últimos dos meses. “Lo ves en los cajeros automáticos, en las estaciones de subte, en las plazas, en las galerías comerciales, en las veredas de muchas calles céntricas y también en las esquinas de los barrios”, sostiene. Su pequeño aporte se traduce en un plato de comida, un par de zapatillas, una mochila con útiles escolares, una camisa limpia para ir a buscar empleo. Aunque pareciera un apoyo mínimo, ella y todas las organizaciones conocen el gran trabajo de logística que conlleva.

En cuanto a los motivos que llevan a una persona a estar en situación de calle, la integrante de PPP ha escuchado todo tipo de historias. Entiende que se puede deber a múltiples factores: la falta de trabajo con pago digno o al tratamiento de la salud mental y las adicciones, además de la imposibilidad de acceder a la vivienda. También las múltiples violencias que lastiman y expulsan. “Son temas estructurales sobre los que se ponen siempre paliativos pero no se ensayan soluciones de fondo. Cuando no cubrís las necesidades básicas, el espacio donde habitas entra como una de las variables de la pobreza. Es la falta de red de contención frente a la emergencia habitacional tanto en el plano familiar o vincular como en la ausencia de una política pública”, dice.

Las referentes de PSC coinciden en estos motivos yCecilia Martin destaca el motivo de la pérdida de una red de contención amigo-familiar. “Es muy difícil reconstruir o suplir esta necesidad desde un individuo que quiera ayudar o una agrupación de voluntarios. Esta ayuda mayor debe ser responsabilidad del Estado”, agrega.

Sobre esto último, todas las organizaciones consultadas para esta nota coincidieron en que la respuesta institucional en la Ciudad de Buenos Aires es insuficiente o en muchos casos, violenta. Sólo algunas veces al año, cuando se asoma el otoño y las condiciones en la calle comienzan a recrudecerse, se activa el llamado Operativo Frío, un dispositivo que según su página oficial “brinda alimentos calientes, abrigo y asistencia integral a las personas en situación de calle”. Como programa principal, existe el Buenos Aires Presente (BAP), que se ocupa de atender a personas y a familias en condición de emergencia social y del que dependen los paradores llamados Centros de Inclusión Social.

Parar mal

Según las organizaciones, lo que sucede en los paradores es exactamente lo contrario. “Infelizmente escuchamos que los paradores son lugares plagados de violencias y los vecinos no los ven como una salida de la calle, ya que se deben retirar al día siguiente y no cuentan con espacios para guardar sus pertenencias grandes (como un carro de cartonero)”, declara Martin.

Desde No Tan Distintes, complementan que las instituciones no las políticas desde un abordaje integral ni adaptan los dispositivos a las necesidades específicas, lo que genera un sistema expulsivo. Esta expulsión es literal, como lo demuestra el caso de María Verón, una mujer en situación de calle que falleció atropellada tras haber sido rechazada en el parador Azucena Villaflor del BAP. En la organización, la recuerdan con amor.

Eugenia Villa cuenta que una vez tuvo una discusión con una funcionaria del BAP, tras afirmar que los censos populares se equivocaban en contabilizar a las personas que estaban en los paradores, ya que esas personas “tenían resuelta la condición y no eran más de la calle”. Sin embargo, con estos datos se evidencia que el parador solo provee un alivio inmediato al no dormir en la calle una noche, pero sin presentar una solución definitiva.

Otro programa existente en la Ciudad es el Subsidio Habitacional, basado en el supuesto derecho universal de acceso a la vivienda, declarado en la Constitución Nacional. “El subsidio no alcanza a pagar un cuarto o pensión sin contar con otro ingreso, limitando el público que realmente se pueda beneficiar de este programa”, afirma la tesorera de PSC.

Mujeres en situación de calle, doblemente violentadas

En el último censo oficial, sólo el 14,4% se auto-perciben mujeres, un porcentaje similar al del relevamiento popular del ReNaCALLE (15,3%). La diferencia se da por las múltiples violencias que enfrentan las mujeres y personas LGBTTIQ+ en las calles, pero también, advierten las organizaciones, son un grupo subrepresentado en estos estudios.

“Por nuestra experiencia, todas las violencias que pueden sufrir las PSC, para las feminidades van a ser mayores: robos, violencia física, verbal, sexual, maltratos, entre otros”, afirma Cecilia Martin. Desde No Tan Distintes complementan que por este mismo motivo es que muchas veces las mujeres no expresan que están en situación de calle, para no exponerse a estas violencias.

Otro factor que podría explicar la gran cantidad de varones en situación de calle, son los estereotipos de género en la construcción social. Martin expone que, como el sistema patriarcal pone el sustento como tarea masculina y afirma que los hombres que no pueden mantener a sus familias son débiles o poco hombres, entonces ellos sienten vergüenza y han escuchado relatos de varones que prefieren estar en la calle a pedir ayuda económica a algún familiar.

Independientemente de estos motivos, hay mujeres en situación de calle en CABA y en el resto del país. Mujeres que se mantienen en vilo en la noche para evitar ser víctima de violencias, lo que resulta en “cuerpos cansados”, dicen en No Tan Distintes. Y declaran: “Existimos, nos organizamos, estamos presentes hace años en la lucha en el movimiento feminista, nos expresamos cuando fue la Ley del aborto, marchamos más allá de que cueste, más allá de que nunca se haya logrado que haya una Comisión de Mujeres y diversidad de situación de calle en el Encuentro Nacional de Mujeres, nos damos nuestros espacios de lucha. Estamos, nos invisibilizan como se invisibiliza la situación de calle en general, pero estamos”.

Una observación de PSC sobre los programas y dispositivos es que las políticas depositan en el individuo toda la responsabilidad de “salir adelante” sin tener en cuenta las características de esta población. Sin embargo, se evidencia por parte de las experiencias de las organizaciones y de otros países en el mundo, que sólo los programas que tienen un abordaje integral y particular al sector que pretenden asistir, son los que tienen éxito.

No son sólo políticas, sino políticas de calidad y enfocadas. No es -sólo- un techo, no es -sólo- una noche. Son necesarios múltiples y variados métodos de contención y de asistencia legal, psicológica, médica, educativa, entre otros. Una red que asista y sensibilice a la sociedad en general, ya que entre los obstáculos que enfrentan las personas en situación de calle, uno se destaca por su crueldad y frialdad: la indiferencia.